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De normal, en estas situaciones, lo único que palpitaba era su entrepierna. Frecuentemente tomaba fotografías mentales para saber qué detalles poner en su diario luego – qué tan buenos eran, cómo se movían – pero mientras veía a Marinette abriendo los botones frente a él, no vio detalles ni nada de eso.

Solo vio a Marinette.

Adrien estaba mudo y era obvio porque no había música de fondo que escondiera todo, ni botellas de vino.

No había planeado esto.

Así que se quedó ahí, cada músculo se tensó con el deseo de estirar la mano y tocar, pero se paralizó del miedo de que cuando lo hiciera, no podría detenerse.

Y entonces, toda la ropa de Marinette estuvo en el suelo y ella se acercó a él, con las manos temblorosas.

—Adrien...— dijo.

—Sí...

Todo esto daba miedo y era nuevo, no porque Marinette confiaba en él – Adrien podía hacer que cualquiera confiara en él, era parte de todo su acto de seducción – sino porque Marinette lo conocía y aun así estaba entregándose a él. Adrien no había estado con nadie que lo conociera más allá de su apariencia y el dinero de su padre.

«Pero ahora mismo, hay cuando menos 8 maneras diferentes en que esto podría destruirnos.»

Y el que Marinette lo conociera, lo dejaba sin opciones.

Su aliento se detuvo y regresó cuando Marinette curvó sus dedos en los bóxers de Adrien, bajándolos lentamente y dejando que el mayor se estabilizara en sus hombros para salir de ellos.

Marinette se irguió. Colocó una palma en el brazo de Adrien y se inclinó para besarlo, y Adrien se dio cuenta que estaba bien tocar, así que lo hizo. Profundizó el beso y dejó que sus manos subieran a las hebras de Marinette, bajando por detrás, sintiendo su cálida piel cosquilleándole las palmas.

Lo que a Adrien le gustaba sobre desvirgar chicas era cuán nerviosas estaban. Adrien solía alimentarse de ese miedo, deleitarse con el sentido de control.

Pero Marinette no estaba nerviosa. Introdujo más su lengua, de forma tentativa, pero ansiándolo.

Eso sacó a Adrien de su órbita en una forma que le gustó.

Podía sentir a Marinette, totalmente excitada, la cima de sus senos se presionaban contra él. Adrien la sostuvo por las caderas y la giró dejándolos a ambos de cara al espejo.

Quería ver todo.

—Lo haremos..., ¿así?— Marinette preguntó, mirando su propio reflejo.

—Para empezar.

—...ok.

Adrien pasó una mano por el torso de Marinette, viendo su piel contrastar con la de la menor, y pronto envolvió su mano en los senos de la chica. Curvó un poco su cabeza, enterrando el rostro en la curva del cuello del que sería su amante. Respiró su aroma.

En el espejo, Adrien pudo ver las mejillas sonrojadas de Marinette mientras las caricias ganaban ritmo, la forma en la que los nudillos de Marinette se pusieron blancos mientras se aferraba a su muslo.

Bajó su mano libre por el abdomen de Marinette, quien lo detuvo ahí, entrelazando sus dedos.

Marinette se revolvió en su roce. Empujó y bajó su cuerpo contra Adrien, lo suficiente para que Adrien pudiera sentirse endurecer contra el trasero de Marinette. La habitación no tenía más sonido que la brisa colándose y la pesada e inestable respiración de Marinette, quien meció las caderas. Ladeó la cabeza y presionó su mejilla contra el hombro de Adrien. Sus uñas se anclaron al muslo del mayor aún más profundo.

Crueles Intensiones (Adrinette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora