08; retazos coloreados

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❝atardecer❞

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❝atardecer❞




                           𝓓urante el atardecer se lleva a cabo una carrera entre las nubes aún coloreadas de tonos anaranjados, y la oscuridad propia de la noche. A veces ese cambio brusco de color y temperatura transcurre de manera lenta y, otras, sucede con rapidez. Sin embargo, sea de día, tarde o de noche, el aire fresco es para todos algo disfrutable —más si proviene de la dirección de una gran masa de agua—.

Ese día los oleajes intranquilos debido a los vientos locales arrastraban consigo un extraño olor a sal que quedaba encapsulado en la pequeña isla donde se habían alojado temporalmente. Una vez consiguieron sus licencias provisionales después de haber concluido el examen, los alumnos de la academia se sintieron preparados para dar juntos un gran paso al frente, por lo que fueron enviados a una zona en específico del país para cumplir su rol de héroes sin la supervisión de profesionales.

—No hay nada interesante para hacer en este sitio —se quejó Mina, balanceando sus piernas desde un sillón. Thyra suspiró de solo oírla. El aire se sentía pesado, como si hubiesen estado encerrados dentro de una burbuja. Todo se había transformado en una contradicción: vivirían de ese trabajo en algunos pocos años, pero tampoco deseaban que los villanos perduraran en el mundo.

—Yo creo que deberíamos alegrarnos —dijo Momo—. Eso significa que menos gente puede estar en peligro. ¿Qué clase de héroes seríamos si quisiéramos que ocurrieran desgracias? Debe haber mucho que hacer, solo..., debemos ser pacientes.

—Tiene toda la razón, ser héroes no significa que sólo debamos pelear contra villanos —opinó Iida, llevándose un dedo al marco de sus anteojos. Los subió hasta la mitad de su tabique y allí los dejó.

Thyra los observó sin hacer ruido. ¿Está aburrida? Sí..., no iba a negarlo si alguien por ahí le preguntaba. Las horas eran un suplicio; su hambre insaciable por las luchas la llevó a hundirse en ese pozo de deseo del que difícilmente podía salir. Supo que estaba acostumbrada —debido a los sucesos más recientes— a estar constantemente luchando.

—¿Qué tal estuvo tu día, Raiden? —le preguntó Tsuyu mientras ladeaba la cabeza. Sostuvo un dedo cerca de su labio en lo que tomaba asiento en una silla desocupada. Sobre el escritorio había papeles desorganizados que apiló frente al ordenador. No tenía intención de revisarlos, pues no le correspondían.

—Estuve haciendo tareas con Kaminari —Hizo memoria de su día. Había sido neutral, un gris en las escalas de los blancos a los negros—. Me pidieron energía para hacer arrancar algunos vehículos, y una mujer anciana llamó pidiéndome que cree una pequeña tormenta para mojar el campo donde tiene sus cultivos. Estaban todos secos; fue bonito ver la lluvia sin que la tapen los edificios.

—Buen trabajo, Raiden.

—Gracias, Tsuyu, ¿tú qué hiciste?

—Estuve con Midoriya y Jirou en el centro comercial buscando a niños y objetos perdidos. Fue un poco estresante, los padres de algunos estaban con los nervios de punta y no paraban de hablarnos. No los culpo... Debe ser angustiante perder a un hijo.

—Bueno, si fuese madre, también me volvería loca intentando buscar a mi hijo —dijo Thyra con una media sonrisa—. ¡Buen trabajo!

Se preguntó en dónde estaba Shoto. ¿Quizá leyendo? A lo mejor se encontraba escuchando música con la mirada perdida en algún punto. Pero al subir la mirada se encontró a sus compañeros acalorados, abanicándose con trozos de revistas en frente de los teléfonos. El único de ellos que estaba alejado del círculo que habían creado era Bakugo. Leía las revistas acostado en el suelo. ¿Desde cuándo se había vuelto tan flojo? Creyó que él, más que nadie en todo el grupo, encontraría las maneras de mantenerse entretenido haciendo tareas por la isla.

—¿Me buscabas? —Tsuyu había desaparecido, pero la respiración de su novio chocaba contra su nuca. Su aliento era un viento cálido y húmedo en su piel ya tibia. No necesitaba más calores de los que ya les ofrecía la isla, aunque tampoco tuvo la intención de alejarse de su cuerpo.

—Me has asustado.

Shoto cerró los ojos durante un segundo y, al abrirlos, sonrió.

—¿Mucho trabajo?

Thyra se giró en su asiento para estar frente a él. Tenía puesto su traje de héroe que le sentaba de maravilla. En él no había manchas de suciedad, pues no había hecho nada más que generar hielo en los puestos de helado. El calor ponía a trabajar los refrigeradores, y algunos no funcionaban.

—La verdad que sí, demasiado por hacer —dijo con sarcasmo—. ¿Tú?

—No tuve mucha cosa, ¿hacer hielo para las heladerías cuenta como un trabajo cansador? —Thyra carcajeó suavemente—. ¿Vamos afuera un rato? Del balcón se ve un atardecer bonito.

Thyra asintió, pues estaba harta de estar sentada en frente del teléfono. Caminaron entre los demás quienes ni se enteraban de la presencia de ambos. Todos ahí sabían de la relación que ambos tenían, por lo que no había necesidad de mantenerlo en secreto.

Una vez salieron, la piel de Shoto se coloreó de un bonito color anaranjado. Él la abrazó como de costumbre, arrimándose a su cabello para oler su perfume. Cerró los ojos sintiéndose pleno.

—No vamos a poder estar mucho tiempo juntos en estos días —dijo ella.

Todoroki suspiró.

—Entonces hay que aprovechar los pocos momentos que tengamos.

Shoto, muy en el fondo, pensó que extraña besarla con esa clase de desesperación que antes era impropia, pues jamás había experimentado ese deseo intenso e insaciable que ella ocasionaba. Pero no había nadie que estuviera espirándolos en el momento, por lo que la tomó del mentón e hizo que lo mirara. Él tenía una mirada muy expresiva detrás de ese rostro tan serio.

—Eres hermosa —murmuró.

Las mejillas de ella eran dos cerezas relucientes. Ante su mirada atenta sobre su rostro quiso mirar hacia otro lado con timidez, pero él seguía agarrándola de la barbilla. Entonces, luego de acercarse a ella encorvándose poco a poco, utilizó la punta de la lengua para delinear su labio inferior y, al besarla después de unos cortos segundos de jugueteo, quiso seguir profundizando el ritmo que mantenían, aunque no podían. Muy en el fondo les daba vergüenza que alguien les viese en un momento tan íntimo. Sin embargo, un momento como ese era más que suficiente para poder continuar sus días largos. Jamás terminarían de saciarse completamente del otro. Y eso era, justamente, de las cosas que los mantenían tan unidos. 



𝐍𝐎𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐔𝐓𝐎𝐑𝐀


Escribir este tipo de cosas me hace sentir muy rara. 

𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 𝐒𝐇𝐀𝐏𝐄𝐃 𝐁𝐄𝐃 | 𝘁𝗼𝗱𝗼𝗿𝗼𝗸𝗶 𝘀𝗵𝗼𝘁𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora