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"Muchas veces dudé de mi salud mental. Siempre aburrida, como si no sintiera nada... Pero cuando estuve contigo, cuando te vi aquí por primera vez, pareciera que no es así. No sé, estando así no necesito valorar las emociones y el por qué de estas... Es como si aquí, estuviera completa... Como si este fuera el inicio y el fin de mi mundo."

— Haruka Hayami.

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Haruka Hayami es una chica normal. 

Su cabello corto hasta un poco más abajo de su mandíbula con dos mechones laterales más largos hasta los hombros, de color marrón oscuro no son especial. No un rubio o lila que destaque, tampoco un blanco o un rosa, tampoco  uno con extraño degradado mínimamente llamativo.

Sus ojos color rojo carmín, si bien pueden hipnotizar, tampoco son la gran cosa una vez te acostumbras a estos.

Sus accesorios en de equis blancas que sujetan flequillo delicadamente, no desentonan.

Es una chica sencilla. Una chica normal.

Sin embargo, ella piensa que algo va mal. Que algo en su cabeza no funciona como debería. Se debe por su poca capacidad, por no decir nula, de sentir emociones.

No es alguien cruel que torture a alguien en busca de emociones, ni mucho menos, solo que es como si viviera en una indiferencia profunda. Nada le emociona y nadie le emociona.

Se podría decir que hay excepciones, como su mejor amiga de la infancia con la cual no habla más por distanciamiento. Sin embargo, hay algo mayor a eso: su amor por el teatro.

Haruka disfruta genuinamente del mundo escénico. No tiene en su familia ningún miembro parte de este, pero igualmente está eufórica siempre que recuerda que en su segundo año de preparación en una academia externa a la academia, le van a dar el papel de protagonista.

Siente que cuando está en el escenario está completa. Es capaz de mostrar cualquier emoción sin dudarlo, como si existiera únicamente para representar emociones ajenas.

Su infancia no explica nada de eso, vivió una vida tranquila como hija única de un matrimonio feliz. Una casa en un barrio modesto, en un instituto público, nada fuera de lo común salvo su situación sentimental.

De hecho, su amor por el cine y teatro únicamente se mostró cuando esta fue arrastrada a participar junto a su mejor amiga, Yuriko Nobuyuki. Finalmente, se dio cuenta de que no era tan horrible aquel pasatiempo.

En clases tampoco hay nada destacable. Tiene su grupo de amigas, no saca malas notas, tiene una reputación buena... Básicamente, nada le va mal o nada le va bien. Solo vive sin dudarlo mucho por su sentimiento de vacío interior.

- ¿Habéis escuchado el último rumor?

Una de sus amigas pregunta interesada. Las demás solo empiezan a emocionarse sin mucho sentido, Haruka suspira, le toca fingir interés.

- Dicen que Mala Suerte se suicidó.

Señala el asiento de la mencionada llena de morbo y dramatismo. La chica de ojos rojos mira asombrada la reacción, nadie siente la más mínima compasión y eso le extraña. Ve una delicada flor blanca dentro de un jarrón en el mismo lugar, cosa que le irrita.

- ¿Y quién será ahora la comidilla de la academia?

- Cierto, ciertamente sin ella y sin Naru-chan todo es mucho peor.

- Con lo divertido que era hablar sobre lo lindas que se veían y la envidia de su popularidad, dicen que hasta en otras academias se han fijado en Mala Suerte.