Capitulo 50

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Nunca se me pasó por la cabeza que el día en que cumplía un mes con Juliana, Lucho nos iba a secuestrar. 

Durante todo el tiempo que estuve en la clínica lo pensé. Y claro, la respuesta era obvia: a Lucho le gustaba el melodrama, como a mí. Recordé aquella ocasión con la limosina. No pude ser más melodramática porque no encontré labial rojo entre mi maquillaje.

Me dieron de alta pocos días después de la aparición de Esmeralda y, de repente, me encontré bastante desubicada. 

Llegué a casa y mi padre estaba allí con su novia. Estaba bastante atenta conmigo. "¿Quieres esto? ¿Se te antoja lo otro? ¿Te gusta lo que cocino?", etc.

Los primeros días me encerré en mi habitación y sólo salía para buscar alimento o darme una ducha. No entendí que Juliana me había terminado hasta que comprendí que mi auto encierro era por eso.

- El mundo no se va a acabar porque ella no esté- me dijo un día mi padre recargándose contra la puerta.

Algo había cambiado. Ya no se mostraba temeroso ante mi presencia y me sonreía con sorna. La confianza había regresado a él. ¿Sería por mi secuestro? ¿Se dio cuenta que soy tan humana como otros?

- El mundo no, pero puede que yo sí- respondí llevándome otra cucharada de helado de vainilla a la boca.

- Eres mejor que ese chiste de comedia romántica que pareces en este momento- replicó.

Wow, la gente se había acostumbrado a darme bofetadas. O tal vez, por primera vez, me importaba y por eso las sentía.

- Creo que puedo darme el lujo de parodiarlo por unos días- defendí.

- Por favor Valentina, no seas inmadura...

¿Es que ya nadie me respetaba?

- ¿No tienes nada mejor que hacer?- inquirí mirándolo con ira.

- Disfruto viéndote- soltó.

- Jódete- le lancé un cojín pero lo esquivó con facilidad.

- Cuidado con el lenguaje- dijo con seriedad.

- Ahora sí vienes con ínfulas de padre, ¿no?

Suspiró con fuerza y se acercó a la cama. Se sentó a mis pies y me observó.

- Creo que tu madre era mejor en esto que yo- admitió con tristeza. Curiosamente, también me sentí triste. Karla lo había arruinado todo. - Pero, no puedes seguir así, no es sano- continuó.

- Sólo es helado.

- Sabes que no hablo de eso.

Guardé silencio por unos segundos. Vale, estaba en plan padre, no se merecía que lo bajara de la nube.

- Nunca quise separarme de tu madre... - ¡lo sabía! - ...pero las cosas se habían complicado tanto...- los ojos se le oscurecieron. Le sostuve la mirada por costumbre pero quería mirar hacia otro lado - Y te quedaste sola...

- No me quedé sola- repliqué de inmediato. Eso sólo demostraba lo sola que me había quedado.

- Y veo que con Juliana sentiste que por fin estabas con alguien- analizó.

En parte tenía razón. Con Sergio sentí que tenía un amigo pero algo me hacía dejarlo atrás, tal vez el miedo a decepcionarlo. Lucho fue muy especial pero, después que intentara matarme en el hotel, lo único que sentía era miedo. Eso se quedaba conmigo. Las arpías sólo eran de adorno, no podía considerarlas mis amigas porque nunca lo fueron. Y luego vino Juliana, la rara que se dejó seducir de una tonta con delirios de grandeza, la que poco a poco se me fue metiendo debajo de la piel hasta que se volvió insoportable. Ese era el problema, era como un tatuaje.

Friends With Benefits  (Adaptación Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora