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Adrien estaba jodido.

—Estás jodido.

—Lo sé, idiota.

—Estás. Jodido.

Cuando Lila sonreía pagada de sí, uno podía sentirlo.

Pero ahora mismo, Adrien estaba demasiado frenético como para importarle.

—¿Terminaste? De verdad necesito saber a dónde fue Marinette, así que por favor, deja de perder mi jodido tiempo, Lila, tienes el resto del verano para pavonearte con tu sonrisa de idiota.

—No sé dónde fue.— Lila dijo. —¡Y déjame tener mi momento, imbécil, acabo de ganar un Jaguar! Este es uno de los momentos más felices de toda mi vida. Podría llorar.

—Aun no has ganado.

Lila descansó su mentón en su mano.

—Aww, eres tan adorable cuando estás en negación.

☆゜・。。・゜✺ ゜・。。・゜★

30 minutos. Pasaron 30 minutos de una conversación nada productiva con Lila, y Adrien tuvo la sensación de que no habría ido a ningún lado, así que no tenía que culpar a nadie más que a él mismo. Era una compulsión; estar cerca de Lila hacía que Adrien ansiara algún tipo de tortura.

Así que llevaba media hora de retraso cuando su Jaguar aceleró, convirtiendo las calles de París en una mancha difusa. Pensó en Marinette, en cómo es que esto era una pérdida de tiempo porque no era como que Marinette iba a ir corriendo a sus brazos cuando lo viera.

Pensar en la voz de Lila, un coro de 'estás jodido', solo hizo que Adrien presionara más fuerte el acelerador.

Al final, encontró a Marinette con su equipaje de pie en la estación de buses. Los dedos de Adrien se enfriaron en el volante. No podía esconderse, porque él era el único que tenía un Jaguar – lo cual le gustaba – pero era molesto cuando quería pasar desapercibido.

A metros de distancia, Marinette ubicó el auto.

La expresión de Marinette no cambió, aunque Adrien no estuvo seguro de si vio que la comisura de sus labios se curvó un poco.

El problema con las paradas de buses era que uno tenía que esperar a que llegara el siguiente, y Marinette pudo haber hecho más fáciles las cosas para ambos si caminaba hacia el auto, pero no, se quedó donde estaba.

Aun estuvo ahí para cuando Adrien caminó hacia ella. Tardíamente, Adrien se dio cuenta que había dejado sus gafas de sol en casa, y ahora se sentía desnudo.

Cuando Adrien se acercó lo suficiente, notó que definitivamente había una sonrisa en el rostro de Marinette.

—¿Cómo supiste donde encontrarme?

—En lo que respecta a los turistas..., los predecibles toman un taxi y van al aeropuerto. Los tontos van a la parada de autobús y luego van a donde quieren.

—Siempre fui mala al huir.— Marinette dijo. —En especial de ti.

—Los turistas no tienen oportunidad.— Adrien bromeó. —Deja de intentarlo.

—¿Pero por qué me buscaste?

Adrien tomó el equipaje de Marinette.

—Sé lo que quiero. Lo sé y estoy seguro de ello esta vez.

Adrien podía sentir su corazón latiéndole en la garganta.

Era un inicio.

Crueles Intensiones (Adrinette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora