BANDIDA

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Me levanté temprano, no podía llegar tarde, me dolía un poco la cabeza y ni siquiera recordaba cómo es que llegué a mi casa.

Me di un baño, comí algo mientras también me peinaba y maquillaba, debía verme bien, esta vez buscaría la forma de toparme con Alejandro. Quería que se le cayera la mandíbula al verme.

El autobús se fue rápido y llegué justo a tiempo al trabajo, quizá un minuto tarde pero culparía al elevador.

Cuando crucé la puerta de entrada de la empresa, cuatro hombres de seguridad se me pusieron en frente.

—¿Ana Torres? — Preguntaron.

—Sí, ¿Pasa algo? — Mucha gente se paró a observarnos.

—Acompañanos. — Dos de ellos me tomaron de los brazos y bruscamente me llevaron a la sala de vigilancia.

—¿De qué se trata esto? — Dije cuando me obligaron a sentarme, uno cuidaba la puerta, otro estaba frente a mí y los otros dos a mí lado.

—Señorita, ¿Dónde estaba el día de hoy a la una de la madrugada? — Me preguntó el que tenía frente a mi.

—¿Dónde más? En mi casa. — Dije obvia. — Durmiendo.

—A la 1:30 de la madrugada alguien entró a la empresa y robó unos datos de clientes. — Me informó.

—¿Y creen que fui yo? — Pregunté sorprendida.

—¿Dónde estaba a la una de la madrugada de hoy? — Me preguntó de nuevo con voz tenebrosa.

—En mi casa, saliendo de la empresa fui con unos compañeros a cenar. Después de eso me fui a mi casa. — Les dije algo preocupada.

—¿Seguirá mintiéndome? — Me preguntó sin creer ni una sola palabra.

—No estoy mintiendo. — Le aseguré.

—¿Quiere que le diga cómo es que pasaron las cosas? — Me preguntó aterrador.

— A ver, dígame. — Lo reté.

—Usted estuvo cenando con sus amigos, fingió volver a casa pero a la una regresó, desactivó las alarmas, burló el sistema y entró a nuestro centro de operaciones para robar los datos de nuestros clientes, datos cuales metió en una memoria USB. Posterior a eso fue a nuestra área de seguridad, osea, aquí y drogó a nuestro guardia. — Señaló al hombre que estaba a mi derecha. — Para borrar los vídeos de seguridad y después se fue sin siquiera tener la decencia de dejar todo como lo encontró. — Me lo decía en serio, yo no podía creerlo, pasaron varios segundos en silencio incómodo.

—¿Usted cree que yo sé hacer todo lo que acaba de decir? — Pregunté desconcertada, después de unos momentos en silencio comencé a reír, más por nervios. — Yo sé lo básico en una computadora, sé usar la paquetería Zelo, excepto las hojas de cálculo. Eso es muy complicado para mí. — Les expliqué. — ¿Ustedes creen que con esas habilidades yo podría burlar un sistema de seguridad? Gracias por los halagos pero yo soy una mujer tonta, sin decir inútil. — Me seguían mirando mal. — Aparte ¿Dónde conseguiría drogas yo?

—Señorita, tenemos pruebas en su contra. — Me amenazó.

—¿Pruebas? ¡Quiero verlas! — Respondí enojada.

— Usted borró todos los vídeos de vigilancia excepto uno. — Giró la laptop que tenía y me mostró el vídeo de la entrada, en el reloj decía 1:16 AM. Me encontraba frente la empresa, me caí al dar unos pasos hacia la entrada, me levantaba y volvía a caminar hacia dentro. Abrí la puerta como si nada, no sonaron las alarmas. — Salió de la empresa dos horas después. —Concluyó mostrándome mi salida.

Soltera divorciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora