Capítulo 11.- Irene Adler

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Disclaimer: Los personajes de Sherlock Holmes no me pertenecen, sino a su autor Sir Arthur Conan Doyle, la serie "Sherlock" pertenece a la BBC. Este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Personajes: Sherlock, John Watson y otros.

Aclaraciones y Advertencia: Este fic contiene Slash, lemon, y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

Resumen:Sherlock, John y Sherly han formado una familia, ¿Qué sucede cuando la pequeña princesa decide que es tiempo de ingresar un nuevo miembro?

Beta: ChechuFujoshi

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

La familia de papá

Capítulo 11.- Irene Adler

El día no fue nada tranquilo para John Watson; entre los preparativos de la fiesta de Sherly y la llegada de la tía Irene —que dicho sea de paso, esperaba que no fuese esa Irene—, lo tenía bastante estresado.

John suspiró pesadamente, ya era hora de acostar a Sherly; tomó el libro que había comprado en su hora de descanso y se dirigió a la habitación de Sherlock y su hija, la niña ya estaba acomodada en la cama con Smaug a su lado. El doctor sonrió, era increíble cuan inteligente era ese perro, aprendía todos los trucos que su dueña le enseñaba en poco tiempo, incluso estaba seguro que muy pronto, esos dos estarían corriendo por las calles de Londres, persiguiendo criminales junto a Sherlock y él.

A la mañana siguiente, Sherlock tuvo que llevar a su hija al colegio, pues John había tenido una emergencia en la clínica. Al final, habían decidido no sacar a la niña de la escuela —no por la ridícula y vacía disculpa de la directora—, ya que la pequeña había tenido ya suficientes cambios en tan pocos meses y lo que en ese momento necesitaba era algo de estabilidad.

—Padre, ¿papá está molesto con nosotros por causa de la tía Irene? —preguntó la pequeña minutos después de haber subido al taxi.

Sherlock ya lo había deducido, aunque no quería creer que fuese verdad. Las personas normales, sentían celos cuando sus parejas se acercaban a individuos físicamente atractivos, sí, Irene era hermosa para los estándares socialmente aceptados, pero John no tenía comparación.

—Tal vez debería llamar a tía Irene y decirle que no venga —Sherlock frunció el ceño, no le gustaba escuchar tristeza en la voz de su hija; tenía que hablar con John y arreglar el malentendido.

...

John suspiró por quinta vez en 10 minutos, se sentía culpable por no haber llevado a Sherly a la escuela como todos los días, le preocupaba que Sherlock pudiese hacer o decir algo que ofendiera y/o traumatizara tanto a los alumnos como a los maestros. No quería ni imaginar lo que su excéntrico novio pudiese estar haciendo sin supervisión.

Suspiró nuevamente; ahora sentía remordimiento por esas pobres almas.

Cuando terminó su trabajo, decidió pasar por una tienda para comprar lo necesario para la fiesta de su hija, ya era tarda para ir por la niña al colegio, pero no estaba preocupado, pues sabía que Sherlock era lo suficientemente responsable (al menos con la niña) para ir por ella, y en caso de que estuviese con Lestrade o metido en algún experimento, estaba seguro que Mycroft no dejaría a su sobrina abandonada.

Al llegar a casa, pasó por el departamento de la señora Hudson para pedirle que le guardara las cosas, a lo que ella aceptó encantada.

—Oh, Sherly estará feliz con su fiesta —en verdad era lo que John deseaba; quería que todo fuese perfecto para su hija.

Se despidió de la amable casera y se dirigió a su departamento, al llegar a la entrada, se detuvo ante la puerta extrañamente cerrada. Escuchó la voz de Sherly hablando animadamente con alguien más, al entrar, se dio cuenta que Irene estaba sentada en el sillón rojo, su sillón favorito con la niña en su regazo y Sherlock frente a ellas, parecían una hermosa familia feliz; por primera vez, John se sintió como un extraño, un intruso.

El doctor retrocedió un paso, quizás lo mejor para Sherlock y para su hija era tener a Irene en sus vidas y no a él, después de todo, La mujer podía darle más hijos al detective y la figura materna que Sherly tanto necesitaba tras la muerte de Isabel y de Greta.

—¡Papá, llegaste! —la niña se bajó de las piernas de Irene y corrió a abrazar a John, quien la recibió con los brazos abiertos.

—Hola, cariño, siento no haber podido ir a dejarte al colegio o ido a recogerte —el doctor realmente se sentía apenado por no haber estado con su niña durante ese momento.

—No importa, padre me llevó y el tío Mycroft fue por mí, junto con el tío Greg, luego fuimos por un helado.

Irene se mantenía en silencio, observando la interacción entre Sherly y John; estaba feliz por la pequeña, pues era la primera vez que la veía actuar como una niña de su edad, cuando vivía con Isabel, era como una adulta en miniatura, una muy seria. Mirándola ahora, tan alegre y sociable (hasta donde un Holmes podía ser), no le quedaba duda que todo era gracias a John Watson.

Por su parte, John no estaba para nada contento de ver a Irene, La Mujer en la sala de su casa y menos en su sillón, mucho menos tan cerca de Sherlock, le hacía hervir la sangre. Era muy consciente de sus celos, pero por más ridículo que le pareciera, no podía evitarlo. Ella era la única mujer que había atraído la atención de Sherlock Holmes y le asustaba que el detective se decidiera por Irene y lo abandonara.

—Me alegro, Sherly —dijo John, miró a la mujer —. Señorita Adler, es bueno verla.

—Igualmente, querido doctor. Espero que tú y Sherlock disfrutaran de nuestro regalo —aquella declaración provocó que Watson frunciera el ceño, recordando el asunto de los condones.

—Sherly, cariño, ve a lavarte para cenar. Sherlock, tú también.

—No tengo hambre, necesito resolver...

—¡Ahora! —el detective y su hija miraron sorprendidos al doctor e hicieron inmediatamente lo que les había ordenado. Era muy raro verlo en ese estado, fuera del peligro causado en algún caso y no deseaban enfrentarse al capitán Watson, o a lo que fuese capaz de hacer.

—¿En qué demonios pensaba cuando le envió tal cosa a una niña de diez años? —dijo John furioso.

—Ella me llamó preguntando por la calidad de los condones y cual sería mejor para ustedes, así que decidí enviarle algunos...

—Oh, ¿y si te hubiese pedido un arma o drogas, se las habrías dado? —no podía creer la gran desfachatez de esa mujer, ¿pero que podía esperar de una... prostituta? Porque no importaba que nombre elegante se pusiera Irene Adler, nunca dejaría de ser una mujerzuela, una ramera.

—¿En verdad no lo entiendes, cierto? —La mujer parecía estar burlándose de John (al menos así lo sentía el doctor). —Sherlock e Isabel estaban casados, pero dormían en habitaciones diferentes. Sherly con su padre. La actitud de Isabel para con su hija y marido siempre fue fría. Sherly cree que si se aman, deben tener sexo y besarse.

Ahora lo comprendía. Era por eso que la niña les pedía que se abrazaran o besaran, ya fuese como saludo, despedida o simplemente por hacerlo. En el fondo, la pequeña tenía miedo de que se separaran y quedar nuevamente sola.

—Disculpa —dijo John y se dirigió al baño donde Sherlock y su hija se encontraban; se acercó a la niña y la abrazó, depositando un beso en su frente, después se levantó e hizo lo mismo con Sherlock, la diferencia, fue que en esta ocasión, fueron los labios del detective quienes recibieron el contacto. —Los amo a los dos, discúlpenme por mi comportamiento.

—¿Estás bien? —preguntó Sherlock preocupado. John asintió con la cabeza pero le dedicó esa mirada de "en cuanto nuestra hija se duerma, tú me vas a explicar todo".

Quizás, las cosas para Sherlock, no habían acabado...

....

¡Horrible! Lo sé, pero ya me quedé sin ideas, en fin, pronto terminaré el fic, yo diría unos tres o cinco capítulos más y ya. Espero me perdonen por este capítulo, nos vemos en la siguiente.

La nueva familia de papáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora