Capítulo 5: El dilema de la naranja

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¿A dónde iríamos ahora? Ya estábamos equipadas, pero conforme avanzaba el tiempo, comenzamos a sentir hambre.

-¿Podremos comer algo?- preguntó Susan.

-No tengo idea- respondí- ni siquiera sé en dónde encontrar comida y si la conseguimos, corremos el riesgo de que esté infectada o algo similar.

-Creo que es muy poco probable, pero tampoco hay que descartar la opción.

Anduvimos otro rato hasta que encontramos un árbol de naranjas.
Susan bajó unas cuantas con su arco.

-¿Cómo sabremos si están bien?- preguntó.

-Hay que ponerlo a prueba.

Cortamos una naranja y la dejamos en un sitio despejados para luego escondernos entre los árboles.

-Espero funcione- dije.

-Arely, ¿Qué pasará si las frutas están contaminadas y un Narniano lo prueba? ¿No sería un crimen?

-Hasta donde sé, aquí no hay Narnianos. Aquellos que se quedaron de este lado son bestias sin inteligencia.-bajé la cabeza- aunque igual no es algo que me agrade, pero es eso o exponernos.

Escuchamos ruidos y nos asomamos. Era un mono de aspecto descuidado. Había bajado de un árbol y tomó la fruta entre sus manos para darle una mordida. Esperamos y nada pasó, el mono volvió a trepar alejándose.

-No están mal- dijo Susan soltando un suspiro- genial, me muero de hambre.

Sacamos un par de naranjas y las partimos, cada una tomó sus dos mitades.

-Están deliciosas, tan dulces como la primera vez que las probé aquí.- exclamé primero.

Susan tomó la suya pero al contrario mío, hizo un gesto de desagrado para tirarla.

-La mía está amarga- dijo para limpiarse la boca.

Le extendí la otra mitad de mi naranja, ella la probó y repitió su acción.

-¡Arely, están horribles! ¿Cómo puedes comer eso?.

-Juro que están deliciosas y créeme que tengo buen sentido del gusto- respondí- ¿Qué te sucede a tí?- levanté la primera naranja que tiró y la probé.

-Susan, esto está delicioso- dije un poco molesta.- no deberías tirarlo.

-Tú y ese mono tienen esos gustos raros.- dijo.

Comencé a molestarme. ¿Qué había dicho?

-Tú eres la supersticiosa. Ojalá no te hubiera metido esas ideas. Ahora no quieres comer- respondí.

Se quedó callada, frunció el ceño y dió media vuelta.

-¿¡A dónde vas!?- le grité.

-A un lugar dónde no pueda seguir de supersticiosa- respondió de mala gana alejándose.

Me quedé parada esperando a que regresara pero no lo hizo. ¿Qué estaba haciendo? Se suponía que yo le ayudaría a llegar al Nuevo Mundo y al parecer, acababa de fracasar en la primera fase.

*Si ella olvidó quién fue en esas tierras, lo más probable sería que moriría pronto*- pensé- *no soy una heroína, pero sí su amiga. Hice una promesa y ahora debía cumplirla.*

-Tendré que disculparme, eso no fue correcto de mi parte, no tuve consideración- dije para mí misma- sólo espero que no se haya ido demasiado lejos.

Corrí en dirección hacia donde se había ido y la busqué por mucho tiempo. No la encontraba. Llegué hasta un acantilado.

*Ni lo pienses, ella no pudo hacer eso*- pensé- *busca en otro lado*

Escuché un sollozo próximo, era de Susan, me aproximé con cuidado. La ví a lo lejos sentada bajo un árbol seco, tenía la cabeza metida entre sus rodillas y se veía afectada.

-Su...- me acerqué-¿Estás bien? Lamento mucho todo esto. Fue mi culpa, no debí...

-No...- me interrumpió- todo esto es mi culpa, tú ni siquiera debiste de venir, te puse en peligro, ahora estás acá porque Aslan no cree en mí. Y todo es por mi culpa, aceptaste ayudar y te traté mal. Quizá ni siquiera soy digna de la Antigua Narnia, ¿Qué esperanzas hay de que llegue al Nuevo Mundo si no soy merecedora de un fruto de un plano destruido?

Me senté a su lado.

-No creo que sea así. Si Aslan te trajo aquí es porque cree en tí, tienes que rebobinar tus acciones y pensamientos, esto es parte de la prueba. Todos comentemos errores. Hoy nosotras estamos aquí por una razón, no sólo vine a ayudarte, yo también he fallado.

-¿Eso crees?

-Sí, y vamos a salir de esto. Lo prometo, aunque sea lo último que haga. Llegaremos juntas- sonreí.

Me abrazó fuerte.
Nos quedamos ahí un rato, necesitaríamos descansar, así que planeamos guardias y charlamos sobre nuestro próximo viaje.

-Piensa en algún lugar especial para tus hermanos aquí. Tú estuviste con ellos muchos más años que yo. ¿Se te ocurre algo?- pregunté.

-Irónicamente, creo que tú sabes más de mis propios hermanos que yo.- respondió.

-Lo dudo. Intenta recordar- la invité.

Susan pensó un largo rato y luego dijo:

-¿Qué tal si nos dirigimos a la mesa de piedra?

-Es una excelente idea, Susan. Bien hecho.

-Pero primero, recuerda que tenemos que descansar.

-Tienes razón, a mí me toca la primera guardia. Así que descansa, te levantaré luego.

Ella asintió y se acomodó para dormir. El cielo seguía exactamente igual, no había día o noche, pero sería indispensable descansar. Así que creamos un horario para nosotras.

-Que todo salga bien- susurré hacia el cielo para comenzar la guardia.

NARNIA. La Travesía al Nuevo Mundo. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora