CRISIS

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Fui a trabajar después de no dormir en toda la noche, aún así me bañé, me maquillé para disimular las ojeras y lucir radiante, lo último que quería era ver a Alejandro pero si me lo topaba quería que me viera bien, radiante y sonriente, así creería más toda esta farsa.

Llegué tarde, sólo iba a cubrir el último día de la semana, ni siquiera tenía cosas que hacer, quizá pueda irme a medio día.

Estaba sorprendida al notar que todos trabajaban en su escritorio, nadie fingía sólo trabajar mientras veían películas o jugaban algo… estaban realmente apurados, Berna llevaba papeles de un escritorio a otro pidiendo los informes urgentes.

—Oye. — Lo llamé cuando pasó al lado de mi escritorio, el cual ya estaba vacío, sólo estaba la computadora de la empresa pero ya no había ni un solo papel. —¿Por qué todos trabajan?

— Pensé que lo sabías. — Parecía muy confundido. — La señorita Elizabeth regresó, pasó hace un rato y quería todos los informes, atrasados y futuros.

—¿Y está bien? — La última vez que la vi estaba muy mal. —¿Cómo la viste?

— Normal. — Se encogió de hombros.

Me quedé pensando, ella regresó y podrá ayudar a Alejandro, ellos estarán juntos y todo será igual.

—Está bien, gracias. — Sonreí forzadamente.

—No debes preocuparte, él te ama a tí. — Miré a Berna petrificada.

—No sé de qué hablas. —Traté de ignorarlo.

—Cuando me enteré fue muy impactante. — Admitió. — Después fui a tomar unos tragos con el jefe, él se veía muy triste y me dijo que era por ti. Cuando cayó de borracho sólo repetía tu nombre, me pidió consejos para recuperar todo lo que tenían.

—¿Lo sabías desde antes? — Alcé una ceja. —¿Él te lo dijo?

—No, me enteré por accidente. — Berna quería zafarse de la situación.

—¿Cómo? — Lo seguí.

—No quiero problemas. — Evitaba mi mirada.

—Berna, ya todo se descubrió. Sólo quiero saber cómo te enteraste. — Sonreí tierna.

—Tus hermanos me dijeron. — Admitió en voz baja.

Malditos traidores.

—Ya entraron a junta. — Tabata dijo en voz alta y todos se relajaron.

—¿Qué junta? — Le pregunté a Tabata acercádome a su escritorio.

—No lo sé. — Fingía  demencia.

—Es sólo curiosidad, me iré y no me enteraré de nada más. Es mejor irme con un gran chisme. — Estaba intentando saber si lo que hice funcionó.

— Estamos en crisis, Ana. — Berna me recordó.

—¡Shhhh! — Tabata le insinuó que guardara silencio. — Ana, es una junta importante y confidencial, no deberías enterarte.

— Por favor. — Me dirigí a ambos, debía saber si todo se solucionaría.

—Pues… — Berna suspiró para armarse de valor. — El padre de la señorita Elizabeth y Adam retiró toda su inversión de la empresa, los demás inversionistas quieren retirarse también si no se cumple lo que quieren.

—¿Por qué no buscan otros inversionistas? — Fue lo primero que se me ocurrió.

—Los inversionistas que están en esta empresa fueron atraídos por el padre de la señorita Elizabeth, pero desde hace mucho quieren retirarse porque las ganancias son muy lentas.

Soltera divorciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora