Jungkook

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— ¿Ya comiste? — negué con la cabeza — ven, te voy a preparar algo.

La seguí hasta la cocina. Me recargué en el marco de la puerta mientras ella sacaba cosas de la alacena. Mientras la veía y secaba mis lágrimas me di cuenta que todo este tiempo había sido demasiado ciego.
Tenía ante mis ojos a la mujer que había sido mi compañera, confidente, mejor amiga, abogada, enfermera, psicóloga, cómplice, maestra, y ahora también la madre de nuestro bebé.
Probablemente no era el amor de mi vida, pero si mi alma gemela. Probablemente no estemos destinados a estar juntos toda la vida, pero me di cuenta de que esta etapa la quiero vivir junto a ella.

Sin pensarlo me acerque a ella abrazándola por la espalda y poniendo mis manos sobre su vientre todavía plano. Se sobresalto un poco, pero inmediatamente se volteo y me sonrió.

— Ya te vez mejor.

— Me siento mejor — aseguré. Siguió cocinando en esa posición. Recargué mi cabeza en su hombro — ¿Te ayudo?

— Ya terminé, pero gracias.

— Entonces me haré un chocomilk, ¿quieres?

— Si.— Se me quedo viendo extrañada

— ¿Qué pasó? ¿Tengo algo?

— ¿Y eso de que estabas todo depre y de repente estás feliz?

— Ah, eso — bajé la mirada sonriendo — nada.

No me creyó, lo noté. Pero tampoco me insistió en hablar. Agradezco mucho eso de ella.

Cenamos y después vimos nuestra serie favorita acurrucados en el sillón. Es bastante cómodo estar con ella.

— Oye Mina, ¿me puedo quedar?

— Si, ya sabes que sí. Aquí sigue la muda de ropa que trajiste un día.  — Me paré del sillón y la cargué al estilo de bodas — ¡Wow! Jungkook — me miró tímida, se rió y pasó sus manos detrás de mi cuello. Se me hizo tierna y no pude evitar darle un beso en la mejilla. Se sonrojó y me causo aún más ternura.
Subí las escaleras con ella, me dirigí a su habitación y la dejé sobre la cama con delicadeza.

— Espera — fui a su clóset y saque nuestras pijamas. Regresé a la cama. Ella estaba sentada en el borde viéndome. Me hinque y quite sus tenis.

— Kookie, no tienes que hacer esto — dijo entre risas. No tenía ninguna mala intención. Solo quería hacerlo porque me nacía hacerlo.

— Shh. Quiero consentirte — desabroché su pantalón y se paró para poder quitárselo. Así hice. Se volvió a sentar y le di un beso a cada uno de sus muslos. Cuando lo hice acarició mi cabeza. La miré a los ojos y note en su mirada algo que jamás había visto. Un brillo, algo especial. Un tanto nostálgico y emocional.
Me paré para quitarle la playera. Luego su brassier. Me puse de cuclillas, besé su pancita y la miré otra vez a los ojos. Ella también lo hacía.
Intentaba decifrar la razón de aquel brillo. Me intrigaba.

— Kookie — dijo con voz suave y una hermosa sonrisa, sacándome de mis pensamientos — me está dando frío.

— Lo siento — inmediatamente tomé el camisón y se lo puse lentamente. Hasta ese momento me percaté de que era la primera vez que la veía semidesnuda después de aquella noche. Pensar en eso hizo que sintiera que la cara me hervía. Pero ella no dijo nada al respecto. — Mina, ¿te molesta si me cambio enfrente de tí?

— Lo has hecho tantas veces — dijo entre risas. Era verdad. Así que me empecé a cambiar ahí. Ella no apartaba su mirada de mi, pero me agradaba. — Ven, ya me quiero dormir.

Me acosté detrás de ella. Me recorrí hasta que quedamos juntitos y la abracé por la espalda juntándola mas a mí.

— Mina.

— Mande — creía que ya se había dormido, pero al parecer no.

— Este... Ammm... ¿No te incomodó que te viera sin brassier? — rió levemente antes de responder.

— Creo que no lo pensé.

— Ah... Bueno.

— Buenas noches.

— Buenas noches. Descansa.

— Tú también.

Sin dejarla de abrazar, nos quedamos profundamente dormidos.

Estoy embarazada - One Shoot JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora