"La lluvia del balcón"

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La lluvia atacaba por doquier, solo miraba a través de la puerta corrediza de vidrio que daba al balcón. Se veía apenas ya que comenzaba a empañarse el vidrio con el calor del departamento. Sentada en la alfombra mirando la lluvia desde el suelo. Tenía en mi costado un cappuccino que aún estaba caliente. Rodeé de costado quedando boca abajo, aun viendo a la hermosa lluvia que hacia al cielo claro a un cielo gris con truenos. Un día perfecto para dormir o leer, pero para mí, para relajarme. Tenía un bóxer negro que podía disimularse como un short, una remera delgada color crema gastada que decía: "Se la mejor versión de ti misma." La luz del día nublado era lo suficientemente fuerte como para iluminar la habitación dónde me encontraba aunque la luz de la cocina, que está justo en el comedor donde estoy, estaba encendida. Tomé un sorbo de mi bebida caliente y mi cuerpo se acostumbraba a esa temperatura. Escuché los pasos del él acercándose hacia mí pero aun así me quede mirando la lluvia del otro lado del vidrio. Él trajo una manta y me cubrió con está mientras se dirigió a la cocina. Al cabo de un rato apareció el con un cappuccino y se acostó a mi lado tapándose con la misma manta. Ambos contemplamos la lluvia dándole sorbos a nuestros capuchinos. Al cabo de un rato la breve lluvia se convirtió en tormenta.

 -Sin estrellas, ni sol ni luna.

-Solo nosotros.

 Lo miro y sostengo la mirada en su rostro. Su nariz esta roja por la caliente bebida, sus mofletes como siempre estaban más rellenitos cerca de sus ojos, sus labios rosas como la flor que me había traído la semana pasada. Sus ojos que tienen una mirada dulce y atrapante a la vez, color café claro depende su humor. Su cabello le ha crecido algo desde su último corte, pero aun no le llega a los ojos. Sus orejas igual a su nariz, roja. Me sonrojo al notar que aún tiene una marca en su cuello. Y vuelvo a contemplar la lluvia.

-¿Cuantas gotas tienen que caer, para darte cuenta que está lloviendo? 

Lo miro confusa y él dice otra frase.

-¿Cuánto tiempo tiene que pasar, para darte cuenta de que me gustas? 

Me sonrojo de inmediato al recordar a aquella vez que escribió eso en una de las notitas que nos enviábamos de adolescentes. Me observa y me sonrojo. Me acerco a su lado y me acuesto, cerrando los ojos. 

-Te amo -susurro bajito.

Sus labios tocaron los míos y me hizo sentir el cielo. Seguí ese hermoso beso y en medio de esos famosos besos esquimales. Sonreí y abrí nuevamente los ojos para encontrarme con su mirada. Volvimos a observar la lluvia que azotaba con todo. Y decidí levantarme y abrir ese balcón, para sentir esa lluvia fría pero cálida a la vez. Comencé a girar y respirar el aire como nunca. Ese olor a tierra que deja la lluvia, es rico. Sentí a alguien tomándome por la cintura y me levantó hasta meterme adentro del departamento nuevamente.

-Te enfermarás...-De locura. Me mira con expresión seria y susurro:

-¿No crees que la lluvia es el sentimiento más bonito?

-¿Por qué lo dices? 

Vuelvo a mirar a la tormenta y suspiro:

-Los corazones se abren, o se rompen en estos días lluviosos, y la lluvia se encarga de ocultar las lágrimas de nuestro rostro, a la vez que alivia al corazón. 

Me mira sonriéndome y no escucho lo que dice, pues mis oídos se desviaron escuchando el golpeteo de la lluvia en el suelo.

-... ¿Puedes?

-¿Qué cosa?

-No salir así en días de lluvia.

-¿Por mi salud?

-Porque me prometí a mí mismo cuidarte toda la vida. Este a tu lado o no. Mi corazón descompuesto, de tanto amor, se altera nuevamente.

-Prometo cuidarme.

-Eres de lo que no hay ¿Sabes?

-Somos de lo que no hay. 

Y fuimos y seremos de lo que jamás habrá para nosotros.

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