Capítulo 15:
Salió de su habitación a la mañana siguiente, cuando recién se había sentido el primer resplandor del sol. Caminó rumbo a la recámara de su madre y con libertad entró a la habitación, levantó las sábanas y se acostó a su lado. Ángela Teresa seguía metida en la cama, como si no tuviera una lista alargada de asuntos sin resolver. Únicamente se había tomado la molestia de levantarse para preparar un café y buscar un libro, para luego perderse en el capítulo que le correspondía de una antigua novela romántica. Cerró el libro, en cuanto percibió la presencia de su hija.
—¿Mamá? ¿Me cuentas un cuento?— Suplicó. Ni a sus cinco años le había hecho una petición como esa.
—¿Qué te sucede, mi cielo?— Cuestionó Teresa. —No me gusta verte así
—... Me siento mal— Murmuró Ashley
—¿Te duele algo?... Si es necesario, ahora mismo podemos consultar a un médico— Volvió a argumentar su angustiada madre
—Me temo que no es físicamente...
Fue entonces cuando Teresa comprendió que su hija tenía un pequeño inconveniente amoroso. Sabía que la alteración de Ashley no sería tan excesiva, si tal enamorado no fuera de real importancia. No podía invadir la privacidad de su hija, por lo tanto, debía esperar hasta que la chica sintiera la confianza para desahogarse con ella.
—Tranquilízate mi niña, lo que sea que esté pasando, se arreglará a su tiempo... ¡Te lo prometo! ¡Estaré ahí a tu lado!
Ashley asintió con la cabeza. A veces era muy dura con su madre, pero nunca podría odiar a la persona que le dio la vida.
[...]
—¡Ashley! ¡Relájate!... Se acercan los exámenes parciales, así que no podemos darnos el lujo de perder clases. Vamos, se está haciendo tarde— Dijo Millie, pues Ashley se negaba rotundamente a entrar a la clase de biología.
—Nena, nosotras también estaremos ahí ¿Okay?— Continuó Sadie.
La compañía de sus amigas siempre sería la mejor medicina, sobre todo en situaciones relacionadas con el desamor. La castaña soltó un suspiro profundo y convencida o no, siguió el paso de sus compañeras de vida.
El tiempo se hizo eterno y el aire se volvió pesado, aún para la tensión que acarrea las fechas de exámenes. La indiferencia de Finn había regresado, Ashley buscaba su atención de veinte mil maneras posibles, pero simplemente no la conseguía.
—Maldito...— ... Hablaba para sí misma, diciéndose babosada y media
[...]
Durante el receso, regresó al salón de clases y buscó entre todas sus cosas, la pequeña cartera que le hacía compañía todos los días. Agarró el cambio que se había acumulado de otras compras que había hecho a lo largo del semestre y luego cerró la cremallera de la mochila. Antes de salir, escuchó los pasos de alguien que se dirigía hacia su mismo lugar, automáticamente pensó que se trataba de una de sus amigas, cinco segundos después, descubrio que el pelinegro que más le gustaba, estaba cerrando la puerta del aula.
—Tenemos que hablar— Murmuró metiendo sus manos en los bolsillos de sus pantalones y recargándose levemente en el centro del escritorio.
—Te equivocas. No tenemos nada de que hablar. Tu mismo me has dejado claro que, lo que pasó entre nosotros no fue real— Comentó, pensando que ese había sido el final, caminó hacia la puerta, pero, Finn agilizó sus movimientos y la acorraló entre sus brazos.
—Escúchame, por favor...— Susurró sobre la comisura de sus labios, condenandola a su anatomía, sintiendo los latidos acelerados de su corazón —No me pidas que me aleje, no mientras tu corazón me esté suplicando lo contrario.
Ella permaneció estupefacta, ante el tacto de sus manos y la sensación de su cuerpo dominando los deseos del suyo, estremeciendo cada partícula de su piel, mientras sus ojos la iluminaban, bajo una clase de hipnosis erótica.
Su mentolado aliento la envolvió y dejaron de existir las palabras. Ashley cerró los ojos, completamente rendida y se sometió a la merced del delirio, incorporándose en sus labios sedientos, mediante un roce frenético. Finn aceptó aquel beso sin reproches y correspondió a la extraordinaria vehemencia que desató el momento, entregándose al igual que ella, a la sensualidad de sus sentimientos.
Ashley perdió el control del dinero que anteriormente había tomado. Los dos se distanciaron gracias al estruendo de las monedas en el piso.
Finn cayó en cuenta de que había sido algo tan insignificante y le devolvió su atención a su princesa.
Se acomodó en el escritorio y la sentó sobre sus piernas. Continuó con un dócil recorrido, beso a beso, desde los pómulos hasta la parte más pequeña de su cuello, en dónde su lengua continuó explorando con fervor, dejando sus huellas húmedas sobre todo el territorio que había conquistado. Ashley gimió tras cada caricia. El la hacía sentir cosas maravillosas y estar en sus brazos, en esa dirección, se había vuelto su pasatiempo favorito. El único inconveniente era que, él era su profesor y posiblemente su futuro padrastro.
—¡Basta!—La castaña se separó. Se arrepintió enseguida pero ya no había nada más que hacer.
—¿Qué pasó?— Cuestionó Finn
—No me gusta la posición que me has concedido. Primero me ignoras y me tratas como basura, después te apoderas de mí y me besas. Dijiste que querías hablar conmigo y simplemente, eso es lo último que estamos haciendo
—Tienes razón, hablar es lo último que estamos haciendo— Finn suspiró, creyendo que así tomaría el suficiente valor, para decirle la noticia por la cuál la había ido a buscar —Chiquita... y-yo... yo le pedí matrimonio a tu madre
—¿Q-Qué?...— Expresó antes de quedarse muda en su totalidad. Su mundo se derrumbó por dentro, nunca podría competir con una promesa matrimonial. Sufrió en silencio los efectos más superficiales del dolor que ella misma describiría como un colapso mental. Poco a poco se fue debilitando el impacto de la sorpresa, cuando volvió a estar consciente, reaccionó con ira y le tiró una bofetada —¡Eres el hombre más despreciable que conozco!
—No quiero que te vayas así— Añadió suavizando el golpe de su mejilla con la palma de su mano.
—¿Por qué no me ignoras?— Reprochó. —Eres bueno haciéndolo
—¿Crees qué de verdad te ignoré? Todos los días me sentía frustrado, inundado en la desesperación de llegar a mi casa para poder escribirte un mensaje— Le confesó su mala jugada. No lo hizo de la mejor manera, ni en el mejor momento, de todos modos, no podría ocultarla para siempre.
—¿De qué estás hablando?... Tú nunca me enviaste ningún mensaje. Ni siquiera tengo registrado tu número de teléfono— Negó convencida, después en pequeñas pausas pensó en esa persona virtual, que estuvo para ella incondicionalmente —¿Richie? ¿Tú eres Richie?— Finn siguió sin declarar nada —¿Por qué no lo pensé antes?... Ósea que aparte de todo, te has comportado como un maldito acosador—Estalló
—Mi Princesita...
—¡Para ti solo soy Ashley! ¡Aléjate de mí! ¡No quiero tenerte cerca!— Gritó. Después finalmente salió del aula.
Lyattinn
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The Teacher «Finn Wolfhard»
FanficThe Teacher «Finn Wolfhard» By: Lyattinn *Historia corta* *Historia terminada* *En edición* *Extras incluídos*