Capítulo 11: Tropiezos necesarios

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Nos manteníamos alertas. Teníamos la esperanza de poder encontrar a George y continuar con el viaje, nos preocupaba muchísimo el tiempo y lo que pudiera ocurrir en aquel sombrío, húmedo y estrecho sitio. Incluso teníamos que avanzar encorvadas si deseábamos explorar ahí dentro.

-George...- llamaba Susan en forma de susurro.

Yo tenía la espada de Peter en la mano y Susan sólo un par de flechas ya que evidentemente el lugar no le permitiría usar el arco. Avanzamos unos metros y un olor desagradable comenzó a llegar hasta nosotras.

-Huele horrible- expresé.

-Quizá sea la humedad de las paredes.- dijo ella.

-Eso no es solo humedad. Huele a podrido.- corregí.

A unos 5 metros más, ambas regresamos los rostros hacia atrás y volvimos debido a que el olor era insoportable.

-No podemos pasar con ese olor, sentí que me asfixiaba. ¿Y si esto es una especie de cámara de gas?

-¿Cámaras de gas en Narnia? Eso es imposible. De lo que estoy segura es de que hay algo ahí que lleva bastante tiempo en descomposición.- dije

Decir eso me heló la sangre. ¿Y si era una especie de cadáver? Vi la misma expresión en el rostro de Susan pero ambas sabíamos que en la Antigua Narnia todo representaba un peligro y si queríamos terminar la misión y encontrar a George debíamos superar todos nuestros temores.

-La poción de Lucy- dijo Susan espontáneamente saliendo de su shock.

-¿Qué?- pregunté.

-Usemos la poción de Lucy para contrarrestar el olor. Podemos usar una gota, pero no hay que beberla. Hay que usarla como si fuera una crema y esparcirla en la entrada de nuestras narices. Quizá nos sirva.- respondió.

-Ay, por Dios. Eres una genia- dije aliviada.

Saqué la poción de Lucy y coloqué una gota en la yema de mi dedo índice para comenzar el procedimiento. Susan hizo lo mismo. En un instante, comenzamos a sentir un aroma fresco, penetrante y dulce que inundó todos nuestros sentidos y hasta nos brindó un golpe de energía brutal.

-Vamos- dijo Susan más animada.

Al regresar al sitio, ya no había rastro de olores desagradables. El plan de Susan había funcionado. Desafortunadamente, al llegar hasta el final, la salida estaba instruida por gigantes rocas y ramas. Habíamos intentado abrir paso pero era imposible. Susan se recargó en la pared de roca y por un segundo pareció hundirse en ella pero retomó su postura.

-¿Qué pasó?- le pregunté.

Susan volvió a mirar meticulosamente la pared detrás de ella.

-Hay algo aquí- dijo mientras retiraba algunos pedazos de roca desprendidas.

Tardó muy poco para llegar a dónde deseaba. Encontró una manta y dentro de ella había comida en estado de putrefacción, se veía asquerosa y denotaba varios años ahí.
A primera instancia, logré reconocer lo que un día fue un pan, jamón y algo de fruta.

Susan tenía una mirada perdida y cuando alzó la vista conecté con sus pensamientos.

-Estamos debajo de lo que fue el dique de los castores...- murmuró en tono melancólico.

Guardé silencio hasta que un sonido peculiar comenzó a hacerse presente. Un retumbo muy a lo lejos se percibía. La tierra comenzó a moverse lentamente.

-¡Vámonos de aquí!- grité mientras corría hacia la entrada.

Susan me siguió, el ruido se hacia intenso con cada paso. La parte de arriba comenzaba a filtrar. Si no salíamos rápido de ahí, lo más probable sería que moriríamos ahogadas.
Logramos escapar apenas con tres segundos de diferencia, no paramos ni siquiera al subir por la escalera, continuamos corriendo sin mirar atrás. Aún sentía el piso vibrar. Para cuando llegamos a tierra firme, se había abierto una inmensa brecha que atravesaba gran parte del lago y se prolongaba hasta más allá. El agua del lago disminuía al tener un nuevo cause por dónde ir.
Susan y yo estábamos cansadas, nuestras piernas flaqueaban, no hablamos más del tema pero noté en su mirada el mismo pesar que en Cair Paravel.
Continuamos en búsqueda de George, había una amplia colina frente a nosotras.
Avanzamos lento, pero cuando al fin llegamos hasta la cumbre, una sensación recorrió mi cuerpo como si fuera una especie de corriente eléctrica.

Algo se alcanzaba a mirar desde la cima de aquella colina, una especie de estructuras grises y sin indicios de vida. El ambiente era frío y causaba un dolor familiar que no había reconocido.

-Arely- susurró Susan como si alguien estuviera asechando.

La miré.

Cuando nuestras miradas se cruzaron, un dolor en el pecho se hizo presente. Mi cara expresó todo el dolor y me llevé mis manos al área del malestar.

-Tengo frío- alcancé a decir.

Ella desesperada, miró alrededor. Su mirada se posó sobre las extrañas estructuras. Los ojos claros de la mayor de los Pevensie se abrieron y luego lanzó un grito que me hizo reaccionar.

-¡GEORGE!

Miré hacia dónde ella. George estaba parado justo frente a las colosales ruinas. Un resplandor por encima de la estructura se hizo presente y se expandió hasta nosotras. Cerramos los ojos.
- - - - -
Despertamos en el mismo sitio, pero había una diferencia abismal. El suelo estaba cubierto de nieve, había estrellas en el firmamento y un grito humano resonó en nuestros oídos. Susan lo reconoció de inmediato.

-¡EDMUND!- gritó Susan mientras se incorporaba y corría hacia lo que ahora era un impresionante palacio de hielo sólido.

Paró en seco cuando notó hacia dónde se dirigía. Yo corría detrás de ella y frené junto a ella.

-Es el castillo de Jadis- dije en un suspiro.

-Regresamos de nuevo en el tiempo.- supuso ella.

Otro grito humano nos erizó la piel. Sentí que tenía ganas de llorar.

-Es Edmund- le dije preocupada.

-Ya sé. Pero no podemos entrar por aquí.- me tranquilizó.

Nos desviamos un poco. Estábamos escondidas a un lado del castillo. Adentro se oían voces, una de ellas eran las de Jadis y la de un Edmund muy joven.
La bruja mandó a traer su trineo y volvió a amordazar al muchacho, llevaron el trineo hasta la entrada y subieron en compañía de un lacayo poco amigable para partir. Sin embargo, antes de marcharse, la bruja encargó el castillo a media docena de lobos.
Cuando Jadis y Edmund se fueron, los lobos entraron de nuevo al castillo y las puertas se cerraron.

-Hay que seguirlos- pidió Susan desesperada.

-No, él estará bien. No la pasará de lo mejor pero tenemos un pendiente aquí.- me limité a decir.

-¿A qué te refieres? Se acaba de llevar a Edmund. Sepa Aslan cuánto daño le hizo.- expresó ella aún ansiosa.

-Él tuvo que pasar por todo eso para convertirse en el hermano que hace poco perdiste- le dije apagando mi voz en esta última frase.

Susan me miraba con lágrimas en los ojos.

-No quise decir eso... Pero, él sufrió muchísimo y aunque tuviera el poder de evitarle esas penas no lo haría. Sus errores lo llevaron a aprender lecciones que jamás hubiera tenido si no fuera por sus tropiezos. Aslan lo espera... Pero nosotras no tenemos tiempo... Necesitamos encontrar sus pertenencias y a George.

Asombrosamente, no se negó. Sólo secó sus lágrimas y asintió.

-¿Cómo entraremos?- preguntó.

No parecía haber otra entrada.

-Creo que haremos algo de ruido esta noche.- le respondí para comenzar a tensar el arco.

NARNIA. La Travesía al Nuevo Mundo. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora