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❝tiempo juntos❞

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❝tiempo juntos❞





—𝓛o extrañas —dijo Kirishima, medio burlón. Las arrugas en sus ojos se hicieron visibles, y él pensó en Bakugo una vez recibió un codazo ligero en su brazo. Eran... iguales y, sin embargo, demasiado diferentes en determinadas cosas. Conocer a ambos era darse cuenta de manera rápida por qué razón se llevaban tan bien.

—Ya, ya —refunfuñó—, pero es que tu evidente mal humor en todo lo que duraron las pasantías no es algo que se pueda ocultar, ¿lo sabes?

Thyra se detuvo al ver una mano extendiéndose hacia ella. Había pasado poco tiempo desde que recibió una goma azucarada, pero FatGum tenía intenciones de alegrar la noche con azúcar, pues entendía que las pasantías eran estresantes para varios alumnos. Sin embargo, los de su clase las disfrutaban indiferentemente de que podían correr peligro. En las suyas la compañía era agradable. Reía con Kirishima, comía dulces, y conversaba con Tamaki cuando su timidez apaciguaba. Sus consejos eran buenos.

—¿Y por qué no le mandas un mensaje? —sugirió.

—Oh, claro... interrumpirlo cuando está con el llamitas de su padre. Suena como una buena idea, ¿eh? Puede que termine carbonizada hasta el mentón.

—Suena como algo... peligroso.

—Lo es. Bueno, de igual forma lo veré mañana o esta noche con mucha suerte si es que terminamos el turno temprano. Siempre quiero acción, pero hoy agradecería no encontrarme con algún villano jodido.

—¿Están cansados, niños? —preguntó FatGum, sobándose el estómago. La mención de Shoto bajó su ánimo considerablemente, pero la sonrisa en su cara se mantenía intacta. De vez en cuando era buena en la tarea de fingir. Odiaba estar incomunicada con su pareja.

—Necesito dormir —dijo su amigo. Podía haber en esa respuesta un tono de queja, súplica, o uno de dolor. No lo supo; podía tratarse de una mezcla de emociones que chocaban debido a sus diferencias.

—Para qué mentir, yo también tengo sueño —confesó. Era Atacada por un sueño de dos colores, algo que se sentía frío y cálido al mismo tiempo. Si hablan de sueños, Thyra tenía uno muy distinto.

FatGum carcajeó. Las licencias en ese momento apestaban peor que asomar narices en un contenedor.

—Hoy podremos terminar más temprano. Podrán irse en unos minutos, solo esperen que el reloj suene.

Escuchar eso la llevó a pensar en que la oportunidad de ver a Shoto vendría pronto, y mientras Kirishima bailaba de felicidad a su lado, pues solo quería echarse en su cama a dormir, ella sintió un gran nudo de emoción en su estómago.

—Raiden, ¿cómo va tu relación con Todoroki? —No era ningún misterio que estaban saliendo, aunque eran cuidadosos en mantener muestras de afecto en la completa privacidad de sus cuartos. A Kirishima le comía la curiosidad viéndolos a lo lejos. Consideraba a Thyra una muy buena amiga junto con ese brabucón amigo en común llamado Bakugo.

—¿A qué te refieres?

—Él no es muy demostrativo, ¿no?

Para cualquiera que no lo conociera a fondo, Shoto era extraño, casi apático. Pero sabía mejor que nadie lo transparente que se volvía una vez estaban solos. No podía decir que se convertía en otra persona, pues seguía siendo él mismo, pero podía decir que podía demostrar sin miedo que dentro suyo existía una calidez que devoraría a todo el hielo del mundo.

—Tiene su forma de demostrar afecto —dijo, y sonrió—, a su manera.

Kirishima estuvo a punto de decirle algo más, pero el teléfono de Thyra sonó y el ruido del tono la asustó. Olvidó bajarle el volumen antes de entrar al turno; solo por si acaso. Musitó una disculpa y lo tomó; encontró un mensaje en la bandeja de notificaciones. «El viejo me dejó libre. Si tú terminas temprano hoy, me gustaría verte».

—¿El deber te llama?

—Idiota —Su risa estaba cargada de nervios. Luego, tomó aire y respondió con dedos temblorosos que en pocos minutos quedaría libre de trabajo y se iría a casa. La vida comenzaba a bajar el martillo de su vida, como diría Federico Axat.

Tiempo después la luz de los faroles no era más intensa que su felicidad, cuyo resplandor hubiese traspasado hasta los filtros solares de los telescopios. Caminaba tan rápido que Kirishima debía trotar para igualar su paso, y lo hacía respirando por la boca o llevándose una mano al pecho. Su felicidad se notó una vez llegaron a las residencias estudiantiles. Él bostezó.

—Raiden, me despido aquí porque muero del sueño. Será un milagro si mañana logro despertarme temprano.

—Buen trabajo hoy, Kirishima. Que descanses bien.

—Buen trabajo tú también. Que descanses y también saluda a Todoroki de mi parte. Seguramente mañana le preguntaré qué tal le ha ido esta semana en el trabajo.

Ingresó al edificio preguntándose si Todoroki estaría dando vueltas en las salas de descanso o leyendo libros en su habitación. Quería verlo. Deseaba verlo antes que cualquier cosa, pero pensó que prefería darse un baño, cambiar su traje de héroe por una ropa de vestir más cómoda y también comer algo. Mantuvo esa idea en mente mientras se dirigía al ascensor. Las puertas se abrieron después del pitido y, sabiendo que tanto ella como Todoroki vivían en el mismo piso, se dirigió hasta su puerta siendo interrumpida a medio camino. Dos brazos la empujaron con suavidad contra la pared.

—Te extrañé —oyó su voz pegada al oído. El nudo en su estómago incrementó su volumen y la sensación de emoción concentrada en un punto muy concreto finalmente se dispersó.

—Shoto, me asustaste —titubeó.

A Todoroki le gustaba dejarla sin aliento. Había dulzura en su mirada, incluso en la manera en la que sus brazos bajaban hasta tocar sus hombros. Luego buscó con urgencia su cintura. Se habían separado unos pocos centímetros.

—Shoto, nos pueden...

Shoto presionó su barbilla con la punta de dos dedos.

—No importa —musitó—. De todos modos, todos saben que estamos juntos.

—S...

El beso la calló. A diferencia de otros, fue un poco más brusco, más necesitado de contacto, aunque en medio del pasillo los límites estaban muy marcados. Solo fue capaz de agarrar su rostro del asombro, y él cerraba las manos en puños, arrugando la tela elástica del traje que aún estaba vistiendo. Su novio tenía los labios dulces sin la necesidad de haber estado comiendo caramelos.

—¿Y si vamos a mi cuarto? —se animó a preguntarle.

Shoto, suspirando de forma entrecortada, asintió después de tragar saliva. Se aferró a ella formando un medio abrazo, y caminaron hacia la puerta aún cerrada, imaginando que la noche era larga y tenían todo el tiempo del mundo para estar juntos. 







𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 𝐒𝐇𝐀𝐏𝐄𝐃 𝐁𝐄𝐃 | 𝘁𝗼𝗱𝗼𝗿𝗼𝗸𝗶 𝘀𝗵𝗼𝘁𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora