ν - El principio, parte 1: La captura del sol y la luna

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Témpano:

Estábamos listos. Ya había planeado a que semidioses les daría la oportunidad de tomar el lugar de Apolo y Artemisa. Aún no los había "secuestrado" pero eso era parte del plan.

Hécate, Hipnos, Tánatos y yo estábamos apunto de emprender en la nada sencilla tarea de secuestrar (sí, esta vez sin comillas) a los gemelos.

- ¿Estás seguro de esto? - Hécate siempre precavida - Porque si fallamos... Bueno... Que lío que se va a armar -

- No hay marcha atrás - dije - si seguimos demorando la captura de esos dos, nos van a pillar -

- A la muerte... - empezó Tánatos.

- Y al sueño... - continuó Hipnos.

- NADIE LOS PILLA - terminaron juntos.

Se tenían bastante aprecio mutuamente. Si uno u otro terminara muerto... Bueno... El otro acabaría con la civilización.

Artemisa se había establecido junto a sus cazadoras en Chicago. Según Hipnos (nunca, JAMÁS, habría mejor informante que el mismo sueño) estaban siguiendo la pista a Quimera (al parecer, se le había escapado de las manos a su madre Equidna). Tenían el plan de darle fin al pobre de una vez por todas.

- Si pescamos a Artemisa sola, sin sus cazadoras, BOOM, un par de minutos de batalla, y la tendremos en las manos -

Eso no sería tan fácil. Artemisa era el pilar de todo el plan, porque si no la teníamos a ella, Apolo no iba a colaborar ni de chiste.

- Asegúrense de no llegar antes de medianoche - Urano en su inmensa sabiduría dándonos consejos siempre - en caso contrario, no vayan a atacarle. Sus poderes se empiezan a debilitar luego de las doce -

Afortunadamente, llegamos justo a medianoche. Artemisa estaba en el centro del Grant Park con su equipo de cazadoras.

No aparentaba nada distinto a una joven de unos 14 a 16 años, pero irradiaba el poder de una diosa de verdad.

- Ustedes buscarán en el sur de la ciudad. Yo en el norte - dijo la diosa.

- Mi señora... - una joven de unos... 16 años tal vez tomó la palabra. Ese peinado y estilo rockero... ¿Podría describirse así? Combinado con una tiara de princesa plateada... Quién era yo para decir cómo combinar la ropa.

Según lo que mis compañeros me comunicaron, ella era Thalia. Una hija de Zeus con historia complicada (incluía cosas como haberse convertido en árbol por varios años, así que mejor no le pongo más cosas al cuento -

- Sí - Artemisa tenía muy en cuenta su opinión... O solo era yo.

- No sería más prudente que algunas de nosotras le acompañaramos? Digo, el ambiente está bastante... Complicado -

- Estaré bien sola, no te preocupes -

Artemisa confiaba demasiado en que ser una diosa le iba a salvar de todo. Que equivocada estaba la pobre.

Apenas se alejaron unos metros, Hipnos chasqueó los dedos e hizo caer a todas las cazadoras en un profundo sueño.

- Pero, que... - tómenlo como consejo de la vida y de las batallas: confunde y vencerás.

- HOLA - dije lleno de alegría, como si saludara a una vieja amiga. Solo verme al salir del escondite, solo eso necesitó la diosa para ponerse alerta. Les dije a los demás que no intervinieran si no era necesario - como te trata la inmortalidad últimamente -

- Tú... Tenemos órdenes, todos los dioses, de llevarte prisionero al Olimpo para que te encierren en el Tártaro antes de cualquier cosa -

- ... La verdad no me apetece conocer a Tártaro aún. Aunque si te puedo asegurar algo, el filo de mi espada está muy ansioso de conocerte Diana -

Artemisa se llevó las manos a la cabeza. Lo sabía, Llamarlos por su nombre romano los confundía muchísimo. En ese campo, yo tenía ventaja, porque no tenía un equivalente romano... O siquiera griego.

