Capítulo 27

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—Damas y caballeros, bienvenidos a nuestra institución...bla bla bli, bla bla blo.

Sus ojitos se cerraban con fuerza y sus puños se estrujaban contra su vestido.

Estaba con unas ganas inmensas de desaparecer, algo que ya lo hacía delirar y ni si quiera entendía que rayos decía el presentador, bueno, el profesor Taeyong. Sentía su cabeza mareada y casi que iba a reventar de nervios.

En unos pocos segundos comenzarían con la introducción de "había alguna vez en la hermosa ciudad de Verona una bla bla y bla blo y guerra y familias que no se querían ver ni en pintura".

"Ay diosito santo" fue lo único que salió de sus labios, asustado al momento en que ya habían comenzado a narrar.

Mark lo miró y le hizo leves cariñitos en las manos, tratando de tranquilizarlo, algo que logró de cierta manera, pues al ver la sonrisa del rubio, sus respiraciones comenzaron a ser más calmadas, entregándole una sincera sonrisa de regreso.

—Todo estará bien — el pelirrojo lo miró y asintió, ahora ya con más tranquilidad y confianza.

El problema era que ahora, el canadiense estaba con los pelos de punta, casi que con ganas de llorar. Le quería decir lo mucho que le gustaba a Donghyuck, pero temía que saliera mal.

¿Y si le decía que no le gustaba de esa forma y todo se volvía incómodo?

De tan solo pensarlo tuvo ganas de llorar, aunque era bastante conveniente, pues la escena que venía trataba de un Romeo muy dolido por el rechazo de la señorita Roselia, ya que era una Capuleto y lo había mandado a volar. Irónico, porque de todas formas el primo de Romeo le coquetea a la chica, quien acepta gustosa a un Montesco. En fin, la hipocresía.

Llegó la hora de salir, dándole las indicaciones a Mark de que saliera, quien trató de disimular un poco el nerviosismo, confíandose en sus largas horas de ensayo.

—Buenos días primo — un chico con un acento algo extraño entró en escena, mirando a Mark con total parsimonia.

—¿Ya es tan de mañana? — respondió simulando una sorpresa bastante creíble, después de todo, no era como si fueran muy informativos a la hora de hablar.

De hecho, cuando leyó el guión, se confundió bastante, pues era básicamente poesía actuada. Peor fue la película, porque se escuchaba extraño ver a los personajes hablar a cada rato con rimas.

La edad media definitivamente no era lo suyo.

—Las nueve ya han dado — respondió el chico, posando sus ojos en la hermosa escultura que tallaba el rubio, pero con una leve preocupación ante ls verdadera pregunta que le debería hacer a "Romeo".

¡Ah! Las horas tristes se alargan — su mirada triste y dolida se dirigió a la ventana de la habitación — ¿Era mi padre quien se fue tan deprisa?

Sí — se acercó más al chico, tratando de generar así, un ambiente de mayor confianza entre ambos — ¿Qué tristeza alarga las horas de Romeo?

Mark sonrió lo más falsamente posible, mirando hacia arriba para continuar con la escena.

—No tener lo que, al tenerlo, las abrevia.

—¿Enamorado?

—Cansado — dijo con una leve amargura.

—¿De amar?

—De no ser correspondido por mi amada — volvió a lamer sus labios secos, haciéndolos una línea y apretándolos con fuerza.

Hasta Seulgi lograba sentir empatía por el sufrido príncipe de Montesco.

—¡Ah! ¿Por qué el amor, de presencia gentil,
es tan duro y tiránico en sus obras? — dijo algo frustrado el contrario, mirando con lástima a su "primo".

Casillero | Markhyuck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora