❝entrenamiento❞𝓛o único que podía escucharse era el bochornoso amontonamiento de alumnos esparcidos por todo el campo de entrenamiento. Precisamente, a la derecha de Thyra, Aoyama intentaba lanzar algunos rayos de su estómago que con suerte —pensaba— alcanzarían a la pila de rocas antes de que le atacasen los retortijones de estómago. Por una de las colinas, a sus espaldas, Uraraka daba un sinfín de vueltas sobre sí, con las mejillas infladas al intentar aguantar las náuseas.
Quiso seguir observando en qué tareas complicadas se entretenían sus compañeros, pero tuvo que cerrar los ojos con fuerza al escuchar las explosiones de Bakugo demasiado cerca de donde estaba. Sonó como un ¡Boom!, luego tembló la tierra que pisaba, hasta la punta de sus huesos. Pensó: todo es un desastre, pero uno muy necesario para poder mejorar sus tácticas.
Con un suspiro cargado de pesadez, vio por última vez a Todoroki, quien entrenaba ajeno a lo que hacía el resto. Su concentración era tan notoria como una daga que cortaría el aire en dos si lo seguía mirando desde lejos. Podría tirarse al suelo y esperar a que el sudor se seque a sus espaldas, pero con las últimas fuerzas de sus piernas se acercó hacia él pensando que era una mala idea.
—Shoto —dijo en voz alta.
En un principio él la miró, extrañado, pues en el fondo pensó que ella, más que nadie, estaría entrenando hundida en su mundo. Pero, por la expresión que cargaba, supo que estaba por pedirle algo. A lo sumo necesitaba un descanso por hacer uso excesivo de su quirk. Casi siempre se quejaba de que le dolía la cabeza.
—Thyra, ¿ocurre algo? ¿Quieres que llame a la enfermera? —preguntó agitadamente. Partes de su cabello se pegaban en su frente, mientras otras gotas de sudor caían por sus pómulos y se perdían en los pliegues de su ropa.
Ella tragó en seco. Él se veía igual de exhausto que ella. Había estado entrenando en el campo desde que llegaron, por lo que intuyó que era momento de respirar sin moverse, aunque sea por unos minutos. Sin embargo, y tras habérselo planteado durante una buena cantidad de semanas, decidió preguntárselo sin miedo ni rodeos:
—Ayúdame con mi quirk...
—¿Ayudarte? Pero ¿cómo puedo ser de ayuda con lo que tengo?
—Tengo que mejorar la potencia de mis rayos. Necesito que crees capas de hielo que sean gruesas para intentar romperlas en trozos o partirlas al medio —explicó.
Recibió a modo de respuesta una sonrisa pequeña. En el fondo le emocionaba que acudiera a él por su ayuda, pues sabía que, más allá de que se sentía bien ayudarla en lo que necesitaba, era incapaz de negarle algo. Aunque sentía que sus brazos ya sufrían los ardores del entrenamiento, puso empeño en dar sus últimas fuerzas al posicionarse lejos de ella. Tragó en seco al tomar una distancia que considera la suficiente para darle tiempo a cargar sus ataques.
—Aquí está bien. ¿Listo? Cuando quieras.
Todoroki alzó la mano con seguridad. Un paralizante frío nació de donde sus venas mantenían aún la sangre caliente y el vapor, de un azul blanquecino, subió hasta su boca. Los brazos de Thyra, por el contrario, se volvieron púrpuras. El cielo, por encima de ella, se oscureció y las nubes que se acumularon en menos de un minuto daban vueltas sobre un núcleo eléctrico. Una vez vio en ella un brillo emocionante, supo que estaban listos para empezar a practicar.
Al principio fue un desastre; él había mejorado sus habilidades, y sus capas de hielo eran fuertes, gruesas, indestructibles. Gruñó tantas veces que perdió la cuenta. Él creó la última barra de hielo. Sus dedos sufrieron un espasmo incómodo al lanzarla contra ella, que luchaba contra una molesta punzada por encima del oído. Aun así, resistía todos los ataques que le mandaban. Por esa última vez alzó los brazos a la altura de los hombros, acumuló una gran carga de electricidad de la tormenta y el hielo de Todoroki se hizo trizas en cuestión de segundos. La gran nube de polvo frío obstaculizó la mitad del campo donde habían marcado sus distancias.
Se quedaron ahí, quietos, recobrando la respiración. Cuando la neblina se esparció al cabo de los minutos él buscó a su novia con preocupación, y la vio de rodillas en el suelo, respirando con la boca muy abierta. No supo explicar de dónde consiguió la fuerza de levantarse de un salto y correr hacia ella.
—¡Thyra!
Se agachó hasta quedar a su altura, pasando uno de sus brazos por su cintura para intentar levantarla, aunque era inútil. Prefería seguir en el suelo.
—Estoy bien, solo estoy mareada —musitó.
Todoroki se calmó al escucharla.
—Te has vuelto muy fuerte.
—Me falta mucho por mejorar. Pero, seré la mejor, ya lo verás.
—Ya lo eres..., para mí sí.
Todoroki la tomó de la barbilla solo con dos dedos, y subió su rostro hasta que pudo besarla. Sus labios solo se tocaron durante pocos segundos, pues aún les costaba respirar. De todas formas, sintió que ese gesto sirvió para calmar su preocupación y hasta el ardor de sus muñecas. Probablemente se preocupaba demasiado en querer protegerla todo el tiempo, pero ella podía hacerlo por sí misma, porque nadie cuestionaba que era una mujer fuerte.
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𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 𝐒𝐇𝐀𝐏𝐄𝐃 𝐁𝐄𝐃 | 𝘁𝗼𝗱𝗼𝗿𝗼𝗸𝗶 𝘀𝗵𝗼𝘁𝗼
Fanfiction𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 𝐒𝐇𝐀𝐏𝐄𝐃 𝐁𝐄𝐃 | Solo abrázame a través de estas noches solitarias. • Algunos personajes que se mencionan en la historia le pertenecen a Kohei Horikoshi. • Queda completamente prohibida su copia y/o adaptación.