Una rubia caminaba por los pasillos de la biblioteca. Hoy su padre tenía bastante trabajo y no llegaría pronto a casa. Necesitaba algo con lo cual distraerse al volver, y no conocía algún otro lugar de donde obtener sus libros, al menos los que a ella le gustaban.
Eran asquerosamente ricos, era la realidad, tenía su propia biblioteca en casa. Pero ahí no encontraría los libros que a ella le gustan. Con un padre sobre protector y su nana vigilando la casi todo el tiempo, no podría conseguir esos libros en otro lugar.
Era una escuela prestigiosa, pero eso no evitaría que varias estudiantes dejarán "esa" clase de novelas románticas. A pesar de ello eran pocos los que sabían dónde buscar, en aquel pequeño estante en una de las esquinas más alejadas y oscuras de la gran biblioteca.
Sería un escándalo si los maestros se enteraban de ello, y sería aún peor si su padre o Nana supieran que ella, con tan solo 14 años, leía esa clase de libros.
Llegando al lugar "secreto" comenzó a rebuscar entre varios libros hasta encontrar uno que le pareciera interesante. Entre ellos encontró una novela corta, pasaba página por página. No daba señales de ser la clase de novela romántica que solía leer, pero poco a poco la historia la atrapó.
En ningún momento se mencionó el nombre de algún personaje, mucho menos su apariencia física. Tan solo se relataba una historia corta.
Al saber que parecía ser un libro "decente" no le importó leerlo mientras caminaba hacia la salida.
La historia la atrapó por completo, era una narración exquisita y la relación fraternal de la protagonista, quien nunca lo había experimentado, le resultó algo encantador.
Se sentó a seguir leyendo en una mesa. Se olvidó por completo que debía irse de allí.Pasó casi una hora y quedó cautivada con la relación de la princesa y el mago ancestral. Pasaron de odiarse a ser mejores amigos, y posteriormente amantes.
Ella nunca tuvo amigos así que era fácilmente cautivada por libros, eran su refugio.
Al percatarse de la hora salió corriendo, aún con el libro en la mano decidió tomar un atajo por los pasillos casi abandonados de la gran escuela. No obstante en un minuto cayó al suelo.
- ¡Ouch!
- ¡Ah!
- L-Lo siento mucho...
- ¡Ten cuidado tonta!
La rubia se puso de pie rápidamente al notar que había tropezado con un chico, pero cuando trató de disculparse recibió un insulto, cosa que a ella no le gustaba.
- ¡La culpa es del idiota que dormía en medio del pasillo!
- ¡No, la culpa es de la tonta que no se fija por dónde camina!
El azabache alzó la voz tras el grito de la chica. Ella solo le dirigió una mirada de muerte y decidió ignorarlo para seguir su camino.
Una guerra fría comenzó en ese momento.