χ - En su honor

355 25 1
                                    

Thalia:

Desde que había aceptado unirme a la causa de Témpano, el tipo se había vuelto extrañamente cálido conmigo. Y bueno, no solo él, los otros tres al parecer me tenían aprecio de alguna manera.

Me parecían demasiado confiados. Casi instantáneamente empezaron a compartir sus planes conmigo.

Desde saber que había bastantes cosas por hacer antes de darle paso a todo el plan de restaurar la fuerza de Urano y reemplazar a Apolo y Artemisa, hasta darme detalles muy precisos de la labor de cada uno.

Aparentemente, yo era muy importante, pues según ellos, de mi dependía lograr que el reemplazo de Apolo se nos uniera. Aún tenía mis dudas respecto a todo, pero, algo muy profundo me decía que era tiempo de un cambio.

Si antes no estaba completamente convencida, ese día decidí que esto era lo que debía hacer.

Entré a la sala donde solíamos reunirnos a conversar los detalles de operaciones que probablemente tomarían años en empezar. Témpano no se andaba con rodeos. Tenía a los otros tres realmente ocupados. Al parecer había algo muy importante en el Inframundo para el plan.

En ese momento solo estaba el dios del hielo, sentado, jugando una especie de ajedrez, tomando notas, mirando mapas de estrellas (cortesía de Hipnos) y de vez en cuando, mandando a volar fichas al azar.

Me acerqué y le saludé.

Thalia, que tal estás. Espero que te hayas acostumbrado ya al frío - me respondió.

Estoy bien, supongo, aunque el frío sigue siendo algo molesto -

No dijo nada, solo se quedó mirando el tablero y el pergamino azulado donde anotaba miles de cosas. Me quedé mirando esa cosa por un momento. Había toda clase de anotaciones en varios idiomas, griego, latín, inglés y sabrá solo el que más lenguas.

La curiosidad me terminó venciendo.

Que es lo que está haciendo -

Me gustaría saberlo. A veces apuntando nombres y fechas, a veces tratando de conectar puntos y atar cabos, a veces solo jugando ajedrez contra mí mismo -

Debió notar mi cara de "¿es en serio?" Inspiró profundamente y luego tomó un mapa de estrellas.

Una pena - dijo - Urano ya me contó esa historia, es impresionante la cantidad de historias que tiene ese tío -

De que hablas -

Zoë Belladona y Bianca Di Angelo, unas chicas con mucho potencial a decir verdad según me cuentan -

Esos nombres me cayeron encima como un balde de agua fría... Más bien de puro hielo. Recordaba bastante bien esas ocaciones, y realmente no quería recordar tan vívidamente esas imágenes.

Si, una pena. Artemisa es bastante descuidada en ese aspecto. Me parece increíble que alguien que se dice es bastante inteligente, por decirlo así, se haya dejado atrapar de una forma tan sencilla. Supongo que los dioses pecamos de ese exceso de confianza demasiadas veces -

No me atreví a verle a los ojos.

Supongo que no le importan mucho más que los demás mortales. Supongo que a ningún dios le importa ningún mortal -

¿Vas a volver a contarme lo mismo? ¿A decirme que nos desprecian y cosas así? Mira, yo pillo el punto, no soy tonta -

Como podría alguien creer que eres tonta. Siéntate, vamos a hablar -

Tomó una ficha del ajedrez y me la entregó. Supuse que era alguna clase de terapia de "con quién identificas está figura". Salté cuando vi el rostro de la propia Zoë tallado en el hielo. Definitivamente no era un alfil, era ella, una réplica en miniatura casi perfecta.

Si, Urano me describió bastante bien a la chica. La segunda al mando de las cazadoras antes que tú verdad? Las cosas de las que hubiera sido capaz de no encontrar su muerte a manos de Atlas -

Dirigí la vista al tablero. Antes no había caído en cuenta, pero las casillas eran una especie de calendario. Estuve a punto de huir cuando entendí lo que era. No era un juego de ajedrez, era un calendario de muertes. Me cayó el alma a los pies.

¿Me devuelves la estatua por favor? - le entregué la figura y el la ubicó de nuevo en el calendario.

Adelante, échale un vistazo. Está muy incompleto, hay fechas y personas que me confunden, así que, está sujeto a cambios... A muchos cambios - Témpano se levantó y me dejó su lugar. Las casillas más cercanas a mí marcaban los años cuarenta. Una sola figura se encontraba allí, junto a una nota. Al levantar la ficha y mirar su base, leí claramente un nombre: Marie Levesque.

A sí, Marie. Gaia hizo de las suyas. ¿Te molesta si le cambió el nombre a Gaia? No me suelo dar cuenta, pero a veces le llamo Gea. El caso, Gaia y los dioses del Olimpo no se diferencian mucho. Digo, preferían tenerte muerta para evitar cierta profecía. Aunque al final, bueno, sabemos cómo acabó -

La nota de al lado decía: Hazel Levesque. Nico Di Angelo la sacó del inframundo, actualmente está viva. Yo ya me sabía esa historia.

A su lado estaba otra figura que decía: María Di Angelo. La madre de Nico y Bianca.

Levanté varias estatuillas. Cada nombre conocido me hacía sentir cada vez peor. Michael Yew, Silena Beauregard, Dédalo "Quintus", Bianca Di Angelo, Luke Castellan, y demás. Muchos nombres aún no estaban, pero no puede evitar pensar en ellos.

Esto es lo que quiero detener. Los dioses, los titanes, Gaia, todos ellos, toda esa pandilla de inútiles son exactamente iguales. Los mortales les medio importan porque dependen de ellos. Crees que si el caso fuera otro, se preocuparían por ustedes? Es algo que necesitamos cambiar -

Preferí dejarle hablar.

Una y otra vez pasa lo mismo. No les interesa lo que sea de ustedes si no les afecta. Quiero darles una lección, y aprender también. Los mortales son muy importantes. Han hecho cosas impresionantes, buenas y malas, que los dioses ni en sueños podrían haber hecho. Derrotar a los gigantes es prueba de ello -

Supongo que tienes razón - le dije - pero... No se supone que eso es un defecto fatídico? Creer que podemos hacer las cosas mejor que ellos? -

Témpano se rió.

Si, pero tú dime, Medusa, Aracne, la primera familia de Heracles, todos los hijos de Atenea que murieron buscando esa ridícula estatua, merecían morir? Eso te parece sabio? Yo creo que no. He pasado una buena parte de mi vida viviendo como un mortal. No he aprendido mucho a decir verdad. Pero ustedes, los verdaderos mortales, saben lo que es sufrir por culpa de esas fuerzas. Incluso los dioses han sufrido por culpa de sí mismos -

Lo que decía tenía sentido.

Se que aún tienes dudas, pero, quiero que me ayudes. Ayúdame a detener toda esta matanza. Que las muertes se detengan de una vez por todas, que todos los muertos, todas las víctimas sean las últimas, que dices -

Las dudas se fueron. Si, era lo mismo que Cronos y Gaia habían dicho, pero su punto era otro. Esto no era por el poder, o por venganza. Sus intenciones parecían otras. Por una vez, pondría mi vida en busca de detener todo eso.

Levanté la ficha de Luke y en mi interior le hice un juramento: buscaré lo que buscabas, y lo conseguiré. No Cronos, no Gaia, nosotros, esto será real, esto será por ustedes.

Percy Jackson y el hijo perdido de CronosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora