Mandarinas.

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Narra Erin.

Subimos las escaleras del departamento, yo un poco entorpecida cada par de escalones por la falta de iluminación y probablemente el alcohol que aún me burbujeaba dentro, Kyle empujaba con cariño mi espalda para seguir subiendo, soltando un par de risas en el proceso, dejé que abriera y prendiera las luces cálidas de la sala principal.

– luce algo solo. – suspiré detrás de él, asintió demasiado despreocupado y cerró a mis espaldas. – ¿tus padres?

– ya sabes, mi papá haciendo viajes, a mamá la han mantenido en la base mas tiempo desde que tu papá no está – se quedó completamente callado. – lo siento.

– no pasa nada.– dejé caer mi bolso y suéter en el sofá largo. – es donde trabaja tu mamá y mi padre ya no está para ayudar, no tiene nada de malo decirlo.

– lo sé, pero tú... – alcé ambas cejas y Kyle lo dejó por la paz yendo a la nevera para sacar comida y demás, me saqué los zapatos para pisar la alfombra.

– lo extraño más estos días. – admití finalmente, mientras me acercaba para observar por la ventana que daba a un parque que recién comenzaba a encender las farolas y dejaba ver sus árboles en tonos naranja y café por partes.

–¿sueñas con él? – giré para notar que ya estaba detrás mío con una taza de café para ofrecer, la acepté y di un pequeño sorbo.

– últimamente sí, cuando logro dormir. – Kyle frunció la frente confundido. – Astrid y yo estamos bien pero aún tenemos mucho de que hablar, supongo.

– lamento si interrumpí algo al llegar así. – murmuró, únicamente negué con la cabeza. – entonces, quieres hablar de eso?

–¿el qué? – sorbí del café nuevamente

– del porque no duermes. - atravesó la sala hacia la cocina nuevamente.

- no hay nada de qué hablar, solo me cuesta trabajo dormir. - suspiré acercandome a la barra de la cocina para picar algo de uvas que estaban en el frutero – mejor dame algo de comer, la botana que pidió Astrid solo me revolvió el estómago.

Kyle se dedicó a preparar la cena, lo cual sería para mi la comida en realidad, seguí picando un poco de fruta mientras revisaba el teléfono, hasta ahora no había señales de Matt, lo que hacía que me sintiera un poco fastidiada en realidad y aquello me irritaba incluso un poco más, escribí un par de textos para mi mamá y Astrid quién muy triunfante aclaró no estar en problemas por ahora, pasados los minutos un ligero dolor de cabeza reemplazó el adormecimiento que el alcohol otorgaba y terminé por tumbarme un rato en el sillón largo, sintiendo los párpados pesados.

– anda. – murmuró Kyle como si estuviese muy a lo lejos, moviendo un par de trastos. – te hablaré cuando esté listo.

Asentí adormilada. Dejando que el aroma de la comida me llevara muy lejos.

***


El sonido del cristal haciéndose miles de pedacitos me despertó de un golpe, inhalé ruidosamente, ¿me había perdido la cena?

–¿Kyle? – susurré pasando algo de saliva, escuché un quejido detrás mío, seguido Kyle con un brazo cálido cubrió mi torso, atrayéndome un poco hacia su pecho.

– creo que se cayó algo. – susurré, mientras me pegaba un poco más hacia el. – ¿por qué no me hablaste?

– abrí la ventana porque hacía calor, me recosté un minuto aquí y me quedé dormido. – bostezó. – ¿hambre?

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