La noche de aquel momento.

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P.I
Tres años atrás.

El último gemido alto se escapó de sus labios, la música amortiguó cada sonido que dejamos ir por incidente, un suspiro llegó cálidamente detrás de mi oreja. - no me respires cerca de la oreja. - murmuré mientras me soltaba del lavamanos, me recargué en la pared cerca del retrete para acomodar la ropa interior y el vestido, observé a Matt acomodarse la ropa mientras me sonreía divertido.

-         Podrías haber esperado a casa. – dijo terminando de abrochar el cinturón, hice un puchero. – aunque no voy a negar que me gusta cuando te comportas así.

Dejó la ropa en paz para tomar mis mejillas y estamparme un beso un poco brusco, sonreí. – en tu casa siempre están tus padres. – aclaré. – o tu hermana menor.

-         Sabes que podemos ir a la tuya también, ¿no? - dejó caer su peso sobre la puerta, mirándome de frente.

-         Ya hemos hablado de eso, no digo que no pero no puede ser siempre. – mordí mis mejillas por dentro un poco irritada de esta conversación de disco rayado.

-         ¿Por qué? – levantó las manos. – ah ya sé, porque Kyle siempre está ahí o porque puede llegar en cualquier momento.

Negué con la cabeza fastidiada. – ya hemos hablado de esto. – repetí. – y si vas a comenzar con esta pelea, no pienso ser parte de ella. – me acerqué a la puerta para salir, Matt no se movió de la puerta, tenía el ceño fruncido, yo estaba convencida de que cada que tenía ese gesto pintado en la cara sus ojos se notaban un poco más obscuros, eran mas bien un marrón que miel. – déjame salir.

-         No quiero estar peleando contigo. -  dijo mientras colocaba las manos sobre mis hombros. – pero Kyle

-         Nada. – le interrumpí. – no salgas con eso nuevamente, entre el y yo no existe nada, ahora por favor, me gustaría disfrutar de la fiesta con mis amigas. – dejó caer los hombros rendido.

-         Lo siento. – murmuró. – soy un paranoico.

Suspiré. – tienes que confiar en mi, Matt. – bajé una de sus manos de mis hombros, envolviéndola con las mías. – estoy contigo, en un baño que mide menos que un locker de la escuela y acabamos de disfrutar de algo muy divertido, no lo hagamos complicado, ¿quieres?

Asintió cansado y se inclinó para darme un beso en la mejilla, le dediqué una pequeña sonrisa antes de salir del baño, el sonido ahogado que llegaba dentro se convirtió en música nítida y fuerte al momento, pasé apretujada entre un grupo de compañeros, nadie parecía estar poniendo atención a nada en particular, bajé las escaleras y me detuve en el descanso para buscar a mis amigos, Matt llegó y me encerró con un gran abrazo por la espalda.

– tan solo sales por la puerta y me han dado ganas de repetirlo. – habló muy cerca de mi oreja aprovechando para mordisquear con delicadeza, mi cuerpo respondió contento pero unos grandes rizos llamaron mi atención desde la primera planta, Astrid alzó los brazos haciendo señas para que fuera.

– creo que no se podrá ahora. – respondí mientras comenzaba a bajar las escaleras, pasando por el mar inquieto de personas a las cuales, en gran parte no logré reconocer sin embargo Matt lo hacía distrayéndose de tanto en tanto por momentos.

–¿dónde te has metido? – Preguntó Astrid inmediatamente al tenerme cerca, le di una sonrisa traviesa a lo que ella solo negó con la cabeza sin mucha aprobación.– bueno, Mike y Mark también te estaban buscando...

– heeeeee. – un gran brazo me rodeó y jaló completamente desprevenida, un par de labios muy húmedos se estamparon sobre mis labios de manera muy brusca, me moví bruscamente soltándome del abrazo y pasándome las manos por la boca, miré rápidamente asurada en todas direcciones buscando a Matt, quien estaba a varios metros en lo que parecía una llamada al teléfono, sin notar lo que estaba pasando.

Astrid tomó mi brazo con fuerza, miré al chico furiosa sin saber quién era, su rostro desorientado me dijo que él tampoco sabía quién era yo y que probablemente estaba demasiado ebrio, siendo demasiado temprano.

– ¡¿qué te sucede?! – solté al fin tratando de no gritar demasiado, mi corazón golpeteaba con fuerza en mi pecho, el chico parpadeó ajeno a lo que estaba pasando. – ¿qué demonios te pasa? – mis manos empujaron su pecho en cuanto sentí el afloje de Astrid, comencé a sentir el calor en mis mejillas, el chico con los cabellos pegados a la frente solo negó con la cabeza y abrió los ojos como plato cuando levantó un poco más la vista.

– ey ey – Matt dejó caer una de sus manos tranquilamente en mi hombro, el chico de los cabellos pegados se giró y vomitó, todos nos apartamos rápidamente, mi estómago se revolvió. – ¿qué ha sido todo eso? – Matt tomó mi mano hasta salir al jardín, el frío golpeó mi cara y piernas relajando un poco mi cuerpo, al detenernos giré con las palabras listas en mis labios pero al notar sus ojos enrojecidos y perdidos todas ellas se secaron.

– nada, ¿qué ha pasado? – pregunté ahora, Astrid abrió la boca, seguramente con toda la intención de contarle a Matt lo que acaba de suceder, de inmediato la miré en advertencia a lo que solo levantó las manos molesta y volvió a entrar a la casa.

Matt frunció el ceño confundido, negué con la cabeza convenciéndome de que era un mal chiste de un borracho cualquiera y contarle en estos momentos podría desatar un gran problema.

– me tengo que ir. – dijo al fin mientras se. Inclinaba un poco hasta estar a la altura de mi oído. – es mi mamá, se ha puesto un poco mal, debo ir porque Ben no está aún en casa y yo tengo que ir... – suspiró. – lo siento, yo...

Asentí. – puedo ir contigo si quieres.

Matt negó. – disfruta de la fiesta con tus amigos un rato, estará bien. – me dio un beso cálido en la mejilla, haciendo que mi cuerpo se estremeciera de recordar lo que había pasado. – volveré por ti, ¿de acuerdo? Solo es en lo que Ben sale del trabajo y estaré aquí. – mordí mis mejillas por dentro – ¿estás segura que todo está bien? – preguntó nuevamente, únicamente asentí, definitivamente no era este el momento.

Puse mi mejor cara mientras lo veía alejarse en el auto por la calle principal, me abracé intranquila, siendo consciente del frío sobre mi piel descubierta.

– ¿estás sola? – la voz ronca en exageración me hizo sonreír, giré sobre mis talones para encontrarme a un par de ojos azules detrás de una cortina de humo del tabaco que salía por sus labios.

– esa cosa te va a matar Kyle. – puse los ojos en blanco, aunque contenta de verlo al fin terminé el gesto con una sonrisa tranquila.

– ¿por qué lo dices? – movió sus cejas divertido. –¿gustas?

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