Capitulo 10

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Juliana POV.

A veces no me reconocía a mí misma desde que estaba con Valentina. Era como si parte de su maldad se me hubiera pegado.

Desde la ocasión de la golpiza que ordenó para Diego y Lady habían pasado dos semanas y no habíamos parado de tener sexo todos los santos días.

Era algo extraño, en mi cabeza seguían recuerdos de Esmeralda, que con el tiempo eran menos claros, pero, no podía soltarla, era como una necesidad de ella, de su cuerpo, de su aliento, su esencia.

Y cada vez que teníamos sexo, era embriagante, adictivo.

Todas aquellas cosas que sentía por ella -o por su cuerpo, realmente no lo tenía claro- me frustraban. No podía alejarme a pesar de que sabía que era perjudicial; empezaba a interesarme más por la droga, aunque todavía no la consumía y eso me preocupaba. No quería caer.

Por desgracia, cada vez me sentía más atrapada entre sus redes, era inevitable, conocía todos y cada uno de mis puntos débiles, sabía cómo manipularme, cómo hablarme, lo que me gustaba y lo que me disgustaba.

Las arpías, como ella las llamaba, ya no me hacían mala cara cuando llegaba con Valentina y, de hecho, intentaban ser mis amigas, cosa que me aterraba a ratos.

Esa tarde acababa de tener sexo con Valentina, una sesión de dos horas y que me dolió que terminara. Yo quería más.

La ojiazul se quedó entre mis brazos en posición fetal por un buen rato. Lo disfruté, me encantaba su olor a durazno y la suavidad de su piel. Tenerla desnuda en mis brazos era extasiaste.

Media hora más tarde se removió incomoda y se sentó en la cama.

–¿Tienes hambre? –preguntó mientras se arreglaba el cabello.

– ¿Hambre? – repetí confundida.

– Sí, que si quieres comer algo –aclaró.

– Ahm...claro, ¿vas a cocinar para mí? –inquirí coqueta.

Soltó la carcajada.

– ¿Quieres que te cocine? –curioseó sentándose sobre mí, cosa que de inmediato me excitaba.

– Sí, ¿Por qué no?

–Porque no me gusta cocinar, lindura –cortó y se bajó –pediré domicilio, ¿se te antoja algo? –se puso de pie y caminó hasta su tocador.

– Lo que quieras, me da igual –contesté algo molesta, no quería que se moviera.

Por varios segundos se quedó de pie frente al espejo posando para sí misma.

Cuando me iba a levantar noté la humedad en la cama, ¿Cuántas veces se habrá derramado en mis manos durante esa tarde? Ya había perdido la cuenta.

La abracé por detrás y le besé el cuello.

Se dejó hacer por unos segundos y luego se alejó hacia el teléfono. Hizo la llamada; ordeno pizza y soda.

– Oye, ¿y tus papás? ¿Trabajan hasta tarde? –curioseé mientras me ponía el pantalón y el sostén.

Ella se quedó desnuda.

– Más o menos –respondió dejándose caer en la cama de nuevo.

– ¿Cómo es más o menos? –inquirí acostándome a su lado, quería seguir abrazándola.

Friends With Benefits  (Adaptación Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora