Capítulo 17

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Gun caminaba disfrutando del sol junto a Joss, rio con su último comentario, le gustaba su carácter alegre y amable, siempre conseguía sacarle una sonrisa. Joss Wayar era una bocanada de aire fresco entre aquella gente, que lo amaba y lo odiaba en la misma medida. A veces pensaba que se había ganado el corazón de su clan y otras, lo hacían sentir como el forastero que era, tratándolo con la cortesía y el respeto que le debían pero nada más, él deseaba que lo amaran, que lo necesitaran y por encima de todo, que confiaran en él. Gun adoraba aquella tierra salvaje, a aquellas personas desconfiadas, orgullosas de ser lo que eran, los quería, aunque no hubiese sabido ganárselos.

Joss lo condujo entre los coloridos brezos hasta unas rocas a la orilla del lago y se sentaron. Gun miró el discurrir de las tranquilas aguas y deseó que su vida fuera igual de calmada. Pero no, su único consuelo era la presencia de Joss, con él se sentía cómodo, relajado, aunque tarde o temprano también se iría de allí y entonces, su soledad seria completa.

-¿Cuánto tiempo más permaneceréis entre nosotros? -preguntó de repente llenando el silencio que se instaló entre ellos.

-Veo que estáis deseoso de perderme de vista -contestó sonriendo.

-Oh, desde luego que no -le devolvió la sonrisa-, era simple curiosidad.

-No mucho más, el asunto que me trajo hasta aquí está casi concluido -se puso en pie, había buscado por cada rincón el medallón, sin resultado alguno, tal vez la información que le dieron era errónea, pero la realidad era que no podía abusar mucho más tiempo de la hospitalidad de su buen amigo y tampoco podía seguir alejado de sus obligaciones, porque su padre, el Laird de su clan, era un hombre anciano y enfermo, y tanto él como su pueblo le necesitaban, así que en breve, tendría que regresar con los suyos–, o mejor dicho, estancado.

-No os entiendo.

-Vine buscando algo, pero al parecer sin mucho éxito -lo miró y volvió a sentarse-, así que en unos pocos días volveré a mi hogar.

-¿Y qué andáis buscando? -preguntó él con interés-, quizá pueda ayudaros.

-Lo dudo mi señor, aunque agradezco vuestro ofrecimiento -le apartó un mechón de pelo de la frente-. Busco un medallón, el medallón de mi clan, alguien me sugirió que estaba aquí.

-¿Cómo es?

-Es una preciosa joya de oro, con forma de triskel y en su centro lleva engastado un hermoso rubí, rodeado por cientos de nudos celtas -habló con devoción y pena al mismo tiempo-, alguien lo robó.

-Siento deciros que no he visto nada parecido -señaló con tristeza-. ¿Y decís que alguien lo robó?, ¿alguien de este clan?

-Eso me dijeron.

-¿Lo sabe mi esposo? -le vio asentir-, tal vez queráis echar un vistazo a mis alhajas.

-Jamás he sospechado de vos, Gun -acarició su mandíbula con el dedo índice-, nunca lo haría, además, el robo fue antes de vuestra llegada.

-Entiendo -cerró los ojos un instante.

-Pero no puedo dilatar por mucho tiempo más mi estancia aquí -no dejó de tocarlo- mi padre y mi pueblo me necesitan.

-Habladme de vuestro hogar -miró hacia el lago, perdiéndose en sus aguas-, ¿es tan hermoso como este?

-Sí, es muy hermoso -murmuró vagamente, acariciando su mejilla una vez más-, casi igual que este, con la única diferencia que no tiene un señor tan bello que lo ocupe, ni que espere el regreso de su Laird.

-Joss..., os rogaría que dejarais de tocarme -se sonrojó.

-¿Por qué vuestros ojos ya no brillan, mi señor? -preguntó él acatando su ruego.

El lobo -OffGun-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora