¿Es una coincidencia?
Sus ojos son iguales a ellas, incluso su personalidad me recuerda a ellas. Es fantástico como una persona puede parecer se tanto a las flores que más te gustan, Lucas es el caso.
Sus ojos son de un hermoso carmesí, similar al capullo de una rosa.
Aquellas flores viven rodeadas de espinas para proteger su belleza, no es algo que cualquiera pueda tocar sin cuidado ya que puede salir herido. Y él, es alguien cálido, es amable y cuidadoso con quienes aprecia aunque le cueste demostrarlo, siempre creí que esas eran sus espinas. No demuestra sus verdaderas emociones, el protege sus sentimientos bajo una actitud altanera pero en realidad es más amable de lo que parece.
Mis pensamientos paran en cuanto un aroma dulce inunda mi habitación.
— Oye tonta, ¿por que miras la pared en medio de la oscuridad?
— Creí que no vendrías — sonrío levantadome del sofá.
— Como sea, dame galletas.
Lo miro con algo de enojo, comienzo a creer que este imbécil solo viene cuando tiene hambre. Señalo la pequeña mesa con la bandeja de galletas que me dejó Lilly antes de volver a tirarme con pereza sobre el sofá.
— Haz espacio — Lucas me empuja a un lado y atrae algunas galletas con magia.
El aroma dulce se hace más fuerte cuando el se acerca, es el mismo que tienen las risas luego de la lluvia. Me enderezó acercando un poco mi rostro a su hombro, es un aroma agradable.
— ¿Eres un perro? Deja de olfatearme.
— Hueles bien — suelto sin rodeos, después de todo ya me acostumbré a tenerlo así de cerca.
Me mira un poco asombrado, creo que aún no se acostumbra a que no sienta timidez como antes.
Las nubes que antes cubrían el cielo parecen haberse despejado, ahora esa hermosa luz blanca entraba por el balcón y las ventanas.
— Que atrevida te volviste, princesa — sonríe.
Antes de darme cuenta estoy tumbada boca arriba, el encima mío sosteniendo mis muñecas. La ver el brillo de sus ojos no pude evitar sentir el ardor en mi rostro, está tan cerca que me pone nerviosa.
— Me rindo — susurro apartando la mirada.
— Muy tarde — antes de darme cuenta sus labios se posaron sobre los míos.
Eran suaves y cálidos, tenían el sabor del chocolate de las galletas que estaba comiendo.
Cuando al fin me dejó ir se levantó, no sin antes lanzarle una pequeña botella con un bonito diseño.
— Cuando estaba haciéndolo el aroma se me pegó, aunque eso al menos me dejó comer algo además de galletas hoy.
Estoy segura de que mi sonrojo creció tras sus palabras, traté de arrojarle una almohada pero antes de impactarle el desapareció, no sin antes decir un "buenas noches"
Mire la a pequeña botella en mis manos, traía un líquido rosa el cual no dude en rociar en mi mano.
Era perfume de rosas...
•••
Es agradable que eso fuera lo primero que vino a mi mente, tal vez es uno de los momentos más preciados para mí. Esperaba que en mi último aliento solo podría recordar el dolor de ser despreciada por quien consideró mi padre, pero él me dio un regalo más preciado que ese perfume, el me dio la capacidad de terminar vida con una roneisa y no con lágrimas.
La soga en mi cuello me deja cada vez con menos aire, siento mi cabeza doler y mi cuerpo adormecerce.
Solo espero que el no se culpe por no haber estado aquí. No podría saber que ellas elegirían el día en que se fue para dejar la línea de sucesión libre.
Me gustaría que leyeras la Carta que dejé en jardín.