Flor dorada

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Serenity se sentó en su escritorio, el corazón agitado mientras las sombras del atardecer se alargaban por la habitación. La luz dorada filtrada a través de las ventanas iluminaba su rostro, pero no podía disipar la tormenta que se agolpaba en su interior. Con la pluma en mano, comenzó a escribir, cada palabra fluyendo con la intensidad de sus sentimientos.

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Querido Diamante,

Agradezco tu valentía al intentar liberarme. Tu deseo de protegerme me conmueve profundamente, pero aún me duele la traición que viví. Cada vez que cierro los ojos, revivo el dolor que dejaste en mi corazón; es una herida que parece no sanar. Intento seguir adelante, pero a menudo me encuentro atrapada en recuerdos dolorosos que me persiguen como sombras.

Tu ausencia me empujó a buscar consuelo en Zafiro. A veces parece loco, pero su amor por mí es una llama ardiente que no puedo ignorar. En sus brazos, he encontrado un refugio; su pasión por mí es innegable y me ha hecho sentir valorada y deseada en momentos en que me sentía completamente perdida.

Me encuentro atrapada entre el amor que siento por ti y la seguridad que Zafiro me ofrece. Él ha llenado un vacío que dejaste, y aunque sé que no debería compararlos, su fervor me ha hecho cuestionar si puedo dejarlo atrás. A pesar de sus defectos, su devoción es palpable y me envuelve como un manto cálido.

Te quiero, Diamante, pero las heridas son profundas y mis dudas crecen con cada día que pasa. ¿Podré realmente olvidarte y encontrar la libertad que prometes? O tal vez, ¿será más fácil quedarme donde hay fuego, aunque sea peligroso?

Mis sentimientos son un mar agitado; a veces deseo lanzarme a tus brazos y otras veces temo lo que eso significaría. La lucha interna es agotadora, y cada día que pasa siento que me alejo más de la claridad.

Con amor y confusión,

Serenity

Justo cuando Serenity terminó su carta, Zafiro irrumpió en la habitación con una energía intensa. Sus ojos se posaron en el papel sobre el escritorio y su expresión cambió de curiosidad a furia al leer las palabras de amor y confusión.

—¿Qué es esto? —gritó Zafiro, tomando la carta con fuerza entre sus manos temblorosas—. ¿Estás dudando de mí?

Sin esperar respuesta, se acercó a ella con una mirada posesiva que hacía temblar a Serenity. La tomó por la cintura con una fuerza casi desesperada, atrayéndola hacia él.

—No te vayas, Serenity —imploró con voz seductora—. Eres todo lo que tengo. No puedo perderte, mi bella flor dorada.

El corazón de Serenity latía desbocado entre el deseo y la confusión mientras sentía el calor de su cuerpo cerca del suyo. La cercanía era electrizante; había algo en su toque que encendía una chispa dentro de ella.

—Zafiro... —susurró ella, intentando mantener la calma—. Necesito tiempo para pensar.

—¿Pensar? —interrumpió él, acercándose aún más hasta casi rozar sus labios—. ¿No ves lo que hay entre nosotros? Te necesito a mi lado. Sin ti, estoy perdido.

Sus ojos brillaban con una mezcla de pasión y desesperación mientras sus manos se aferraban a ella con firmeza. Era como si estuviera tratando de anclarla a un mundo donde solo existieran ellos dos.

—Tú eres mi mundo —continuó Zafiro—. No busques algo incierto cuando aquí tienes todo lo que deseas.

Serenity sintió un tirón en su corazón; las palabras de Zafiro eran dulces como miel, pero también peligrosas como espinas incrustadas en su piel.

—No puedo ignorar lo que siento por Diamante —respondió ella con firmeza—. Él me ofrece libertad, pero mis dudas son abrumadoras. Lo siento... ni siquiera tengo claro qué siento por ti, Zafiro.

Zafiro frunció el ceño al escucharla; su furia creció al ver cómo sus palabras parecían desvanecerse en el aire como humo.

—¿Libertad? ¿Crees que él puede darte eso? —su voz se volvió intensa y casi amenazante—. Solo yo puedo ofrecerte poder y seguridad. No te engañes; él no te protegerá como yo lo haré.

Sin previo aviso, Zafiro inclinó su cabeza hacia ella y la besó posesivamente. Sus labios reclamaron los de Serenity con una urgencia salvaje que dejó sin aliento a la princesa. Ella se sorprendió por la intensidad del beso; era un fuego ardiente que despertaba tanto deseo como miedo dentro de ella.

—Eres mía —murmuró Zafiro entre besos apasionados—. No puedes dejarme; no permitiré que te alejes de mí.

Serenity sintió cómo su resistencia comenzaba a desvanecerse bajo la presión de sus labios y manos firmes. La mezcla de pasión y posesividad la envolvía como un torbellino; cada caricia era una promesa de un amor salvaje e incontrolable.

Zafiro continuó besándola con fervor mientras sus manos exploraban su cuerpo con una urgencia desesperada. Ella sabía que estaba atrapada entre dos mundos: el amor intenso pero posesivo de Zafiro y el anhelo de libertad junto a Diamante.

Lujuria lunar +18 (Diamante X Serena)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora