Prioridad

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Serenity se quedó inmóvil, atrapada en el torbellino de emociones que Zafiro había desatado. Su mente luchaba por encontrar claridad mientras sus labios se movían con fervor, cada beso intensificando el fuego que ardía entre ellos. Zafiro la tomó con más fuerza, como si temiera que ella pudiera desvanecerse. Sus manos exploraban su cuerpo con una urgencia desesperada, y Serenity sintió cómo su resistencia comenzaba a desvanecerse. La mezcla de deseo y miedo se entrelazaba en su interior, pero había algo en la forma en que Zafiro la miraba que la hacía sentir viva.

-Eres mía -murmuró él entre besos, su voz cargada de posesividad-. No puedes dejarme; no permitiré que te alejes de mí.

Serenity cerró los ojos, dejándose llevar por el momento. Cada caricia era una promesa de un amor salvaje e incontrolable. La cercanía de Zafiro era electrizante; había algo en su toque que encendía una chispa dentro de ella.

Zafiro guió a Serenity hacia la cama, donde la luz tenue creaba un ambiente íntimo y cargado de tensión. Ella sabía que estaba cruzando una línea peligrosa, pero el impulso del momento era irresistible. Cuando finalmente se encontraron enredados en sábanas blancas, cada roce era como un fuego que consumía sus dudas. Zafiro exploró su cuerpo con manos firmes y seguras, sus labios dejando un rastro ardiente por su piel. Serenity se estremeció al sentir su calor, cada caricia encendiendo llamas de deseo que nunca había experimentado antes.

-Eres increíblemente hermosa -susurró Zafiro, mirándola a los ojos con una intensidad que la hizo sentir vulnerable y poderosa al mismo tiempo.

Serenity dejó caer su vestido, sintiendo la mirada voraz de Zafiro y cómo sus palabras resonaban en su corazón, llenándola de un éxtasis que nunca había imaginado. En ese instante, todo lo demás desapareció; solo existían ellos dos entre esas cuatro paredes.

A medida que se entregaban el uno al otro sin reservas, Serenity sintió cómo su cuerpo respondía a cada toque de Zafiro. Él la acariciaba con una lujuria desenfrenada, sus manos explorando cada rincón de su piel desnuda, como si cada caricia fuera un fuego que encendía su deseo más profundo. Sus dedos se deslizaban con maestría sobre sus senos, provocando oleadas de placer que la hacían gemir suavemente.

Zafiro la miraba con una mezcla de hambre y devoción, sus ojos brillando con una intensidad que la hacía sentir completamente expuesta. Cada beso era un torrente de pasión; sus labios se encontraban con urgencia, como si el mundo exterior hubiera desaparecido. La química entre ellos era palpable, un magnetismo irresistible que los mantenía atrapados en un torbellino de deseo.

Con cada roce, Serenity se entregaba más a la locura del momento, dejando atrás cualquier duda. La habitación se llenaba de susurros y risas cómplices, mientras sus cuerpos se movían al unísono, creando una danza ardiente donde el placer y la conexión se entrelazaban en una sinfonía de sensaciones. Era un juego de seducción donde ambos eran cómplices, explorando los límites de su deseo y dejando que la pasión los consumiera por completo.

-Déjate llevar -murmuró él, guiándola hacia el éxtasis-. Siente lo que somos juntos. Voy a hacerte sentir placeres que nunca vas a poder olvidar.

Serenity cerró los ojos, entregándose al torrente de sensaciones que provocaba el vaivén del miembro de Zafiro dentro de ella. Él la poseía con una fuerza primitiva; cada embestida era un golpe electrizante que la hacía vibrar de placer. Sus caricias eran como fuego ardiente, recorriendo su piel y encendiendo cada fibra de su ser. Cada beso que compartían era un hechizo que la mantenía atrapada entre las sábanas; sus labios se encontraban con una urgencia desesperada, llenos de deseo.

La pasión los envolvía como un torbellino; ella se sentía viva, más intensa y deseada que nunca. Zafiro la miraba con un fuego en sus ojos que prometía más mientras sus manos exploraban su cuerpo con una maestría que la hacía perderse en el momento. Cada roce, cada gemido era un llamado a entregarse por completo a esa conexión ardiente y salvaje, donde el tiempo se detenía y solo existían ellos dos, consumidos por el deseo.

Días más tarde...

-He oído rumores, princesa -comenzó Diamante, su voz cortante como un cuchillo-. Dicen que te has entregado a Zafiro.

El corazón de Serenity se hundió al escuchar esas palabras.

-No es lo que piensas -respondió ella rápidamente, tratando de defenderse.

-¿No? -interrumpió él con una sonrisa amarga-. ¿Acaso no fue solo una noche? ¿Una forma de olvidar lo que realmente sientes por mí? Creí que era yo a quien amabas.

Diamante dio un paso adelante; su mirada fija en ella como si intentara leer su alma.

-Tú siempre has sido mi prioridad -continuó-. Pero parece que te has dejado llevar por lo fácil y lo inmediato. ¿Qué pasó con tu búsqueda de libertad? ¿Era solo una mentira acaso?

Serenity sintió cómo las palabras de Diamante le atravesaban el corazón como espinas afiladas.

-No quiero perderme; quiero vivir -respondió ella con firmeza-. Quiero ser libre para amar sin cadenas.

Diamante sonrió con desdén.

-Ya veo... Parece que has encontrado consuelo en los brazos equivocados... ¿Por qué, Serenity? ¿Por qué te entregaste a mi hermano? -dijo él con frialdad-. Te amo más que a nada en esta vida; pero recuerda esto: los fuegos ardientes pueden consumirlo todo y tú no serás la excepción, princesa de la Luna.

Con esas palabras resonando en su mente, Serenity supo que debía enfrentar sus sentimientos. Había cruzado una línea con Zafiro, pero también había aprendido algo sobre sí misma: el amor no siempre es sencillo y a veces hay que arriesgarse para encontrar lo que realmente se desea.

Mientras Diamante se alejaba, Serenity sintió una mezcla de liberación y dolor. Sabía que debía tomar decisiones difíciles en el camino hacia su verdadera libertad emocional; estaba lista para enfrentar sus demonios y descubrir qué significaba amar sin ataduras ni miedos.

Lujuria lunar +18 (Diamante X Serena)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora