ALFONSO

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Desperté cuando el sol aún no salía, miré a Alejandro dormido a mi lado y se me escapó una sonrisa tierna, me puse de pie, revisé los bolsillos de toda su ropa, tomé mi bolsa y corrí fuera de la casa de mis padres, llegué a mi departamento, me puse un traje para buscar trabajo y me metí a dar una ducha rápida, peiné mi cabello, me maquillé y tomé una de las tantas copias de mi CV.

Cuando salí de mi departamento, no fue con las manos vacías, tenía cubetas, una escoba y un trapeador junto con miles de químicos limpiadores.

Cuando llegué a mi destino, el sol ya había salido y ya había bastante gente en la calle comenzando su día.

Entré a la oficina de Alejandro con la llave que saqué de su bolsillo y comencé a limpiar todo aquel asqueroso lugar, limpié las computadoras, los teclados, barrí y trapié todo el lugar dejando todo impecable, había pedido un desayuno en un local de dos calles adelante y tenía entrega a domicilio, lo puse en una mesa libre y seguí con la limpieza.

Alejandro entró mirando todo de forma extraña y más a mí. Se quedó parado a unos pasos mientras yo trapeaba.

—¿Dormiste bien? — Le pregunté sonriendo y dejando a un lado el trapeador, él me miró aún más extrañado.

—¿Estoy soñando otra vez? — Se preguntó a si mismo.

—Buenos días. — Di dos pasos para sacar de mi bolsa la carpeta con mi CV.

— Aquí tiene. — Se la entregué, él la tomó dudando y al abrirla comenzó a leer con detenimiento.

—¿Qué es esto? — Parecía no entender nada.

—Es… — Sonreí. — Mi currículum. — La cara de Alejandro cada vez estaba más confundida y la mía más sonriente. — Quiero trabajar a su lado, Jefe. — La boca de Alejandro se abrió de asombro.

—¿Aquí? — Parecía no entender. —¿Es en serio? — Su asombro no desaparecía.

—No debe preocuparse por nada. — Negué para tranquilizarlo. — Soy confiable, trabajo duro, soy comprometida y lo único que pido es que me pague a tiempo. — Finalicé con una sonrisa amplia.

—Pero… — Guardó silencio por unos segundos   — No hay nada que puedas hacer aquí. — Señaló las computadoras.

—Claro que lo hay. — Junté mis cejas en modo de enojo. — Secretaria. — Alejandro sonrió. — ¿Me entrevistará? ¿O no me dará ni una oportunidad?— Soltó una carcajada y miraba mi CV con ternura. — ¡Hazlo ahora! — Le ordené de mala gana.

Alejandro se aclaró la garganta tratando de ocultar su sonrisa.

—Claro. — Su voz era fría, parecía neutral. — Dime una cosa, señorita… — Miró el CV para verificar mi nombre. — Ana Torres. — Asentí. — ¿Por qué debería contratarte?

—Porque sencillamente no hay nadie que lo conozca mejor que yo.— Respondí con simplicidad.

—Contratada. — Ambos nos reímos de aquella farsa.

—Ya está su desayuno, jefe. — Fui a la mesa por el café y el desayuno que ordené. —¿Comerá en su escritorio?

— Hay que comer aquí. — Alejandro cargó dos sillas y las llevó a la mesa vacía que estaba a unos pasos de su escritorio. — De hecho… — Parecía pensar. — Este será tu escritorio,

—Me gusta. — Asentí. — Puedo traer mi computadora. — Nos sentamos.

—Tengo una, no te preocupes. — Comenzamos a comer.

—¿Por qué hay teléfono fijo? ¿Es el de la empresa? — Pregunté para salir de dudas.

—Algo así. — Seguimos comiendo mientras él parecía revisar su teléfono.

Soltera divorciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora