GRÁCIAS

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—Él se está enamorando. — Le contaba a Carmen sintiéndome en las nubes. — Él va a caer a mis pies.

—Claro, como solo anduvieron por unos meses… — Carmen siempre de pesimista. Me hablaba de forma sarcástica. — ¡Ustedes estuvieron juntos por siete años! —Me recordó.

—Ocho. — La corregí.

—Bueno, el punto es que conocen todo el uno del otro, sus gustos, sí. — Me dió la razón. — Pero también los defectos. — Me recordó. — Él te conoce tan bien como tú a él, sabe cómo lo manipulabas antes,  cuando querías obtener algo, una lagrimita tuya y él caía a tus pies. Pero ya no será tan fácil, Ana. Tenlo en cuenta.

—Es que tú no lo conoces, él está cediendo ante mi. — Le aclaré. — Las últimas veces que nos vimos fue frío y grosero, pero hoy ocultaba una sonrisa, él está cayendo, Carmen. Te lo aseguro.

—Bueno ¿Y eso quieres? — Preguntó.

—Ese es el plan. ¿No? — Me metí una gran cucharada de carne a la boca.

—Pero... ¿Y luego? ¿Harás que se enamore de ti y después se casarán? ¿Eso quieres? Ser de nuevo la esposa del ahora empresario Alejandro Sosa.

—No. — Tomé agua. — Ni loca vuelvo con él, lo odio. — Me puse de malas de solo pensarlo. — Lo dejaré, cuando realmente esté enamorado y no pueda dejar de buscarme, entonces volveré a herirlo.

—Si lo dejas no será más doloroso que antes. Ahora no está solo, ahora tiene miles de empleados y millones de mujeres que quieren estar con él, será fácil recuperarse. — Carmen no me hacía nada fácil sentirme bien.

—Entonces le diré la verdad. — Seguí comiendo.

El silencio reinó en la casa, se escuchaba como chocaba mi cuchara con el plato.

—¿Tanto lo odias? — Me preguntó sin poder creerlo. No le contesté, dí por terminada la conversación.

Al día siguiente se me hizo tarde, pensé en llegar temprano la primera semana pero me pesaba mucho levantarme. Me vestí con lo que la noche anterior elegí y de nuevo amarré mi cabello. Al llegar, Luisa me esperaba en mi escritorio.

—Te estaba esperando. — Me dijo molesta. — No le diré a nadie que llegaste tarde, pero era muy importante que llegaras, necesito encargarte algo que es muy importante para la empresa ¿Entiendes?

—Claro, ¿Qué debo hacer?— Dejé mi bolsa en la mesa.

— Sígueme. — Caminó hacia el bote de basura que utilizaban todos en el piso, al lado estaba la máquina de agua. —¿Lo ves? Está vacía el agua y es muy importante para todos poder hidratarnos. Necesito que la cambies.

Lo pensé un segundo y tomé el garrafón que había a un lado, era muy pesado.

—¡¿Qué haces, Ana?! — El señor que me dió el recorrido ayer, el cual su nombre es Berna parecía exaltado. — Vas a lastimarte, te ayudaré.

—No, no es necesario. — En un movimiento puse el garrafón de cabeza dentro de la máquina.

—Wow, eres muy fuerte. — Berna sonrió y siguió su camino.

—Es cierto, lo hiciste muy bien. — Luisa aplaudió contenta. — Entonces debes de cambiarlo cada vez que se termine. No nos dejes solos, Ana. Dependemos de ti para una buena hidratación. — Se burlaba de mí, pero la ignoré.

—Claro, lo haré. — Me forcé a sonreír.

—Los martes no vienen los servicios de mantenimiento, así que ¿podrías bajar la basura? — Me preguntó con malicia. — Trata de pasar a todos los escritorios para recoger la basura que tengan. ¿Sí?

Soltera divorciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora