//CAPÍTULO SIETE//

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Narrador/a: Violet Evans

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Narrador/a: Violet Evans.

No se porque acepte la estúpida idea de que el chico guitarra me llevara a mi casa y es que no puedo afincar mi pie, supongo que no tenía opción.

Ahora estoy entrando en la sala de juegos de mi casa a escondida de todo el personal (Solo ruego porque Maggy no nos vea). Nos topamos con una que otra empleada de limpieza pero fingen no habernos vistos, los de seguridad estan tomando la merienda (Seguro, solo coquetean con las cocineras) pero no me quejo eso hoy me ha dado ventaja para que no me vean y crean que voy hacer otra cosa, Dios me guarde.

Coloco seguridad a la puerta cuando la cierro.

—Eso se ve mal—Me dice el chico.

Me sostengo de su agarre y me lleva a un sofá negro que está en el medio del salón.

—¡Vaya! Tienen un salón de juegos, a mi no me dejan tener uno jaja—Añade riendo ¿Siempre parece tan despreocupado por la vida?

—Bueno, no salgo de mi casa para casi nada, algo tengo que hacer—Le respondo indiferente. Comienzo a quitarme las pantunflas con cuidado, él se acerca y me ayuda ¿Saben? No me gusta depender de nadie aunque eso implique cosas tontas como las de ahora.

—¡Demonios!

—Uhh ¿Esta mal he?

Mi pie es un desastre.

—Puedo ir por hielo, y buscar una venda, no se, si quieres...

—Esta bien. Aquí hay un baño con botiquín de primeros auxilios, pero el hielo lo consigues en la cocina, no se si sea buena idea—Pienso en todas las empleadas de la cocina coqueteando con los guarda espaldas, en Maggy ¡Definitivamente no es buena idea!

—Esta bien—Responde al ver mi expresión.—Puedo colocarte paños calientes—De hecho esa si es buena ida. Le señalo el baño donde puede conseguír agua caliente mediante la ducha o incluso el lavado de manos.

El chico guitarra va al baño, saca el botiquín ¡Gracias a Dios tenemos uno en cada baño! También trae una cubeta con agua caliente y paños.

—¿Qué?—Toma mi pie y lo coloca encima de una silla cercana.

—¿Por qué haces esto?—Le pregunto. Comienza a mojar las toallas. Solo es curiosidad ¿Okey? No es que me importe o algo.

—Bueno, dijiste que te matarían, no queremos un velorio ¿O si?—Dice bromeando. Eso me hace reír, su tranquilidad es contagiosa.

—Supongo.

—Esta bien. Solo relajate para poder ayudarte ¿Sabías que la mejor manera de sanar un dolor físico o sentimental es relajando tu cuerpo?

—No, no lo sabía.

—Pues sip.

Trae su guitarra y la sostiene a su lado, moja los paños con el agua caliente y comienza a colocarlos sobre mi pie.

A mi ritmo [1er libro T.R] POR EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora