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La primera vez que Marinette se desnudó frente a Adrien, Adrien pensó.

«Oh, no.»

La situación de ahora empezó hace 10 minutos: Adrien estaba de pie fuera de la habitación, mentalmente preparándose para lo que haría. Esta era su última bala, y si no funcionaba entonces ya no tenía opciones y perdería a su bebé – aquel que le había costado casi medio millón a su padre.

Giró el picaporte y entró a la habitación, gritando.

—¡Esto es ridículo!

Era difícilmente la primera vez que decía esto, pero la parte interesante era que no estaba gritándole a Lila, sino a Marinette.

—Estoy harto de que juegues conmigo.— Adrien ya no gritó, pero su voz aún seguía inestable.

Marinette dejó su libro a su lado en la cama.

—¿Qué quieres decir con jugar contigo?

—¡Oh, por favor! Un segundo eres fuego y me besas y al siguiente eres hielo y me alejas. Y si tratas de decirme qué tú y yo solo somos 'amigos', solo estás engañándote. Eres una hipócrita, y aunque tengo muchos amigos idiotas con moral cuestionable, nunca he sido amigo de hipócritas.

—¿Cómo es que soy hipócrita?— Marinette preguntó. Se puso de pie mirando a Adrien.

—Me dices que no sé lo que quiero, cuando tú eres la persona más indecisa que conozco. ¿Sabes lo que quieres? ¿Siquiera me deseas?

Marinette respiró hondo, mirando un punto fijo tras Adrien, pasando de la puerta.

—Te deseo, Adrien. No tienes ni idea...

—¿Y qué esperamos? ¿Al matrimonio?— Adrien resopló.

Marinette se estremeció pero no dijo nada.

—Como sea. Necesito un respiro de esto. Creo que pasaré el resto del verano en la casa en la playa.— Adrien dio girando hacia la puerta. —Definitivamente no soy lo estúpido suficiente como para quedarme y esperar por algo que nunca pasará.

Estaba a nada de irse cuando sintió un ligero roce en su brazo.

—Espera,— Marinette dijo. Cuando Adrien giró, Marinette lo besó – suave y delicado.

«Estaba funcionando. Estaba por pasar. Esto debía ser bueno.»

Las manos de Marinette bajaron el zipper de Adrien. Retrocedió y lo miró y claro, había anhelo ahí pero extrañamente, Adrien también podía ver otra emoción: derrota.

Marinette se quitó la parte superior del pijama, y fue entonces que Adrien – a pesar de su felicidad de por fin resolver el puzzle que era Marinette Dupain-Cheng – pensó.

«No...»

Marinette tomó la mano de Adrien y la llevó a sus desnudos pechos, lentamente descendiéndola.

Adrien la observó, vio el pálido lienzo que representaba el cuerpo de la menor.

Pero cuando su mano estuvo peligrosamente cerca del borde de su pijama, Adrien se soltó del agarre de Marinette.

—Lo siento, no puedo.

A Adrien le gustaba el control, pero a esta medida era...

Salió de la habitación, desesperado.

Maldición, nadie había hecho huir a Adrien antes. Miró hacia atrás y todo lo que vio fue la espalda de Marinette.

Continuará...

Crueles Intensiones (Adrinette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora