Expiando culpas

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Anne Malfoy

Estaba hecho...
Ya no me atormentará nunca más...
¡¿Entonces por qué siento todo esto?!
¡¿Por qué no puedo estar tranquila después de todo?!
Quería llorar.
Pero no debía.
No iba a llorar el día de mi boda.
Y menos por su culpa.
Me lo debía.
_todo acabó, preciosa.
Los fuertes brazos de Edward me envolvieron y yo no esperé más para aferrarme a él.
No dejaría que nadie me viese rota.
No este día que se supone es el más importante de mi vida.
¡No señor!
No iba a darle el gusto al imbécil de mi padre.
_sacame de aquí...
Él no esperó a que lo repitiera, me tomó en brazos y me sacó del medio de la fiesta.
Yo había matado a alguien y eso jamás lo olvidaría.
Dos vidas habían sido arrancadas por mis manos.
Y aunque sé que se lo merecían no dejaba de causarme náuseas.
No fui del todo conciente hasta que Edward me acomodó en su pecho mientras nos acostaba en la gran cama que había en la habitación.
_ya todo acabó...
Y le creía.
Todo este infierno había acabado al fin y tal vez con esto también había acabado su afán de protección, de tenerme cerca y pegada a su lado.
_¿No vas a decir nada?
Me quedé callada.
Tal vez alargando un poquito más la inevitable despedida.
Quería grabarme su aroma en la memoria.
Quería grabarme en la piel como se sentía ser rodeada por sus brazos, quería grabarme para siempre su calor en mi corazón.
Y lo único que podía hacer era llorar amargamente por no poder decirle cuánto lo amaba.
¡Mierda!
Esto estaba doliendo demasiado.
Me resistía a dejarlo ir.
Mi corazón me decía que todo de él era correcto.
¡¿Por qué tuvo que pasar todo así?!
Tan precipitado.
Tal vez si las cosas hubiesen sido diferentes...
Tal vez y solo tal vez, Edward me hubiera amado.
_¿Anne?
_solo un poco más... Déjame abrazarte un poco más antes de irme
_¡¿Irte?! ¿A dónde?
Ahí estaba otra vez ese tono preocupado.
Dioses... Me costaría mucho desacostumbrarme.
_por ahí...
_oye... Tú no vas a irte, no puedes irte
_Ed... Yo sé que mi madre y yo te debemos la vida y créeme que nuestra lealtad siempre va a estar con ustedes pero...
_¿No lo has entendido todavía? No puedes dejarme. No puedes hacerlo porque moriría sin tí. Porque no me imagino una vida en la que tú no seas parte de mis días.
¿Estaba jugando conmigo?
¿No se daba cuenta de que estaba matándome poco a poco con lo que estaba diciendo?!
_Ed...
_Annie, yo me muero por tí. Sé que he sido el estúpido más grande de la historia por no decírtelo ¡pero estoy aquí admitiendo que estoy enamorado de ti! Siempre lo he estado... Y he sido un estúpido por intentar sacarte de mi cabeza estando con otras pero simplemente no puedo. No puedo Anne. Por favor no te alejes de mi. No te vayas...
_Ed...
Si su deseo era hacerme llorar pues lo había logrado.
No podía parar las lágrimas y los espasmos de mi cuerpo sacudiéndose contra el suyo.
Me aferré a el como nunca.
Empapé su camisa pero al fin pude decirle lo que yo sentía.
_te amo...
Yo no era buena con las palabras como él.
Simplemente mi corazón hablo y él me recibió con los brazos abiertos.

Edward Malfoy

_te amo...
Esas dos palabras me devolvieron el alma al cuerpo.
Por un instante pensé que la perdería de verdad.
¡¿A donde pensaba ir?!
¡¿No se daba cuenta de que a donde sea que fuera yo la iría a buscar?!
Lo hice cuando Vanya casi la mata aquella vez.
No sería diferente ahora que ella se había convertido en mi esposa y también en mi reina.
_pequeña llorona, vamos a descansar...
Aflojé mi corbata y me saqué los zapatos con ayuda de mis pies.
Desajusté mi cinturón y me acomodé mejor en la cama.
Lo que no me esperaba es que Anne se quitara el vestido por completo  se quedara solo en lencería.
Parecía un verdadero ángel.
Su piel inmaculadamente blanca hacia juego con el encaje.
Tendría que hacer uso de todo mi autocontrol.
Podíamos ser marido y mujer pero eso no quería decir que tomaría ventaja de mi esposa.
Vamos Edward, piensa en gatitos ¡o lo que sea!
Me acomodé bajo las sábanas y la arropé junto a mí.
_¿estás cómoda?
_tú eres muy cómodo
Era inevitable no sonreír ante eso.
Desde que nos conocimos me había agarrado de almohada. O como ella decía... De osito de peluche.
No puede ser que yo sea tan cómodo.
Con Anne bien abrazada a mí solo esperé a que Morfeo venga por mí.

...

Algo estaba inquietandome demasiado, el movimiento aunque ligero no hacía más que provocar una corriente placentera ahí abajo.
Oh mierda...
Tenía a Anne pegada a mí y una erección muy notoria dentro de mis pantalones.
Tenía que hacer algo o ella lo notaría.
_demasiado tarde, osito de peluche. No lo evitarás de por vida.
_Anne...
Simplemente pude tragar grueso.
No quería hacer nada que ella no quisiera.
_enséñame cómo es que se debe hacer
Su trasero se pegó más a mí ingle y yo me sentí perdido.
Iba a darle el mejor sexo de su vida.
Juro que le haría olvidar el maldito trauma que tenía.

...

_Ed... Oh Dios
Me sumergí más profundamente en ella al levantar sus piernas hasta su pecho.
Su cuerpo se convulsionaba contra el mío
Podía sentir como su interior me apretaba y se abría para darme paso a cada embiste.
_ahh
Su boca estaba muy enrojecida.
Se veía apetitosa como una fresa silvestre en la mueca más erótica que había visto hasta ahora.
No esperé más y me apoderé de ella mientras me sumergía una vez más ahogando sus gemidos en mi boca.
Dios...
Ella se sentía realmente como un ángel.
Las ondulaciones de su interior no hacían más que exitarme aún más.
Empecé a dejar chupetones en todo su pecho.
Su cuello se volvió mi refugio.
El pequeño botón de piel que la enloquecía estaba ayudando de maravillas.
La tenía hecha un mar de gritos y gemidos histéricos de placer.
Su manos hablaban por ella.
Sentía mi espalda y mis brazos arder por las marcas de sus uñas.
Mi ángel era toda una leona...
Trencé sus piernas a mi cadera y empecé a bombear más y más rápido.
Yo mismo me sentía enloquecer.
Me sentía insaciable de ella.
_Edward...
_un poco más... Un poco más, preciosa
Mentía...
Yo quería más y más de ella.
Seguí moviéndome una y otra vez, sin parar.
En un momento no sé qué toqué y la escuché gritar tan morbosamente que no pude retenerlo más.
Me dejé ir en ella.
Encontré la liberación en el cuerpo del más preciado ángel que me pudieron dar.
Sentía que con esto estabamos empezando a expiar nuestras culpas

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