Lagunas mentales

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- estoy bien mamá. - puse los ojos en blanco, hacía mucho drama.

- ¿desde cuando no comes bien? - preguntó, por quinta vez.

- estoy comiendo bien. - bufé. - solo fue un pequeño desmayo.

- deberíamos ir al doctor. - se pasó las manos por el cabello desordenado.

- mamá. - suspiré. - tu eres doctora.

- una segunda opción no te hará mal. - tomó uno de mis cepillos de cabello y comenzó a cepillar el suyo. - iremos.

- por favor...

-¡basta Erin! - soltó el cepillo y me miro con esa mueca. - ¿crees que no debería preocuparme si Kyle te ha traído a casa casi inconsciente? Y lo que es peor, ¡no fuiste a clases!

- voy a matarlo. - dije entre dientes, cerré los ojos en un estúpido intento de recordar aquella mañana.

- y yo voy a amarlo. - comenzó a atarse el cabello, yo seguía tirada en la cama.

- mamá, no es necesario... - me tapé con mi manta. - sólo fue un pequeño desmayo, no he dormido muy bien estos días, solo eso.

- estas muy delgada...

- a todo le inventas. - murmuré. - además, ¿no tienes trabajo?

- no. - y en el momento perfecto, el teléfono de la casa que se encontraba cerca de la cocina comenzó a timbrar. Ella soltó un grito de frustración, me miró. - levántate, nos vamos en 10 minutos.

Salió de mi recamara a toda prisa para alcanzar la llamada, rogué porque fuera del hospital. Realmente nadie llamaba, si algún conocido mío quería hablar lo hacia por el móvil y mi madre no tenía mucho tiempo para socializar, solo había dos opciones; mi madre no había pagado aún los servicios o había alguna emergencia.

Emergencia por favor.

Estaba bien, sin embargo, el chequeó que mi madre me había hecho hace unos minutos era de verse venir. Llevaba algunas noches sin dormir bien y el apetito a raros ratos llegaba, solo era cosa de mi estrés entre tantas cosas de una lista que parecía hacerse cada vez más grande.

Pero ella era terca y yo era igual a ella.

Sin embargo, no podía negarme a mi misma, que me preocupaba no recordar mucho antes de que me desmayase, estaba en casa de Kyle, recuerdo que íbamos a hablar del beso, sin embargo no recuerdo lo demás.

Malditas lagunas mentales.

- tienes suerte. - mamá asomó su cabeza por la puerta. - tengo cirugía de emergencia, pero más tarde iremos. - se acercó para besar mi frente. - lamento no estar mucho por aquí Erin Leonie.

- estoy bien mamá... - puse una sonrisa incómoda al escucharla usar mi segundo nombre, no era lo usual. - ve.

- hay algo de comida en el refrigerador. - dijo mientras caminaba fuera. - por favor come algo. Y avísame si te sientes mal, de lo que sea.

- a la orden.

Una vez que dejé de escuchar el motor del auto me puse de pie y tomé el móvil.

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-¿Kyle?

-por dios Erin. Me has dado un maldito susto.

-¿cómo se te ha ocurrido traerme a casa? , mamá se ha preocupado y estoy segura de que me va a tener debajo de su lupa por un tiempo.

- de nada amiga, me alegra que estés bien.

- ven.

- ¿no te iban a tener en cuarentena o algo así?

- no seas tonto, mamá se fue.

-¿y para qué voy?

- necesitamos hablar

- ¿y ahora de qué?

-¿de qué? ¿A acaso hay algo más de lo que debamos hablar mejor amigo?

- me confundes. Voy para allá.

- rápido.

- a sus ordenes ama.

- sabes que te quiero.

- ah... Erin?

- ¿qué?

- nada, enseguida voy.


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