- Te voy... - se le estaba cortando la voz - a derrotar -

Nos lanzamos uno contra el otro... Bueno, digamos más bien que ella me disparó múltiples flechas y me tocó esquivarlas todas. Que como lo hice... Ni idea.

El caso es que en eso consistió nuestra batalla. Yo huía por toda la ciudad (extrañamente nadie se daba cuenta) mientras ella me disparaba. Le cayeron flechas a buzones, autos, camiones... Casi mata un par de personas, pero bueno.

ESA MUJER NO SE CANSABA NUNCA MALDITA SEA.

No sé a qué hora se supone que amaneció, pero que el sol salió por el horizonte salió.

- Estás perdido - dijo Artemisa antes de gritar - AYUDA -

- Mi hermano vendrá en mi ayuda y te moleremos a palo juntos - que precioso error acababa de cometer.

- Témpano... ¿Ahora? - Gritó Hécate, dejando confundida a Artemisa.

- AHO... - no pude ni terminar la palabra. Sentí un tremendo puñetazo en la cara que me mandó al suelo en pleno salto.

- Hola hermanita - Apolo había llegado - ¿Lo acabamos o que? -

Artemisa no respondió. Hécate e Hipnos se la llevaron por delante y siguieron peleando contra ella. Tánatos le asestó una buena patada a Apolo en el costado y lo mandó a volar.

Juntos fuimos a pelear contra Apolo. A los seis (ya sabéis a qué me refiero) se nos fue la mano. Artemisa mandó a Hipnos a través del techo de un edificio. Hécate estampó a la susodicha contra otro edificio y destrozó una buena parte de este. Tánatos dejó un buen cráter en la vía y Apolo casi vuela un rascacielos cuando atravesó casi todas las columnas de un buen golpe que le clavé.

Duramos en una batalla de dicho estilo varias horas.

Al cabo ya de un buen rato, Hipnos le dió un golpazo a Artemisa en la parte trasera de la cabeza con el pomo de su espada. Esa mujer cayó desmayada al suelo. En ese instante, Apolo se distrajo y... Bueno, Tánatos aplicó la misma estrategia que su hermano.

- Ahora que - preguntó Hipnos lavado... ¿Los dioses podíamos sudar? Pues sí, si que podíamos.

Los alrededores del Grant Park estaban bastante tocados. Alguna cosa se inventarían los mortales para explicarlo.

- Tánatos, ¿puedes encadenar a Apolo? -

Le incómodo bastante esa pregunta. Aún así, sacó unas cadenas y lo amarró.

- Hécate, necesito que me ayudes a cargar a Artemisa -

Encerré a la diosa en un enorme bloque de hielo. Esperaba no se derritiera en el viaje a la prisión que les teníamos preparada en Groenlandia. Cualquier tierra congelada (excepto Quebec tal vez) era mi territorio. Nunca intervine en misiones que se desarrollaban por allí, para que siguieran pensando que nadie vigilaba esas tierras.

- Y yo qué - protestó Hipnos

- Llévate a Thalia Grace. Tengo grandes planes para ella -

El sueño cargó con la chica y en un par de segundos, ya nos encontrábamos en la cueva que había preparado hace poco para eso.

Colgamos a un Apolo y una Artemisa encerrados en una jaula y un bloque de hielo respectivamente del techo de la caverna. En ese lugar, todos los poderes que no eran míos funcionaban, así que no iban a poder escapar. Se podía entrar sencillo, pero salir... Está más difícil.

- Hipnos, deja a Thalia en una celda - solo teníamos dos, era lo único que me había dado tiempo a construir con el poco tiempo que empleé para hacer la "prisión" - hablaré con ella apenas despierte -

El plan había salido bastante bien. Los otros se fueron, debían mantener en orden sus trabajos, o los dioses sospecharían demasiado.

Yo me quedé allí, vigilando a dos futuros habitantes del inframundo.

Percy Jackson y el hijo perdido de CronosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora