017 💙

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Capítulo 17:
Penúltimo

Teresa se sentía extremadamente feliz, gozando los momentos inolvidables que iban incluídos en su etapa de “novia primeriza”, sin importar que ella, ya había contraído matrimonio, en más de cinco ocasiones. De cualquier modo, los nervios se le ponían de punta cada vez que salía del vestidor, maravillada con un atuendo diferente.

Angela Teresa contaba con la presencia de sus grandes amigas: Jennifer Oleff, Angela LaFever, Ronnie Jacobs, Tracy Taylor y por último, Mary Wolfhard, la madre de Finn, su futuro esposo. Obviamente la presencia de su adorada hija, también era indispensable.

—¿Ashley? ¿Qué opinas de éste? ¿Crees que es lindo?— Cuestionó posando en diferentes ángulos, de tal manera que su hija tuviera mucho material que apreciar.

La mirada de Ashley, hundida en una fría corriente de tristeza, se dirigió insípidamente a su madre, después de haberse refugiado por horas, en el entretenimiento que podía ofrecerle su teléfono móvil.

Teresa portaba un precioso vestido; bueno, más que vestido, parecía una pieza sacada de una tienda de lencería revolucionaria.

Un modelo corto, ceñido a una silueta casi perfecta, de una textura similar al encaje, las únicas zonas que se cubrían con discreción, eran el área del biquini y el sostén, de ahí en fuera, la piel de su madre se traslucía completamente.

En una novia de unos 25 años, sin duda alguna ese vestido se habría visto hermoso, pero Teresa ya casi cumplía 40 años. Aún así, la mujer era su madre, tenía sus propios derechos, sus propias visiones y además le debía respeto, esa fue la única razón por la que respondió:

—Oh... por supuesto

—¿Muñequita? ¿Qué sucede contigo? Lo mismo has dicho de los demás vestidos— Agregó la señora Wolfhard —Vamos linda, esa vibra de funeral le hará daño a tu madre

—Cariño, por favor háblame con sinceridad— Dijo Teresa

—Me pregunto si tú soportarás el peso de la verdad...— Mencionó y después de tanta súplica, la lengua se le soltó a toda honestidad —Madre, en buena onda ¿No crees que deberías escoger algo que te haga sentir más cómoda con las molestias de la menopausia?. Esta secuencia ya me está hartando. Nuevo vestido, nuevo matrimonio. Te conozco Teresa, en medio año se vendrá el divorcio.

—¡Ashley!— Gritó la mujer humillada. Las otras señoras se quedaron sin palabras.

—¡Es la verdad!... Mejor saldré un momento, tú escoge el modelo que quieras— Luego de eso, Ashley salió de la boutique.

[...]

Se detuvo frente al espejo de cuerpo completo, que estaba colgado en una de las esquinas de su habitación, se observó a sí misma y pasó sus manos alrededor de su cabello, para terminar de aceptar su imagen. Odiaba el peinado, odiaba el vestido, odiaba el maquillaje, odiaba la razón por la cuál tenía que participar en la celebración de los futuros esposos. Por cuestiones económicas y sociales, Finn y Teresa habían unido sus "despedidas de solteros" y por lo tanto, había un gran alboroto.

—¡Te ves hermosa!— Teresa tomó a su hija de las mejillas como tal niña pequeña y con una espléndida sonrisa, intentó suavizar aquella cara de decepción —¿Necesitas algo más?... Ya sabés que puedes ir a mi clóset y tomar otros tacones o...

—Así estoy bien— Interrumpió la chica inexpresiva

—... ¿Hay algo que quieras contarme? Mi cielo, necesito que confíes en mí, dime que te atormenta tanto— Teresa se acomodó el vestido y se sentó en una de las esquinas de la cama de su hija.

—¿De qué hablas?— Fingió que no captó el humor de la charla —Ahórrate los cuentos de amor fraternal y vayamos directo al grano ¿De qué quieres hablar tú?— Añadió desinteresada

—Yo pienso que tú tienes muchas cosas divertidas que puedes compartir; por ejemplo, ¿Quién fue el galán que te regaló esas flores?— Señaló los girasoles intactos, que estaban sobre un mueble cerca de la ventana

—No te preocupes por eso, fue un "don nadie"— Respondió

—No te creo, de ser así, esas flores no estarían aquí en tu habitación— Aseguró su madre

—Le dije a Millie que las llevara al cesto de la basura, evidentemente no me hizo caso, ella insistió en ponerlas ahí...

[...]


El ambiente de la fiesta iba de mal en peor y aunque las amigas escandalosas de su madre elaboraban sus propios espectáculos, absolutamente todo giraba en torno a los comprometidos. Ashley se sentía como un cachorro en terreno ajeno, a pesar de que estaba en su propia casa.

A medio alboroto, uno de los camareros que su mamá había contratado, pasó a dejarle una "piña colada"

Lo extraño era que ella no había pedido nada durante la noche.

"Por favor escúchame... Solo quiero que me escuches"

Leyó mentalmente lo que estaba escrito en la servilleta que le hacía compañía a la bebida

Giró a su alrededor pero el pelinegro no se asomaba por ningún lado, dejó la copa en la mesa sin darle ni el más pequeño trago y subió las escaleras.

Ingresó a su habitación a oscuras, se liberó de las plataformas incómodas que torturaban sus pies y se dirigió a su mesita de noche, antes de encender la lámpara, escuchó el sonido de la puerta cerrada

—¿En qué idioma debo decirte que no quiero hablar contigo?— Murmuró la chica, sabía que Finn estaba ahí con ella.

—Hermosa, por favor escúchame— Argumentó

—¿Para qué me vuelvas a partir en mil pedazos?— Ashley se cruzó de brazos —¡No, gracias!

—Por obvias razones necesitaba interactuar contigo— Inició ignorando desde el principio la rotunda negación de su amada —Me comprometí conmigo mismo y seguí mi plan al pie de la letra. Me adentré en tu mundo y creo que en cierto punto lo comprendí, claramente no más que tú, por ello me volví resistente a tu hostilidad, en poco tiempo comencé a sentir cosas extrañas. No nos llevábamos de la mejor manera, pero inevitablemente me estaba enamorando de ti. Cuando lo descubrí, me sentí como el enfermo más asqueroso de la tierra, pero mis sentimientos se volvieron algo con lo que no pude competir. Me duele saber que estás sufriendo y me destruye el alma, saber que no eres para mí.

—Vete a la mierda.

—Mi intención no era lastimarte

—Sin embargo lo hiciste...— Ella se enfrentó a su mirada llorosa

El pelinegro tragó saliva y poco a poco se encamino a la puerta. Ashley estaba ardiendo entre sus pensamientos de: ¿Realmente se irá? ¿Qué será de mi si ésta vez sí se va para siempre?

—¿Finn?— Volvió a decir

Él no dejó ningún espacio libre para su dignidad y de inmediato retrocedió.

Ashley se acercó despistadamente y permaneció impasible durante unos minutos, por primera vez, admirandolo con otros ojos que no demostraban rencor. Levantó sus manos y exploró la masculinidad de su rostro. Posteriormente las manos de Finn envolvieron las suyas, las acercó a sus labios y las besó por medio de una sutileza que conmovió todos sus sentidos.

Perdió la cordura en sus pupilas dilatadas, cerró los ojos y se fundió en sus labios, bajo un frenesí divino que enaltecía todos sus deseos. Finn le respondió de la misma manera, deslizando sus brazos alrededor de su cintura, succionando sus labios apasionados, como si no existiera un mañana, explorando con su lengua traviesa, el sabor exquisito de su esencia interior, sabiendo que posiblemente sería la última vez que podría derretirse en ella.

Se separaron lentamente y después mostraron una sonrisa, ambos complacidos. El pelinegro le robó un último besito y al concluir ella lo impulsó hacía el exterior.

Lyattinn:

The Teacher «Finn Wolfhard»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora