7. Quimera

1.1K 97 8
                                    

8 de diciembre

Los dias habían transcurrido de manera rápida, la pelirroja estaba preocupada por su salud, tenía citas continuas en el hospital y le medicaban, mientras tanto ella y Minerva habían entrelazado un lazo casi increbrantable, la mayor de las dos cuando estaba en clase seguía siendo una persona fría sin sentimientos, pero cuando salían lo primero que hacía era preguntarle a Artemisa su estado de salud, a veces la menor veía el brillo tan bonito en los ojos casi miel de su profesora y su corazón latía desbocado, luego como si a ambas el destino a toda costa las quisiera interrumpir el teléfono de alguna de las dos sonaba, en ocasiones era Apolo, el cual siempre parecía estar casi en la sopa hablando las típicas cosas cursis y bonitas, otras veces era el celular de Minerva con algún mensaje de su amiga Alba o de su hermano Mateo, pero a toda costa eran interrumpidas.
Mientras los días pasaban Artemisa pensaba seriamente en ir a algún centro de ayuda para su ahora enfermedad desarrollada, en el hospital le habían dado unos folletos de algunos centros pero ninguno la convencía, así que había pensado en pedirle ayuda a su profesora aunque su inseguridad le hiciera creer que la idea era loca.
Artemisa estaba a punto de perder su trabajo, a los clientes les daba una pizca de miedo y lástima ver a una camarera en un estado tan deplorable, su jefe había hablado con ella para que se alimentara mejor y le había dado un sermón tan largo que deseaba desmayarse para no escucharlo más, el problema de aquella joven no era la alimentación, era la ansiedad y los trastornos que ya se habían acomulado en años y eso lo supo investigando a fondo y sintiéndose miserable mientras lo hacía.

Minerva tenía una batalla interna horrenda, quería decirle toda la verdad a Artemisa pero no se atrevía, el miedo le devoraba la mente y el alma mientras más lo pensaba, pero una mañana fue cuando decidió dar aquel paso, faltaban tan solo semanas para las vacaciones y no veía a la joven por unas semanas más. Mientras iba a la escuela fue cuando le dio vueltas y vueltas al tema para poder encontrarse con la menor y sacar todo lo que su interior guardaba, cuando llegó como ya era su costumbre, aparco en el estacionamiento y contempló un rato a la chica con piel de porcelana, luego de un rato decidió irse a sus clases y así al termino de todo quedar con su alumna para hablar. Minerva comenzó a repartir unas pruebas que había dejado, aprovechando para anotarle a su alumna el numero de su teléfono con una nota extra que decía
"te espero en la cafetería donde hablamos por primera vez de Becquer, por cierto felicidades por tu nota sobresaliente :) mandame mensaje si no puedes quedar".

Artemisa al leer la nota no pudo evitar sonreír, por fin podría tener una amiga y alguien a quien contarle todo sin tapujos, por que aunque tenía a Charlotte no había nadie mejor que alguien que le llevara un poco de años y tuviera más experiencia. Artemisa cumplió todas sus horas de clase y se dirigía a la cafetería a pie, fue entonces cuando un claxon la hizo sobresaltarse.

—Vidal ¡vamos!. —
Dijo Minerva desde su coche

—oh no, nada de eso. —
Se sonrojo

—bueno vamos las dos al mismo lugar, así que podemos ir platicando mientras, anda sube por que me arrepiento

—vale

La menor se dio por vencida y se subió al auto de la profesora, ambas iban sumidas en un silencio cómodo, ninguna era capaz de romperlo. Minerva inspeccionaba aquel automóvil y se dio cuenta que incluso en un lugar pequeño todo gritaba a ella, tenía ese olor particular a menta con vainilla, fue entonces cuando la menor rompió el silencio.

—¿aperfuma su coche?. —
Dijo divertida

—no, bueno en realidad si, pero no en una cantidad grande o al menos no hasta ahora. —
Sonrió la mayor

—oh

—¿lo dices por el olor? ¿No huele feo o si?

—si, lo digo por el olor y no huele mal, bueno, su auto huele a usted. —
Dijo simple la muchacha

La Chica De Saturno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora