Suave como la seda [Overwatch]

Capítulo 6. ¡Que se muera de envidia esa payasa!

Lunes, 12 de octubre.

El fin de semana ha sido bastante más llevadero de lo que pensaba. No le di demasiadas vueltas a la «ruptura» con BlackCat y pude concentrarme en mis estudios. Ni siquiera estuve rayándome en la cama antes de dormir: logré conciliar el sueño rápido. Al despertar incluso me di cuenta de que la única razón por la que me sentí mal fue que hirió mi orgullo, pero bueno... no he perdido nada que me encantase. Ni siquiera algo irreemplazable, pues gracias a la foto que envié no para de lloverme el interés del resto de chicas: podría tratar de acercarme a Ultraviolet, que parece muy dispuesta a estrechar lazos... aunque supongo que al final da igual lo que haga porque, quizá, dadas mis circunstancias, el resultado siempre será el mismo: todas se cansarán de mis negativas.

«Tampoco has querido que nos veamos en persona». Me jode. Me jode muchísimo.

Saco el móvil y borro las notificaciones personalizadas para ella. No más leds rosas.

Quizá debería tratar de cambiar esa ausencia de contacto que ha provocado el desinterés de Hana. Claro que ese es precisamente mi problema, el motivo de que haya llegado hasta aquí: no puedo arriesgarme a seguir los pasos de mi tía. El escándalo que hundió a los Guillard a todos los niveles posibles. Debo evitar la intimidad física para que no emerja ese aspecto tan problemático de mi personalidad. Pues si un vídeo sexual es motivo de escándalo y puede arruinar la economía y la política de una familia... y conducir al suicidio a una mujer... ¿qué no sucedería con un escándalo que incluya parafilias?

Sin embargo, se me ocurre una cosa: Hana comparte mis gustos. Más chicas han encontrado interesantes mis relatos. Si les gusta el BDSM, no tienen por qué delatarme, ¿no? Porque se estarían exponiendo a sí mismas también. Y si fuese algunos pasos por delante y supiera algo sobre su identidad, casi podría sentirme segura. Saber con quién me relaciono y con quién aceptaría quedar antes de que ella supiese quién soy yo. Así podría juzgar si es digna de confianza o si tiene un historial malo desvelando secretos o implicándose en escándalos.

Total, ya he averiguado quiénes son Goddess y BlackCat; seguro que puedo desvelar más identidades.

Cyberspace es la creadora de Blackwatch, ¿es posible que ella conozca las identidades reales de sus usuarias? La invitación para descargar la app va ligada al e-mail de bienvenida del curso y se activa con el número de matrícula. No requiere datos ni nada, solo elegir el nombre de registro (Huntress en mi caso). Si Cyberspace comprobase las matrículas, podría averiguarlo todo. La cuestión es, ¿ella estaría dispuesta? No parece interesada en actividades problemáticas, el primer día advirtió que no quería que lo hablado en Blackwatch pudiera conducirla a un juzgado.

Pff... ahí tengo mi respuesta: no, sin lugar a dudas. Tendría que averiguar yo misma la identidad de cada usuaria. Como si no tuviese suficiente con trabajar para el consejo estudiantil, la junta directiva (cuento con estar dentro de nuevo aunque aún no me lo hayan confirmado) y sacarme la carrera sin perder la forma física que necesito para un futuro en el ballet.

Decido descartar la idea: lo más práctico es seguir escribiendo y conformarme con los escasos momentos de diversión que pueda proporcionarme Blackwatch desde el anonimato.

Me meto en el cuarto de baño para desenredarme el pelo. En pocos minutos vendrá Moira para acompañarme al entrenamiento de baloncesto al que Fareeha me invitó (aunque ella se irá a las pistas de bádminton). Compruebo que la piel de mi cara sigue en buen estado, pues me duché y realicé mi rutina facial al acabar los ensayos hace apenas un par de horas, y busco una goma para recogerme el pelo, pero en ese momento suena mi teléfono: es Chloé, una de mis madres.

—¡Princesa! ¿Cómo estás?

¿Que cómo estoy, mamá Chloé? Pues sorprendentemente bien para haber roto con mi primera pareja BDSM... que era anónima. Y online. Aunque conozco su identidad.