Capítulo 14

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—Hyuckie, ¿seguro que estás bien? — el nombrado asintió, mirándolo determinado.

Era un buen momento para revivir sus ánimos.

Lo había meditado lo suficiente, pensando que unos buenos ratos en una fiesta no le haría mal.

—Sí, no le importo, no tiene sentido seguir así por alguien quien no me merece — dijo con total parsimonia, pero ni con la mejor actuación del mundo podría engañar al mayor — Soy el mejor, ¿cierto?

Johnny rió, pero preocupado. Donghyuck solía ser bastante impulsivo, ahora mismo, estaba siendo más lanzado que nunca.

Había aceptado ir a una fiesta.

Donde claramente el menor no debía ir.

Primero, Donghyuck era menor de edad, lo que significaba no drogas, no alcohol, no vida loca, no hormonas locas. Segundo, Donghyuck iba a terminar emborrachándose y él no era precisamente alguien tolerante al alcohol.

—Hyuckie — murmuró en a penas un hilo de de voz — Yo no quiero que te ocurra nada...

El nombrado siseó, envolviendo sus brazos al rededor de su cuerpo con cariño, para luego mirarlo sonriente y tranquilo.

—Hyung, yo no soy un debilucho, no un niño, ¿sabe?

—Lo sé, pequeño, lo sé — masculló, haciéndole cariñitos en sus cabellos, acercándolo más a sus brazos.

De toda formas, lo mejor sería apoyarlo, sea la idiotez que hiciera, no lo iba a regañar. El debía estar en los buenos y malos momentos, apoyándolo, reconfortándolo; por ello, no iba a meterse mucho en sus decisiones.

Donghyuck era muy infantil a veces, pero también, era lo suficientemente maduro como para tomar decisiones, y también, para saber afrontarlas.

—Johnny hyung, es usted un exagerado, confiese que solamente le da miedo emborracharse — el nombrado lo miró ofendido, poniendo una mano en su pecho, para luego, aclarar con su voz.

—Que tontería dices, Donghyuck, yo soy el alma de la fiesta — el nombrado rodó los ojos — El aburrido eres tú.

En realidad, Johnny conocía a medio mundo, por lo que nunca estaba solo en una fiesta, siempre encontraba con quien y de qué hablar. Aunque tampoco es como si frecuentara muchas fiestas.

Siguieron charlando por un buen rato, para luego, salir de la bodega donde solían pasar sus descansos.

Bueno, donde antes pasaba sus descansos con Mark.

Una pequeña parte de Donghyuck, extrañaba a Mark, pero sabía que no podía ir como un perro faldero detrás de él.

Tenía dignidad, y la poca que tenía, la planeaba conservar, no tirarla a la basura por el jodido rubiecito que rondaba su mente.

No, no y no.

Así pasó su día viernes, en las nubes y pensando en cualquier cosa menos en lo que realmente debía.

Ah, claro que aún seguía leyendo como enfermo libros para matar el tiempo.

Bueno, quizá los libros de romance sí habían calado dentro de su estantería. El pobre mueble de madera cada vez estaba más lleno y ya no de solo novelas policíacas y de misterio. Su espacio ahora era reducido y algo desordenado.

Compró cerca de veinte libros, algunos usados, tampoco era millonario,  porque ellos comenzaban a ser una adicción.

Sus tres litros diarios de agua se habían ido en puro llanto. Comenzó hasta ver novelas y series dramáticas.

Pero ninguno con un final feliz.

Se sentía un chico algo patético, comenzaba a ser lo que siempre aborreció. Escuchaba música triste, para estar más triste. Veía series triste, para estar más triste. Bueno, la ropa realmente no habría cambiado, seguía usando colores chillones, pasteles o con algún estampado bonito y sus demasiado conocidos vaqueros anchos de color claro, casi el único color que tenía.

No sabía si reírse de su situación actual o sentirse mal.

Probablemente ambas.

Caminó callado hacia su clase, mirando atento a su alrededor. El día no era desagradable, pero estaba algo frío para su gusto. Las nubes esponjosas y oscuras cubrían en gran parte al sol, quien a penas cumplía su función de generar calor.

Una cabellera rubia, un chico con una sudadera negra y aquellos jeans negros ajustados que tan bien se veían en él aparecieron en su rango de vista.

Suspiró.

Dolía un poco más de lo que pensó. Supuso que estaría triste por unos días y ya, pero las cosas no eran tan simples. Su corazón se estrujaba cada vez al recordar las palabras dichas por el mayor.

El amor era algo lindo, pero asquerosamente complicado.

No era todo tan fácil como lo presentaban en cuentos de hadas. No lo era.

Ni si quiera alcanzó a declararse y ya lo habían rechazado de todas las formas posibles. Ni de amigo lo querían.

—Hey, Donghyuck, ¿quieres una? — un chico sonriente le entregó una barrita de cereal, interrumpiendo su debate mental acerca del romance y su penosa vida amorosa.

—Oh, gracias Chenle — ambos sonrieron — Oh, ¿vas...a ir a la fiesta?

El menor asintió, mirándolo curioso y algo alegre. A Chenle le agradaba hablar con el mayor, porque de tanto juntarse con Jisung, ya se le comenzaban a quemar las neuronas.

—¿Tú vas a ir? — Donghyuck asintió — ¡Que bien!, me alegra que vaya a ir gente conocida. No quiero dar pena ajena en una fiesta donde solo conozco al dueño de la invitación, bueno, ni eso, él invitó a todo el instituto.

Donghyuk rió divertido, pues el pelimenta era bastante agradable y agradecía tener a alguien quien le dirigiese la palabra aparte de Johnny, claro.

Aunque Taeil seguía saludándolo, con su típica sonrisa de comercial que podía agradar a cualquier persona con un mal día. Taeil era educado y agradable, pero había parado su acercamiento. Donghyuck intuía que el castaño sabía acerca de la extraña relación que tenían Mark y él, tenía sentido, si analizaba que el castaño solamente sonreía para dejarlos a ambos solos cada vez que podía.

Era un gran chico.

En fin, ambos eran chicos necesitados de vida social que se agradaban y podían compartir buenos momentos juntos, porque ninguno de ellos hablaba con más gente del salón. Probablemente, ya se consideraban amigos.

Chenle pensaba que Donghyuck era agradable y viceversa.

El maestro llegó y todos volvieron a sus puestos rápidamente, comenzando una clase que parecía durar años y no acabar nunca.

Miró la ventana y se topó con algo no muy agradable.

Gruñó inconscientemente.

No, ya era hora de dejar de pensar tantas idioteces. Si el andaba feliz con una chica rubia, que casi que colgaba de su brazo, el también podía divertirse un poco.

Porque alguien, parecía ya haberlo olvidado del todo.

Su pecho dolió con tan solo la idea de ello. A su corazón lo habían aplastado y destrozado en pequeños pedacitos.

Comió la barra de chocolate con pena, pero terminó pronto en la basura porque a su profesor de biología no le agradaba para nada la idea de comida en su clase.

—🖇️—

Jajsjakksjs, se ve corto el capítulo, pero ya subo los otros tres jiji.

Casillero | Markhyuck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora