piedad

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Diamante se encontraba frente a Serenity, su corazón palpitando con desesperación. La princesa lo miraba, confundida y herida.

—¿Es que acaso te perdí? No, eso no puede ser verdad... Tú me amas, lo sé.

Serenity, con lágrimas en los ojos, recordó las palabras de Berjerite: "No te dejes llevar por la primera impresión... escucha tu corazón." Pero el recuerdo de Rubí en la cama con él la atormentaba.

Zafiro, observando la duda en los ojos de Serenity, se acercó con una sonrisa encantadora.

—No te engañes. Solo yo soy digno de ti. Si aceptas mi propuesta, pondré el mundo a tus pies.

Serenity sintió un tirón en su corazón, pero su orgullo le decía que debía seguir adelante.

—Acepto tu propuesta, Zafiro —declaró con firmeza, dejando a Diamante atónito.

La reacción de Diamante fue instantánea; el ardor de los celos lo consumía.

—¡No! —gritó, su voz resonando en el aire—. ¿Cómo puedes hacer esto?

Zafiro sonrió triunfante mientras Diamante se sentía despojado de toda esperanza. Con una orden fría y calculada, Diamante se volvió hacia sus hombres.

—Llévense a Rubí. Que pague por su traición.

Los hombres obedecieron al instante, capturando a Rubí mientras ella suplicaba por su vida.

—¡No! ¡Por favor! ¡Quiero vivir!

Pero Diamante no mostró compasión. Zafiro se regocijó al ver cómo se desataba el caos.

—¿Cuál es el castigo para los traidores en Némesis? —preguntó Zafiro.

—¡La crucifixión, mi señor! —respondieron al unísono los hombres.

Los gritos desgarradores de Rubí resonaron por todo el castillo. Serenity sintió el horror invadirla mientras Diamante se mantenía firme en su decisión.

Mirando a Diamante, Serenity tomó una decisión irrevocable que sellaría su destino.

—He elegido a Zafiro. No puedo seguir amándote.

Con esas palabras, dejó atrás a Diamante y abrazó su nuevo destino junto a Zafiro.

Diamante, consumido por la ira y los celos, se volvió hacia Zafiro con furia contenida.

—¿De verdad crees que puedes tenerla solo porque le ofreces un mundo de lujos? Escucha bien: yo soy más poderoso y rico que tú. Si es dinero lo que busca, puedo darle el triple de lo que tú jamás podrías ofrecerle.

Zafiro arqueó una ceja, divertido ante la declaración de su hermano.

—¿Y qué? ¿Crees que el oro comprará su amor? Ella no está interesada en tus riquezas vacías. Lo que quiere es un hombre que la valore por quien es.

Serenity se volvió hacia Diamante con una mirada furiosa.

—¿Así que piensas que soy una interesada?
Que bajo has caído.

Diamante intentó defenderse:

—No es solo dinero. Te puedo ofrecer poder. Yo puedo darte un reino entero, más grande y glorioso que el tuyo.

Serenity cruzó los brazos y frunció el ceño.

—¡Cállate! No quiero escuchar más tus promesas vacías ni tus comparaciones. He tomado una decisión y no voy a permitir que me manipules más.

Diamante sintió cómo la desesperación lo invadía mientras ella continuaba:

—¡Sal de aquí! No quiero verte más.

La mirada de desprecio en sus ojos atravesó a Diamante como un puñal.

Con esas palabras, Serenity lo expulsó de la habitación como si fuera un extraño.
Antes de cerrar la puerta tras él, ella añadió con frialdad:

—Te hubiera elegido aunque no tuvieras nada pero, no me valoraste. No hay oro ni poder que pueda cambiar eso.

Diamante quedó paralizado en el umbral mientras las puertas se cerraban ante él con un golpe sordo. El eco resonó en su mente como una sentencia irrevocable: había perdido no solo a Serenity, sino también cualquier esperanza de redención

Lujuria lunar +18 (Diamante X Serena)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora