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Capítulo 6: Tierra mojada.

Sus compañeros de mesa conversaban ignorando a Stiles ostensiblemente. Todos menos Jackson, que parecía preocupado.

-¿Quién era ella? -le preguntó mientras doblaba y desdoblaba su servilleta de papel como si no le importara lo que acaba de pasar.

-La señora Yukimura -respondió él. -Trabaja para el ministerio de educación. Es un poco rígida y exigente, como acabas de comprobar. Es algo así como la guardiana de la escuela, es un kitsune y de hecho, es la madre de Kira. -señaló a una chica baja, de cabello negro y rasgos orientales que se encontraba charlando con la chica pelirroja, Lydia -Me gustaría decirte que no te preocupes, pero en realidad es mejor no provocarla. Te puede hacer la vida... difícil. Si yo fuera tú, me aseguraría de llegar puntual a las comidas durante los próximos días. Te estará vigilando.

-Genial -repuso Stiles con resignación.

"Tengo una suerte patética."

A su alrededor, los estudiantes empezaban a abandonar las mesas para salir. Stiles vio que dejaban los vasos y platos donde estaban.

-¿Los estudiantes no ayudan a quitar la mesa? -preguntó sorprendido.

Los chicos que rodeaban a Danny soltaron unas risitas.

Danny pareció extrañado.

-Claro que no. El servicio lo hace.

-Oh, por supuesto.

Stiles se volvió a mirar a Jackson, pero el asiento del chico estaba vacío. Se había ido. Oyó risillas y susurros en la mesa, y como ya había soportado bastantes burlas por un día, se sumó sin más comentarios a los alumnos que salían hacía la puerta.

Estaba exhausto. Habría dado cualquier cosa por volver a su habitación, escuchar música en su móvil y ver series hasta quedarse dormido. Por desgracia, aquel mundo quedaba a años luz del extraño universo de Waterhouse, donde la tecnología brillaba por su ausencia y los alumnos eran demasiado mimados como para recoger sus cubiertos y llevarlos a la cocina.

De nuevo en el vestíbulo, vio que la gente se alejaba en diversas direcciones. Algunos salían al jardín, otro se dirigían a la biblioteca o a la sala común. Todos caminaban en grupo, charlando y riendo.

A solas, Stiles subió las escaleras rumbo a su dormitorio. Se adentró hacia varios pasillos y entró a su habitación.

Después de quitarse los zapatos con los pies, Stiles cogió los papeles del escritorio y se dejó caer en la cama. Casi no había llegado ni a la mitad cuando la luz del atardecer empezó a ocultarse en el cielo.

Bostezó ante el horario de clases. Se calzó unas zapatillas y cogió el cepillo de dientes para dirigirse al pequeño baño que compartía con Scott. Lo embargó cierta aprensión al abrir la puerta pero estaba vacío.

"¿En dónde se metió?"

Mientras se cepillaba, se contempló en el espejo. ¿Acaso se veía más guapo? Se sentía más guapo.

Decidió asomarse en la habitación de su mejor amigo y nada, estaba vacía. Luego tendrían una larga conversación al respecto.

De vuelta en su cuarto, cerró la contraventana y se metió en la cama. Por desgracia, cuando apagó la pequeña lamparita del escritorio la habitación quedó sumida en una oscuridad profunda y excesiva. Buscó a tientas la lamparita para encenderla a toda prisa.

Salió de la cama y abrió la contraventana. Las últimas luces del día bañaron el cuarto con un leve resplandor. Aquello estaba mucho mejor.

Volvió a apagar la lámpara y se quedó tendido mirando cómo se asomaban las estrellas. Estaba tan cansado cuando se quedó dormido.

-¡Mieczyslaw, huye!

El grito llegó hasta él procedente de la oscuridad, de algún lugar situado a su alrededor. En cualquier caso, Stiles no entendía por qué alguien le ordenaba que huyera... ya estaba corriendo, tan rápido como sus piernas podían llevarlo. Su cabello se sacudía con fuerza por el viento, y aunque no alcanzaba a ver los árboles con claridad gracias a la lluvia, -solo reconocía sus siluetas-, podía sentir como las ramas se le enredaban en la ropa y las piedritas se clavaban en sus pies, también sentía como las filosas ramas y espinas le arañaban la piel. El terreno del bosque era irregular y sabía que acabaría tropezando. No se puede correr por un bosque a oscuras, lloviendo y descalzo, es imposible.

De repente, oyó unos pasos a su espalda y notó como el aire se movía como si hubiera alguien justo...

Unas manos fuertes lo agarraron por los hombros y él gritó mientras intentaba soltarse de quienquiera que lo tuviera aferrado, tirando patadas al aire mientras intentaba defenderse. Luego oyó una fuerte carcajada justo a su espalda y, mientras gritaba, sintió como unas manos invisibles lo arrastraban por los pies.

-¡Stiles!

Stiles se irguió sobresaltado. Por un instante no supo donde se encontraba, y se arrastró hasta la esquina más alejada de la cama donde se acurrucó con la espalda contra la pared y las rodillas abrazadas en modo de protección.

Entonces lo recordó. Waterhouse. El colegio.

Aquel sueño. Siempre era el mismo, una y otra vez. Y en cada ocasión despertaba bañado en sudor.

-¡Stiles! -gritó Scott.

El cuarto seguía en tinieblas... Al mirar el reloj comprobó que acababan de dar las once y media. Estaba muy despierto, nervioso, pero seguía aturdido, como si nada de aquello fuera real.

Volteó la mirada a su amigo que se encontraba de pie al lado izquierdo de su cama. Scott se sentó a su lado y lo abrazó.

-¿Otra vez?

-Sí -Stiles se aferró con fuerza a la camiseta de su amigo. -Siempre es lo mismo.

-Bien, no te preocupes. Estoy aquí ahora.

Scott se levantó de la cama y se inclinó por encima del escritorio para mirar hacia el exterior. La luna bañaba la noche con un resplandor azul, irreal. Se encaramó al escritorio y abrió la ventana permitiendo al aire frío de la noche colarse por toda la habitación.

Stiles apoyó la barbilla en sus brazos, sintiendo la brisa fresca de la noche mientras escudriñaba la oscuridad. Oyó las aves nocturnas mientras aspiraba a fondo el aire fresco. Le encantaba aquel olor -hojas de pino y tierra mojada-; lo reconfortaba.

-Si quieres puedo dormir contigo hoy -habló Scott dirigiéndose de nuevo hacia él.

-Claro, está bien -ambos se acomodaron hasta quedar acostados frente a frente en la pequeña cama. -Te estuve buscando, ¿en dónde estuviste?

-No me lo vas a creer -Scott rió y Stiles lo miró expectante. -La chica que me enseñó el colegio resultó ser guapísima, se llama Allison. Fuimos a dar un paseo y el tiempo se nos pasó volando. Lo siento, hermano.

-Así que... me cambiaste por una chica -bromeó Stiles.

-Eso nunca, tú eres la única chica en mi vida -Stiles soltó una pequeña carcajada.

-Me conformo con eso.

-Y cuéntame, ¿hiciste amigos hoy?

Stiles miró sus dedos -No sé si podría considerarse un amigo, pero conocí a un chico. Se llama Jackson, es... agradable.

-¿Agradable? -preguntó Scott confundido.

-Sí, fue de las pocas personas que se portó amable conmigo.

-Tendré que conocerlo -dijo Scott.
Pocos minutos después, ambos estaban sumidos en un profundo sueño.





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