Capítulo 12

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—Tengo hambre.

Donghyuck corrió como un pequeño niño por todo el departamento. La ahora, casa de Johnny, era bastante grande y hogareña. Podía sentir su toque en cada parte de la poca decoración.

—Así que, ¿se quedará a vivir aquí por un tiempo? — el mayor asintió, sonriendo y balanceándose como un pingüino.

—También comenzaré a ir a tu instituto — Donghyuck chilló, dando pequeños saltitos en su mismo lugar, sus calcetines blancos pasarían a formar parte de los sucios en tiempo récord — No estaremos en el mismo curso obviamente, pero aún así podremos estar juntos en los almuerzos y descansos.

Donghyuck de la nada saltó a sus brazos, agarrándose cómo pudo de éste, mientras que el mayor intentó hacer el mejor esfuerzo por no dejarlo caer. Parecía un koala agarrado a un bambú; tierno de todas las formas posibles ante los ojos de Johnny.

—Hyuck... — habló, consiguiendo la atención del menor— ¿Qué fue lo que pasó? — el nombrado lo miró, pero prontamente escondió su rostro en la curvatura del cuello del castaño, aspirando el relajante perfume de éste.

—Supongo que solo fui muy ingenuo y tonto. Me confíe de un chico que conocía de a penas casi un mes.

Johnny frunció sus cejas, mirándolo triste y algo enojado.

¿Quién había sido el maldito imbécil que lo había dejado así?

Tenía muchas ganas de ir a molerlo a golpes, porque Donghyuck era la persona más tierna y buena que conociera en el podrido mundo. Era un angelito, el cual quería proteger a toda costa de las cosas malas.

—No digas idioteces Donghyuck, tu no eres tonto, tu eres un amor — posó su mano en la mejilla contraria, sobando con cariño.

—Sí, lo soy, hyung — suspiró — Pensé que le agradaba a Mark, pensé que podía quererme de la misma forma que yo a él. Supuse que lo que yo comenzaba a sentir, también lo hacía él, pero no fue así. Ni si quiera me consideraba su amigo.

Abrazó con fuerza al mayor, sintiendo sus ojitos picar y su corazón apretarse.

—A-Al final solo era un estorbo y un mocoso que se ilusionó — se acomodó mejor — Él mismo lo dijo... — había hablado con la voz casi quebrada, pero aún conservaba algo de seguridad — Supongo que es momento de dejarlo en paz, por mí y por él.

Creía que alejarse un poco del rubio, probablemente sería lo mejor.

Sí, estaba triste, se sentía horrible, pero era lo suficientemente consciente como para saber que no debía andar rogando por un pedacito de amor a alguien que no estaba dispuesto a darlo.

No iba a obligar a Mark a quererlo. El amor no se compra ni se fuerza.

Aún así, le dolía un poquito la manera de cómo se habían dado las cosas.

Repentinamente, sintió unas manos acariciar su esponjoso cabello, relajándolo casi al instante. Un truco que Johnny siempre usaba cuando quería transmitirle tranquilidad al menor.

Lo único bueno que había ocurrido, era la llegada de Johnny, pero incluso eso no lo hacía vomitar arcoíris y muchos potes de brillitos como quizá hubiera ocurrido.

—Vamos pequeño, tenemos muchas series que acabar, la comida de la mesa no se acaba sola.

Ambos sonrieron, gustosos ante la compañía de ellos.

—Lo quiero hyung, gracias por estar conmigo — dijo mientras era bajado por éste, sentándose en el sillón de color marrón a la vez que Johnny.

Casillero | Markhyuck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora