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Las voces de algún grupo femenino salían del iPod en el área de la piscina. Marinette pasaba más tiempo ahí que Adrien esto días.

A través de la música, Adrien tuvo que gritar su nombre unas cuantas veces antes de que Marinette saliera del agua.

—¿Hey, qué pasa?

—No quiero que pienses que todos aquí son unos bastardos insensibles que te harán usar cosas que no quieres, y te llevarán a lugares que no quieres. O... que cierto playboy trata de aprovecharse de ti,— dijo. —¡No somos tan malos! ¡Puedo probarlo!

Marinette ladeó la cabeza.

—Sigue hablando.

—Hoy, haremos lo que quieras. Iremos a donde quieras, te seguiré y sonreiré y hablaré de cosas adorables y nada amenazadoras.

—¿...donde sea?

—Donde sea.

Marinette sonrió.

☆゜・。。・゜✺ ゜・。。・゜★

—Oh, tienes que estar bromeando.— Adrien gruñó cuando aparcó su Jaguar. —¿Un asilo? ¿Esta es tu idea de diversión?—

—No, pero si entras te enseñaré por qué estamos aquí.— Marinette dijo saliendo del auto y esperando que Adrien la siguiera. —Oh, vamos, entrar no va a matarte.

Entraron al edificio de color crema y Marinette llevó a Adrien hacia una esquina del salón principal.

—Esta, es mi idea de diversión,— Marinette señaló el piano al lado del área de la sala. —Pero ayudar a las personas mayores es reconfortante. Este es el establecimiento hermano de uno que hay del lugar de donde vengo. Ahí, solía ir cuando menos una vez al mes.

—Encantador.

Adrien quería morir. El interior del lugar olía a pasta dental, y ambientador – y él ya se sentía alérgico. Además, no estaba vestido lo decente suficiente como para estar cerca de personas mayores.

«Así que bueno... esto será interesante.»

Casi tuvo un infarto ante la idea de pasar las siguientes horas escuchando a alguna mujer con Alzheimer contándole sobre su colorida juventud una y otra vez, y a menos que fuera jodidamente interesante y tuviera cuentos sobre persecuciones en auto, explosiones y eso..., estaría así de cerca de hacer una matanza múltiple al final de su relato.

La enfermera lo llevó a una silla vacía en el área principal. Todos estaban ahí; algunos le sonreían, otros tenían la mirada fija al frente. Adrien no tenía idea de que era arruga-fóbico hasta hoy.

Marinette estaba de pie frente a todos.

—Hola, mi nombre es Marinette. Usualmente soy voluntaria en un asilo cerca del campo, pero mi papá y yo nos mudamos a París este mes, así que espero que no les moleste verme más de una vez aquí. El que está en esa esquina, es mi amigo Adrien,— agregó señalándolo. —Creo que le gustará estar aquí.

Adrien irguió más sus gafas de sol y sonrió sarcásticamente.

—De cualquier modo..., esta canción es para ustedes.

Marinette había estado viviendo en la mansión por dos semanas ya, y Adrien no sabía que pudiera cantar así. Pero lo hacía, y era nuevo e increíble, porque claro, todos cantaban en algún punto en sus vidas, pero Marinette era diferente. La forma en la que cantaba..., era arte.

Aparentemente, los mayores también lo creían, porque estaban sonriendo y algunos asentían. Estaban mirando a Marinette de la forma en la que Adrien siempre había querido que sus padres lo miraran. Excepto que cada vez que él se asomaba entre las cortinas durante algún recital de baile, ellos nunca estaban.

Crueles Intensiones (Adrinette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora