32. El Cielo

385 42 4
                                    

11 agosto
Minerva y Charlotte dejaban Madrid con un aire nostalgico, la habían pasado demasiado bien y no querían irse de aquel lugar tan hermoso, pero todo termina.
Ambas mujeres iban en el avión tomadas de la mano, Charlotte se recargo en el hombro de Minerva y comenzó a dejar suaves caricias en su mano

—¿no podemos quedarnos?

La morena soltó una risilla

—no, corazón, ojala

—yo creo que podemos bajarnos del avión y regresar, mejor hay que quedarnos a vivir en Madrid. — hizo un puchero y Minerva la beso

El avión despegó y ambas quedaron en silencio, Charlotte sacó sus audífonos, los enlazo a su celular y comenzó a reproducir la música que más le gustaba.

—¿que escuchas?

—Taylor Swift

—no sabía que te gustaba

—me encanta Taylor, ¿quieres uno?. — le ofreció un audífono y Minerva lo acepto, lo coloco en su oreja y cerró los ojos

En esos momentos la canción cardigan sonaba

—me gusta la letra

Charlotte solo hizo un sonido con la lengua y cerró los ojos, después, cuando se sintió cansada de estar en la misma posición, observó a través de la ventana el cielo.

—estoy en donde siempre quise estar

—¿en donde?

—en la cima de la felicidad, estar contigo es como tocar el cielo. — rio —no lo digo por que estemos viajando en un avión, mas bien. — hizo una mueca y apretó más el agarre de sus manos —cuando me besas me transportas a Galaxias, contigo todo es lindo. No necesito forzar nada

—Te amo. — Minerva beso lentamente sus labios —soy muy feliz contigo, como nunca lo he sido

Ambas sonrieron y observaron juntas el cielo, escucharon Taylor Swift y se besaron con amor. El sueño se comenzó a apoderar de Charlotte, quien guardo sus manos en sus bolsillos y se recargo en el hombro de Minerva, la morena sacó su cuaderno y comenzó a completar la canción que le estaba escribiendo a Charlotte

Quiero ser franca, honesta contigo
No soy culpable, pero me has enloquecido
Quiero ser franca, honesta contigo
Te necesito, mucho mas de lo debido y difícil explicar
Y te regalo
Una flor por cada beso que me diste
Una flor por cada lagrima que no llore
Una flor por cada tarde que me amaste y una flor por el instante en que me enamoré
Es imposible pretender que no muero
Por tu sonrisa
Por tu mirada que me hipnotiza
Es imposible no decirte te quiero
Es que no puedo mas callar mi corazón
Y es tan difícil respirar
Sin ti
Una flor por cada beso que me diste
Una flor por cada lagrima que no llore
Una flor por cada tarde que me amaste
Y una flor por el instante en que me enamoré
Una flor por cada beso que me diste
Una flor por cada lagrima que no llore
Una flor por cada tarde que me amaste
Una flor por el instante en que... Me enamoré.

Mordió el bolígrafo con el que escribía y sonrió, leyó y releyo el resultado y quedó encantada. Minerva era talentosa, pero la música era su fuerte, siempre quiso dedicarse a eso, se imaginaba tocando en grandes escenarios y componiendo miles de canciones.
Charlotte suspiro entre sueños y Minerva la observó, era hermosa, le gustaba todo de ella, incluso lo que a ella no le gustaba a la morena le encantaba.
Después de un rato, la profesora cayó en los brazos de morfeo.

° ° ° ° °

—Mini. — Charlotte beso sus labios, Minerva se removió —Mi amor, despierta

—cinco minutos más

—bueno, quedate en el avión entonces. — la rubia se levantó de su asiento y Minerva la jalo del brazo haciendo que cayera sentada

—creo que si quiero regresarme a Madrid. — arrugó la nariz

—te dije. Vámonos, tenemos que salir de aquí, somos las ultimas. — sonrió haciendo ver sus hoyuelos, Minerva beso sus mejillas

Ambas mujeres se levantaron de sus asientos y bajaron del avión, iban con sus manos entrelazadas, se sentía muy bien aquello.

—eres muy guapa. — soltó Minerva cuando recogieron sus maletas e iban en el taxi

—tu eres mucho más guapa

La profesora negó con una sonrisa

—Minerva

—uju

—Te amo

—¿mordido un perro?. — bromeó

—que tonta eres. — rio —habló en serio, se que no lo había dicho, soy un poco cobarde para estas cosas, pero te amo

El corazón de Minerva comenzó a latir con rapidez

—yo también te amo, creí que tardarías más en decirlo. — confesó tímida —me alegra que no fuera así

—cuando tu dijiste que me amabas, quise decirte que yo también lo hacía, pero creo que hay ocasiones en las que sobre pienso demasiado

—no pasa nada, todos solemos hacer eso en muchas ocasiones

Ambas guardaron silencio y llegaron a la casa de Charlotte

—¿vas a pasar o ya iras a casa?

—pues si me invitas. — se encogió de hombros algo cohibida, Charlotte soltó una risilla y jalo su mano, abrió la puerta de su casa y ambas entraron

—¿Alguna vez te imaginaste estar así?

Ambas se habían sentado en el sofá

—¿contigo o enamorada?

—ambas

—no, te he explicado ya que cuando te vi fue super wow. — rasco el puente de su nariz —ni si quiera creí que me tocaría cursar contigo, hay como cinco profesoras de Francés, pero supongo que así es el destino.
Ademas, creo que si pudiera evitar enamorarme, lo hubiera hecho, aunque fueras tu

—¿por?

—el enamoramiento y el amor son cosas totalmente distintas, cuando te enamoras liberas dopamina y muchísimas cosas más, todo lo ves lindo, aunque la persona tenga diez mil defectos, tu no ves ninguno. El amor supongo que es mas una decisión, digo ambas van de la mano, pero no se. Creo que ya no se lo que digo

—te entiendo. — la abrazo por los hombros —me alegro que no evitarás enamorarte de mi

—¿tu alguna vez te imaginaste estar así?

—¿enamorada de ti?

Charlotte asintió

—no, pero son cosas que pasan, es algo que no se puede evitar. Es como el cielo, no es como que pueda evitar estar nublado o despejado, aunque también influye mucho de nosotros

—tus explicaciones a veces son muy raras

—un poco, solo un poco

Charlotte se quito los zapatos y Minerva imitó su acción, prendieron la TV y comenzaron a pasar los canales

—estamos haciendo cosas de novias. — rompió el silencio la mayor

—básicamente eres mi prometida por que te pedí matrimonio y tu aceptaste

El silencio volvió, sus silencios nunca eran incómodos, por el contrario, ambas se sentía cómodas con su compañía. Se amaban, se disfrutaban y se deseaban. Ambas estaban en el lugar que siempre quisieron estar.
Solo que a veces se nos olvida que no dura para toda la vida.

La Chica De Saturno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora