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Caminos separados

Narrador omnisciente:

Dumbledore se levantó y miró un momento a Barty Crouch con desagrado. Luego alzó otra vez la varita e hizo salir de ella unas cuerdas que lo dejaron firmemente atado. Se dirigió entonces a la profesora McGonagall.

—Minerva, ¿te podrías quedar vigilándolo mientras subo con Tn? Harry, deberías acompañarnos.

—Desde luego —respondió ella. Daba la impresión de que sentía náuseas, como si acabara de ver vomitar a alguien. Sin embargo, cuando sacó la varita y apuntó con ella a Barty Crouch, su mano estaba completamente firme.

—Severus, por favor, dile a la señora Pomfrey que venga —indicó Dumbledore—. Hay que llevar a Alastor Moody a la enfermería. Luego baja a los terrenos, busca a Cornelius Fudge y tráelo acá. Supongo que querrá oír personalmente a Crouch. Si quiere algo de mí, dile que estaré en la enfermería dentro de media hora.

Snape asintió en silencio y salió del despacho.

—Tn... —llamó Dumbledore con suavidad.

Tn se levantó y volvió a tambalearse. El dolor de la pierna, que no había notado mientras escuchaba a Crouch, acababa de regresar con toda su intensidad. También se dio cuenta de que temblaba. Harry tomó su brazo y la ayudó a salir al oscuro corredor.

—Antes que nada, quiero que vengas a mi despacho, Tn —le dijo en voz baja, mientras se encaminaban hacia el pasadizo—. Sirius nos está esperando allí—Había echado una mirada a Harry.

Tn asintió con la cabeza. Lo invadían una especie de aturdimiento y una sensación de total irrealidad, pero no hizo caso: estaba contento de encontrarse así. No quería pensar en nada de lo que había sucedido después de tocar la Copa de los tres magos. No quería repasar los recuerdos, demasiado frescos y tan claros como si fueran fotografías, que cruzaban por su mente: Ojoloco Moody dentro del baúl, Colagusano desplomado en el suelo y agarrándose el muñón del brazo, Voldemort surgiendo del caldero entre vapores, Cedric... muerto, Cedric pidiéndole que lo llevara con sus padres...

—Profesor —murmuró—, ¿dónde están los señores Diggory?

—Están con la profesora Sprout —dijo Dumbledore. Su voz, tan impasible durante todo el interrogatorio de Barty Crouch, tembló levemente por vez primera.

Llegaron ante la gárgola de piedra. Dumbledore pronunció la contraseña, se hizo a un lado, y él y Harry subieron por la escalera de caracol móvil hasta la puerta de roble. Dumbledore la abrió. Sirius se encontraba allí, de pie. Tenía la cara tan pálida y demacrada como cuando había escapado de Azkaban. Cruzó en dos zancadas el despacho.

—¿Estás bien, pequeña? Lo sabía, sabía que pasaría algo así. ¿Qué ha ocurrido?

Las manos le temblaban al ayudar a Tn a sentarse en una silla, haciendo que Harry se apartara un poco, pero siguiéndolos de cerca, delante del escritorio.

—¿Qué ha ocurrido? —preguntó, más apremiante.

Dumbledore comenzó a contarle a Sirius todo lo que había dicho Barty Crouch. Los Potter sólo escuchaban. Tn estaba tan agotada que le dolía hasta el último hueso, y lo único que quería era quedarse allí sentada, que no la molestaran durante horas y horas, hasta que se durmiera y no tuviera que pensar ni sentir nada más.

Oyó un suave batir de alas. Fawkes, el fénix, había abandonado la percha y se había ido a posar sobre su rodilla.

—Hola, Fawkes —lo saludaron Tn y Harry en voz baja. Acariciaron sus hermosas plumas de color oro y escarlata. Fawkes abrió y cerró los ojos plácidamente, mirándolos. Había algo reconfortante en su cálido peso. Tn dejó caer suavemente su cabeza en el hombro de su hermano, y él la rodeó con su brazo para acercala, ya estaban juntos.

Distintas casas (Año 1-4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora