06; letargo invernal

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❝noches frías❞

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❝noches frías❞



                 𝓛as noches de invierno se hinchaban de algo amargo que no era la baja temperatura, ni las nevadas que atascaban los coches. Quizás iba más por el lado del cielo del mismo color constante, o las pocas ganas de armar planes. Pero ese día el frío fue tanto que olvidó arrimarse a las ventanas para poder ver si alguna estrella se asomaba entre las nubes. Tampoco recuerda que en las noticias hubiesen anunciado alguna nevada, por más ligera que sea. Solo escuchó que las máximas no subirían más allá de los dos grados bajo cero.

La cama, silenciosa y tendida en el suelo, olía a cítricos. Todoroki, con ayuda de su quirk, solía abrazarla de su lado cálido hasta que lograra conciliar el sueño. Él se acercó en silencio, aunque el ruido de la madera lo delataba; Thyra lo miró con una sonrisa que destapó sus dientes. La toalla azul que rodeaba su cuello fue dejada, ya doblada, sobre una silla sin almohadón. Luego, avanzó hasta que estuvo tan cerca que pudo acariciar su cabello.

—¿Tienes sueño?

—Un poco —confesó ella.

Flexionó las rodillas, asintiendo. Hundió el colchón con su peso y gateó hasta quedar debajo del colchón. Thyra, una vez su novio encontró una posición cómoda, lo abrazó. Su cuerpo desprendía el dulce aroma del jabón.

—Tienes el cuerpo frío —susurró.

—Lo sé, hubiese deseado tener una quirk como la tuya que me ayude en verano o en invierno. Tú la tienes fácil, ¿ah?

No supo qué tanta ventaja poseía. Solo supo que nunca se había sentido afortunado por esa razón en específico.

—No necesitas tenerla si me tienes a mí.

Besó su frente. Una descarga eléctrica viajó por todo su cuerpo con una velocidad inexplicable.

—Quiero besarte —susurró cerca de su mentón.

—¿Qué estás esperando?

Sus labios se juntaron cautelosamente debajo del colchón. Fue un gesto cálido en medio de las heladas, algo dulce flotando sobre lo amargo. Todo en él le encantaba. Su deseo más acuciante tenía nombre y rostro. Sus manos se lanzaron, se sumergieron en los bordes de su cintura buscando arrimarla más a su cuerpo. La espalda de ella se arqueó al sentir sus dedos tibios moviéndose por toda su piel. Entonces recordó los besos que iniciaron toda su aventura: cortos, suaves, tímidos. Con el tiempo, todos ellos se habían transformado en besos más profundos y duraderos, productos de ese deseo insaciable de tener más y más.

—Buenas noches —musitó en sus labios, aún muy húmedos.

—Buenas noches, Shoto —respondió, y se permitió dejar otro beso antes de cerrar los ojos. 

𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 𝐒𝐇𝐀𝐏𝐄𝐃 𝐁𝐄𝐃 | 𝘁𝗼𝗱𝗼𝗿𝗼𝗸𝗶 𝘀𝗵𝗼𝘁𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora