η - Hécate

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Témpano:

Luego de hablar con Urano, sabía donde dirigirme ahora: Los Ángeles. Allí se encontraba la entrada al inframundo, la principal (ya saben, la barca de Caronte). La verdad, no creía que Caronte fuera a dar problemas... Aunque... Tal vez Hades había intercedido para que yo no pudiera entrar.

Al llegar a los Estudios de Grabación El Otro Barrio (es que más escondido no se podía estar con ese nombre) vi que no había nadie en la fila... Eso era raro, ya que según lo poco que había oído, todo estaba lleno de almas en todo momento. Me acerqué al mostrador y el barquero se encontraba... ¿Durmiendo?

- Disculpe, señor Caronte -

- Que quiere - dijo medio dormido

- Me preguntaba si podía pasar al Inframundo -

- Desde que Hades regresó todo cabreado con lo de Témpano y todo eso, mandó que todas las almas podían entrar. Al carajo el pabellón del juicio, todos a los campos de Asfódelos. Así que vale, pasé, tendrá que pasar la eternidad sin hacer nada, ni recuerdos ni otra cosa. -

- Perdón... Yo soy Témpano -

- SAGRADO HADES - Caronte casi salta fuera del mostrador - por qué no lo mencionó antes. Pase, pase. Hades me hizo jurar que si usted venía debía dejarle entrar a toda costa -

... ¿Hades le había obligado a dejarme pasar así?¿Sin más? Bueno, el caso es que Caronte me subió a la barca y me llevó al otro lado.

- Si quiere volver solo venga aquí, le esperaré -

Bajé de la barca y empezé a caminar por la orilla del río. Entonces me atacaron miles de preguntas. ¿Esta era la manera de hacerlo? ¿Y si sólo empeoraba todo?

No, me dije a mi mí mismo que este no era tiempo de dudar. Ahora Urano y Atlas también me apoyaban... El futuro no solo de mí hijo, si no también el de muchos otros dependía si me retiraba antes de empezar o no.

Mientras estaba perdido en mis pensamientos, me choqué con alguien. Por un centímetro casi caigo al Río Estigio. Pero me alcanzaron a tomar de la mano y salvarme de terminar muerto.

- ¿Estás bien? - me había chocado con una mujer joven, de piel blanca. Su cabello era rubio y sus ojos dorados. En la espalda llevaba algo así como una llave y su rostro se ocultaba detrás de el cuello alto de una larga capa y un sombrero como el que suelen llevar los brujos (terminado en punta y con ala ancha)

- Sí, estoy bien... Aunque casi me convierto en Chocapic -

- Perdón. Soy Hécate, debería haber estar más atenta. No suelo encontrar gente por aquí. Que buscas -

- Soy Témpano y de hecho... Te buscaba a tí -

Al parecer, Hécate no estaba acostumbrada a que la buscaran. Le conté sobre lo que había pasado, los planes, la restauración de Urano y el secuestro de Apolo.

- ¿Por qué habría de apoyarte? La última vez que apoye a alguien contra los dioses perdió. Aún así, mis hijos pudieron tener una cabaña, no quiero quitarles eso -

- Tal vez porque Perséfone y Deméter te lo agradecerían. Hacer caer al desgraciado que les jugó la vida. Y bueno, a los demás dioses -

- Si me uno a tí... ¿Prometes no hacerle daño a Deméter y Perséfone? -

- Aunque no te unieras a mí no les haría daño -

- En ese caso, no creas que solo secuestrando a Apolo podrías obligarlo a trabajar. Necesitas un motivador -

No había pensado en eso, pero era una magnífica idea.

- Te refieres a... -

- Sí, Artemisa. Él haría lo que fuera por su hermana... Y si la vida de ella dependiera de ello... Créeme que lo haría -

- No entiendo como los dioses no te temen. Sabes mucho sobre ellos -

- Me gusta mantenerme a veces en bajo perfil. Pero... Es hora de arreglar esta familia -

Hécate se decidió. Ella, Urano y yo estábamos del mismo lado. Según la profecía de la que me había comentado Hestia, ese era un requisito de la victoria... Pero aún así, eso no indicaba nada. Una profecía era inútil si solo tenías confianza en que las cosas se resolverían solas.

Volvimos caminando hacia la barca de Caronte. A su lado estaba Hades. Nos acercamos, y apenas Hades me vio, dijo:

- Más te vale que repares el asco que está hecho el mundo, porque si mi apoyo no te hace ganar, yo mismo te mataré, Témpano -

Bueno... Hades me apoyaba... Tenía ya esa sospecha, y me parecía bien. Apenas lograra restaurar a Urano, hablaría con él. Al igual que yo, solo estaba desesperado por una familia, y yo estaba dispuesto a darle una.

Caronte nos llevó al otro lado. Una vez salimos, fuimos con Urano. Allí empezamos a trazar el plan. Estábamos listos. Apolo y Artemisa serían los primeros en caer.

Percy Jackson y el hijo perdido de CronosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora