Capítulo #7 (La propuesta)

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Zafiro, que había presenciado todo desde las sombras, se sentía devastado. La imagen de su hermano besando a la princesa Serenity se repetía en su mente como una pesadilla interminable. El odio profundo que brotaba en su pecho era como un veneno, y sabía que no podía dejarse llevar por sus sentimientos; debía ser más astuto, más calculador.

Mientras caminaba por los pasillos del castillo, una macabra idea comenzó a formarse en su mente. Decidido a llevar a cabo su plan, salió rápidamente del castillo en dirección a un burdel del reino, un lugar donde las sombras y los secretos se entrelazaban. Allí, pidió la mujer más bella del lugar, una seductora que conocía bien el arte de la manipulación.

Le pasó ropas finas y excelentes perfumes, y le dio la orden de que al anochecer se metiera en las sábanas de su hermano, Diamante, y que hiciera lo que mejor sabía hacer. La mujer, intrigada por la propuesta, asintió con una sonrisa cómplice, lista para cumplir con el plan de Zafiro.

Ya entrada la noche, Zafiro se dirigió a la habitación donde dormía la mujer que tanto amaba. La tensión en el aire era palpable, y su corazón latía con fuerza, alimentado por la ira y la venganza. De pronto, la mujer le habló:

-¿Sabes qué hora es, príncipe Zafiro? ¿Acaso ni descansar tranquila se puede en Némesis?

Zafiro, con una risa irónica, le respondió:
-Acompáñame, princesa. Quiero que veas algo muy interesante.

Serenity, al principio dudando en ir, se sintió obligada a seguirlo, ya que él le tomó del brazo y la llevó directamente a la habitación de su amado príncipe Diamante.
La puerta estaba entreabierta, y los gemidos que provenían de aquel lecho hicieron que el corazón de la princesa se detuviera. La imagen de Diamante compartiendo la intimidad con otra mujer la golpeó con fuerza, dejándola sin aliento.

La mujer que yacía con Diamante se giró, dejando la calidez de las sábanas y caminando directamente hacia Serenity. Con un tono despectivo, le dijo:

-Perdona que te moleste, pero ¿qué haces aquí? ¿Acaso eres de esas personas que disfrutan de ciertos tipos de fetiches?
La princesa, incapaz de soportar la vulgaridad de la situación, le dio una fuerte cachetada y le respondió:

-¡Qué mujer tan vulgar! No me vuelvas a dirigir la palabra. Vine aquí porque me trajeron casi a la fuerza, pero agradezco en el fondo aquel acto. Me sirvió para abrir los ojos... Quédate con él, a mí ya no me importa. Son tal para cual.

Con el corazón hecho pedazos, Serenity intentó mantenerse erguida, pero la debilidad la invadía. Se dio la vuelta y salió de la habitación, sintiéndose una idiota por haber confiado en alguien que solo se estaba burlando de ella.

Zafiro, sintiéndose triunfante, acompañó a la bella princesa hasta su habitación y le dijo con una voz suave:

-Lamento que sea de esta forma en la cual abras los ojos. Él no te merece; solo yo puedo hacerte feliz.
Serenity, aún con el corazón roto, lo miró con desdén.

-¿Y cómo sé que lo que propones es verdad? Tu hermano también me dijo lo mismo, y yo caí como una estúpida en sus viles mentiras.

Zafiro, mirándola con intensidad, le dijo:
-Solo pruébame, princesa, y haré lo que tú me pidas. Pondré un mundo a tus pies, te llenarás de oro y joyas, y haré crecer tu reino, convirtiéndolo en toda una utopía.
Se acercó un poco más, su voz cargada de promesas:

-Tan solo con que tú me digas que aceptas ser mía para siempre, yo haré que cada uno de tus sueños se haga realidad.
Serenity, sintiéndose atrapada entre dos mundos, expresó sus dudas:

-No lo sé, tengo mis reservas. Eres un hombre muy posesivo y violento. No puedo confiar en alguien que utiliza la fuerza para conseguir lo que quiere.

Zafiro, con una mirada que mezclaba determinación y deseo, se acercó aún más, casi susurrando:

-Entiendo tus temores, pero lo que siento por ti es genuino. No soy como mi hermano. Yo no te mantendré prisionera; te ofreceré un lugar en mi corazón y en mi reino.
Serenity, sintiendo la intensidad de su mirada, se vio atrapada en una red de emociones conflictivas. La lucha entre el deseo y la razón la desgastaba, y en su interior, una voz le decía que debía escapar de todo esto. Pero la atracción que sentía hacia Zafiro era innegable, y su corazón latía con fuerza.

-No puedo... -murmuró, sintiendo que las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos-. No puedo dejarme llevar por esto.
Zafiro, viendo la lucha interna de la princesa, se acercó y tomó su mano con suavidad.

-Déjame demostrarte que puedo ser el hombre que mereces. No te prometo un camino fácil, pero te prometo que nunca te haré daño. Solo dame una oportunidad para mostrarte que hay más en mí que solo un príncipe celoso.

Serenity, sintiendo la calidez de su mano, se dio cuenta de que estaba en una encrucijada. Su corazón, dividido entre el amor y la traición, le hacía dudar. ¿Podría realmente confiar en Zafiro? ¿O sería solo un nuevo engaño?
Con el alma en vilo y el futuro incierto, Serenity se encontró en un dilema que cambiaría el curso de su vida para siempre.
Zafiro, al ver la duda en los ojos de la princesa, supo que debía actuar con cautela.

Tomó su rostro entre sus manos y le dijo con voz suave:

-Sé que no soy el príncipe perfecto, Serenity. He cometido errores y me he dejado llevar por mis impulsos. Pero te juro por lo más sagrado que, si me das una oportunidad, haré todo lo que esté en mis manos para hacerte feliz.

Serenity, sintiendo la calidez de sus manos, se estremeció. Recordó las palabras de Diamante, sus promesas de amor y libertad. Y ahora, Zafiro le ofrecía un futuro diferente, una oportunidad de escapar de la oscuridad que la rodeaba.

-¿Y qué pasará con tu hermano? -preguntó, su voz apenas un susurro-. ¿Cómo sé que no me usarás como un peón en su contra?

Zafiro, con una mirada decidida, respondió:

-Diamante y yo siempre hemos sido rivales, es cierto. Pero nunca antes había sentido algo tan fuerte como lo que siento por ti. Tú eres diferente, Serenity. Eres la luz que ilumina mi oscuridad, la razón por la que quiero ser un hombre mejor.

Se acercó aún más, sus labios casi rozando los de ella.

-Si me aceptas, te juro que haré todo lo posible por mantener la paz entre nosotros. No quiero que sigas siendo un objeto de disputa, sino la reina de mi corazón y de mi reino.

Serenity, sintiendo el calor de su aliento, se sintió tentada a cerrar la distancia entre ellos. Pero la imagen de Diamante con aquella mujer aún estaba fresca en su mente, y el dolor que le causaba era demasiado profundo.

-¿Y si te cansas de mí, Zafiro? ¿Qué pasará si un día decides que ya no me quieres y buscas a otra mujer?

Zafiro, con una sonrisa triste, respondió:

-Nunca podría cansarme de ti, Serenity. Eres la mujer de mi vida, la única que ha logrado tocar mi corazón. Si me aceptas, te juro que te amaré hasta el último de mis días, y que haré todo lo posible por hacerte feliz.

Serenity, sintiendo que su resolución se desvanecía, se rindió a la tentación. Acercó sus labios a los de Zafiro y lo besó con suavidad, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.

Zafiro, sorprendido al principio, correspondió al beso con pasión, abrazándola con fuerza. En ese momento, supo que había ganado la batalla. Serenity era suya, y haría todo lo posible por mantenerla a su lado.

Mientras se besaban, Serenity sintió que una parte de ella se rendía a la oscuridad. Pero también sabía que, si quería escapar de este infierno, debía jugar con las mismas cartas que sus captores. Y si Zafiro le ofrecía una oportunidad de libertad, ella estaba dispuesta a tomarla, sin importar el precio.
Con el corazón dividido entre el amor y la traición, Serenity se entregó a los brazos de Zafiro, sabiendo que estaba caminando por una delgada línea entre la salvación y la perdición.

Lujuria lunar +18 (Diamante X Serena)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora