//CAPÍTULO DIECINUEVE//

39 5 0
                                    

Narrador/a: Violet Evans

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narrador/a: Violet Evans.

Para esta hora somos el centro de atracción de todo el parque, acabamos de salir de los carritos de juego al igual que la mayoría. La noche esta tranquila y serena, la brisa golpea suave mi cabello suelto, mi vestido a esta altura ya está bastante estropeado pero no me preocupa mucho.

—¡Eres pésimo jugador!—Le digo a Davi en forma de burla él hace una expresión de ofendido. Su cabello esta un poco despeinado y su rostro se ve cansado.

—Solo me ganaste nueve veces—Responde victorioso. Me río a carcajadas ante de responderle, hoy he reído tanto que me duele la barriga (Mas de lo normal) me siento como una adolescente enamorada ¡Cosa que no es así!

—Y jugamos unas diez o once veces—Le recuerdo.—Jajaja, estas loquito Davi—Es como si estar cerca de él me hiciera tan despreocupada y relajada, tal cual como es Davi Johnson.

—Y tú no te quedas atrás he—Dice para defenderse. Una pareja pasa por nuestro lado y nos saludan.—¡Somos famosos!

—Si pero por mi—Caminamos despacio en dirección a la salida. La mayoría de las personas que habían también se estan yendo. Davi se apresura y llega a un puesto de algodón de azucar y me lo señala entusiasmado.—¿Qué?

—¡Oh vamos! Un algodón de dulce no le hace daño a nadie ¿No te apetece?—Le paga al señor de los algodones y este nos entrega uno a cada uno. Son rosa claro y tienen un especie de glaseado muy diminuto al final.

—Bueno, no tengo opción ¿Como siempre no?—Ay guitarrista ¿Que estas haciendo con la Violet odiosa que solía ser? Comienzo a comerlo con cuidado de no ensuciar mi vestido. Seguimos caminando hasta salir del parque.

—Te llenaste

—¿Ha?—Davi se detiene y me quita un poco de dulce en mi nariz, lo hace despacio como si temiera de lastimarme o algo así. Su dedo es suave, como tocar a un bebé.

—Ya esta—Me sonríe y quedamos muy cerca, tanto que comienzo a sentir nervios.—Podría quedarme así toda la vida—Su sonrisa es un poco torcida, el contraste con la luz escasa de la luna y la oscuridad de la noche lo hace ver más atractivo de lo que realmente es...

—¿Cómo?

—Viéndote sonreír—Es tierno pero incómodo y muy extraño. Es solo un conocido, no se nada de él y él pareciera que me conociera de años... Pero aunque la lógica me dice todo eso, siento muy dentro una sensación que preferiría no sentir. Seguimos caminando por unos minutos llenos de un silencio incómodo hasta llegar sin darnos cuenta a mi casa.

—Aquí nos despedimos ¿no?—Él no quiere irse y yo no quiero que se vaya ¿Se supone que deba hacer algo al respecto? <Si> no te pregunte a ti.

—Te invito a tomar algo, si quieres...—Coloco mi mano en el reconocedor de huellas para abrir la puerta y él me sigue. Entramos de despacio tratando de no hacer ruido hasta que nos adentramos en la cocina que permanece a oscuras. Abro la puerta de la nevera pero no veo las botellas de aguas.—¿Dónde están?

A mi ritmo [1er libro T.R] POR EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora