Parte 11

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Lena despertaba después de su arrebato pasional, Yulia apenas venía de vuelta a la cama con una delgada bata, le sonríe, la pelirroja se sienta en la cama, la pelinegra se mete entre las sabanas recostándose, Lena se recostó en su pecho y Yulia las cubrió a ambas.

—No es que no disfrute cuando paseas por el departamento sin ropa— le dijo besando la cabeza— pero empezó a llover y no quiero que te enfermes.

La pelirroja contestó abrazando la cintura de Yulia, de pronto recuerda lo que vio en la laptop de su novia, ¿sería buena idea preguntarle? ¿era algo sin importancia? Quizá todo era una curiosidad momentánea, como cuando hace unos meses vio un programa sobre el acelerador de partículas e intrigada por su funcionamiento se puso a investigar todo lo que pudo hasta que, así como el interés llego se apagó y ahora solo comentaba algo cuando veían televisión o alguien mencionaba algo al respecto, sí, eso debía ser.

—Tengo hambre— le dijo algo quejosa a Yulia.

—Lo sé

Y en verdad lo sabía, a Lena siempre le daba hambre al despertar.

—Vamos a la cocina.

Lena se levantó dejando ver una marca roja en su pezón, Yulia se sorprende, eso no estaba ahí antes.

—Lena, que... eso— le dijo señalando un momento la marca— ¿qué paso? — preguntó tocando con cuidado.

—Pasó que me mordiste— le contestó poniendo su mano sobre la de Yulia, ambas sobre su seno.

—No me di cuenta, no creí que hubiera sido tan fuerte, discúlpame— dijo avergonzada— ¿por qué no me dijiste?

—Porque no me dolió en ese momento, no te preocupes, está bien.

La idea de lastimar a Lena en cualquier forma era algo que no era siquiera tolerada por Yulia, aun en un momento de pasión, no podía permitir que eso pasara.

—Lo siento tanto— le dijo soltando con cuidado el seno para abrazarla.

—Yulia, tranquilízate, te dije que todo está bien.

—¿Te duele? — pregunto llena de culpa.

—No, cálmate ¿sí?

Sí le dolía, las mordidas fuertes siempre dolían, más en áreas tan sensibles como esa, pero si le decía que en efecto tenía un poco de dolor Yulia se la pasaría sintiéndose mal y disculpándose días seguidos, como hacía 2 años, que por accidente Yulia bajando una caja del armario había caído en el costado derecho de Lena, Yulia había pasado días entre disculpándose y después casi rogándole por un perdón que Lena le había concedido desde el primer momento y cuando la piel de blanca se tornó morada Yulia no podía verla a los ojos, todo eventualmente volvió a la normalidad cuando la piel se recuperó del golpe y Lena le aseguró que no había problema alguno.

—¿En verdad no te duele?

—Tranquila, todo está bien.

Las mentiras piadosas no dañan a nadie, ¿o sí?

-

Después de la cena Lena repasaba unas notas, mientras Yulia leía los capítulos de las notas que no había tomado al salirse de la clase, nada de gran dificultad, Lena bostezó.

—Es tarde, ¿vamos a la cama? — preguntó la pelirroja.

Yulia vio el reloj de pequeña sala, eran las 12:25, no tarde realmente, solo tarde para estar a tiempo en la primera clase.

—Claro, vamos— Yulia guardó sus cosas y ambas se prepararon para dormir.

Yulia se encuentra en medio de la nada, solo pasto a su alrededor, gira en redondo para rectificar que sí, solo hay pasto, una fresca brisa le mueve el cabello, puede oler la naturaleza o lo que ella cree que la naturaleza huele, humedad, árboles, aire libre de humo, le agrada, el sol solo ilumina un poco, no le molesta, esta cómoda, ¿pero que hace allí? y lo más importante de todo, ¿dónde esta? voltea a sus pies, extrañamente no tiene zapatos, trae su ropa de dormir, hace una mueca interrogativa, debía estar soñando, nunca saldría sin zapatos, levanta de nuevo la mirada y frente a ella hay nieve, lo que se alcanza a ver del pasto está muerto, hay una línea entre pasto y nieve y ella está a unos pasos de eso, camina hacia atrás un poco, no podrá caminar por la nieve, voltea de nuevo a ver sus pies, ahora calza botas para nieve, acaso debía caminar hacia allá? porque no? era un sueño después de todo, con paso seguro entra en la nieve, no hace frío, pero la nieve no parece derretirse, cruje bajo sus suelas, a unos metros se detiene.

AtrapadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora