𝟘𝟙𝟜

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   Llevaba un buen rato mirando el techo de mi cuarto; me había despertado hacía horas, pero no tenía ganas de levantarme

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   Llevaba un buen rato mirando el techo de mi cuarto; me había despertado hacía horas, pero no tenía ganas de levantarme. Solté un largo suspiro tras estirar los brazos sobre mi cabeza, crujiendo los huesos agarrotados de mi columna.

   Me metí en la ducha y, tras vestirme y secarme el pelo con una toalla, bajé a comer con mi padre. Mamá y la tía pasarían todo el día fuera, eso es lo que me habían dicho. Yo era perfectamente consciente de que irían al psiquiatra, no era ningún secreto que tía Joane necesitaba uno. No es que me preocupase de sobremanera, se supone que si va allí es porque le hará bien, ¿cierto?

   —¿Qué harás hoy, papá? —pregunté tras llevarme el vaso con zumo de naranja a la boca.

   —Probablemente me pase el día al teléfono, el deber me llama —me guiñó un ojo sacándome una sonrisa. Papá era copropietario de una compañía de seguros y se creía un superhéroe, a veces yo también pensaba que lo era. Estaba trabajando constantemente, pero siempre tenía tiempo para ayudarme con los deberes, para jugar conmigo o ver la televisión por las noches con mamá. Jamás entendería cómo lo hace. —¿Tú que harás, cielo? ¿Tienes planes para hoy?

   —Sí, saldré con los chicos. Una tarde en bici... ya sabes —carraspeé. Morgan, sucia mentirosa. Todavía no le había dicho que me habían robado la bicicleta y no tenía pensado hacerlo por ahora.

   —Me alegro, pásalo bien —me revolvió el pelo con una sonrisa y se levantó llevándose nuestros platos a la cocina.

   Subí a cepillarme los dientes y bajé corriendo las escaleras cuando escuché la puerta delantera ser golpeada. Me despedí de papá con un beso en la mejilla y salí cerrando con llave detrás de mí.

   —Hola, Billy Bill. ¿Cómo estás? —le sonreí mientras me sentaba detrás de él, en el portaequipajes de su bicicleta. Le había pedido que viniese a recogerme por pura pereza, no es como si el centro estuviese muy lejos de mi casa, pero esto era mucho más cómodo.

   —B-bastante bien, ¿y tú? —preguntó a la par que comenzaba a pedalear, por lo que entrelacé mis brazos alrededor de su torso.

   —Genial.

   —Y... ¿c-con Hockstteter y los de-demás? —me sorprendí por su pregunta.

   —Bien, fue... peculiar. Mejor de lo que esperaba, sin duda. ¿Cómo te has enterado?

   —T-te vi subirte al coche de Hu-huggins, s-s-solo até cabos —suspiré.

   — ¿Ellos...?

   —Los perdedores ya lo s-s-saben.

   —Stan debe de estar hecho una furia... —murmuré. Bill asintió a mi afirmación. —Lo siento, —apoyé mi mejilla contra su espalda, en esta posición podía escuchar su corazón latir tranquilo y a un ritmo constante —lo que estoy haciendo es egoísta y sé que no está bien, simplemente no lo está... pero no lo sé, es como si no lo pudiese evitar.

Happy Summer, Morgan! | 𝐏𝐚𝐭𝐫𝐢𝐜𝐤 𝐇𝐨𝐜𝐤𝐬𝐭𝐞𝐭𝐭𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora