Capítulo 14: Sucesos extraños pero reconfortantes

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-¿Qué?- dijo Susan aceleradamente mientras me miraba extraño.

Su actitud era normal, cualquiera actuaría así en su lugar, incluso George pegó un salto y por poco cae al agua, pero fácilmente recobró el equilibrio y se mantuvo de pie.

-He visto las estrellas. Las constelaciones. ¡Vamos hacia las tierras del Norte!- exclamé extasiada.

Le tomó a Susan unos segundos reaccionar para que su rostro se iluminara tanto como el mío.

-¿Viste estrellas?-preguntó la Pevensie.

-Por un momento, sí. Recibí algo de ayuda. Aún podemos terminar esta misión.- animé- No estamos a la deriva. Según el movimiento del agua y el viento, llegaremos en menos de dos días.

-¿Qué probabilidad hay de que encontremos algo de valor allá?- cuestionó

-No lo sé, pero siempre es una posibilidad. Piénsalo; las tierras del Norte aún puodemos intentar volver a Narnia.- respondí.

En ese instante, George jaló de mí para llamar nuestra atención. Comenzó a hacer bailes y señas que comprendimos a la perfección.

-George tiene un buen punto.- dijo Susan- ¿Y si las tierras del Norte también se desvanecieron?

Solté un suspiro. Claramente eso no lo había pensado.

-Chicos, créanme; estoy segura de que encontraremos algo. Aslan no nos ha olvidado y no lo hará nunca a menos que nosotros lo olvidemos primero a él. Dejemos que esto fluya.

Ella asintió.
Unos minutos más tarde, cuando George se durmió de nuevo; Susan y yo hablamos.

-Siento mucho lo que pasó- se disculpó.

-No pasa nada. Yo también he tenido malos ratos. Las cosas por las que hemos pasado son... Bueno, muy extrañas. Cualquiera en nuestro lugar hubiera perdido la cabeza, de milagro no me atravesaste el pecho con una flecha- reí bajo.

La cara de Susan aparentaba un desconcierto.

-Jamás te atravesaría con una flecha.- aclaró.

-Quizá lo pienses remotamente algún día. Puedo llegar a ser tremendamente sofocante en situaciones así. Imagino lo difícil que fue arrastrarme y cuidar de mí mientras estás a la deriva por no sé cuánto tiempo.

-No fue tu culpa.

-Tampoco la tuya. Así que no te sientas mal. Fui una carga.- admití.

-Yo te hice venir aquí- susurró

-Deja de decir eso. A pesar de todo, venir aquí es maravilloso. Me trae tan buenos recuerdos. Como la vez en que embarqué junto a Peter y Caspian: fue todo un problema y no te imaginas cuántas pesadillas hechas realidad tuve.

-Para ser sincera, no recuerdo mucho de mi estancia aquí. Sólo momentos y algunos nombres de lugares. Creo recordar que me contaste de ese viaje una vez, luego de lo de aquella chica que se realmente era una bruja, ¿Cómo se llamaba?- preguntó.

-Erika- respondí- sí, qué malos ratos me hizo pasar ella.

-Lo siento, es algo que te incómoda. No debería...

-No- la interrumpí- está bien. Ese tipo de cosas extrañas te cambian, o te hacen ver las situaciones de una manera distinta. El hecho de que ella estuviera ahí hizo de cierta forma más fácil mi despedida. Me había apartado un poco, quizá no hubiera tenido el valor de regresar a mi mundo si estuviera tan apegada en esos últimos instantes a ustedes...

-Pero cuando te alejas demasiado puedes perder a la gente que amas- completó Susan.- Asombrosamente tú no lo hiciste, ni mis hermanos, primos, tíos. ¿Cómo lo hacen? ¿Por qué yo no pude ser tan inteligente como ustedes?

-Quizá tenías una percepción equivocada de en quién te deberías convertir en lugar de lo escogieras ser.- contesté

-Creo que es verdad.- murmuró- Mi familia nunca se consideró "normal" en nuestro mundo. Y creo que sentí que yo sí podía encajar en esa sociedad. De lo que jamás me di cuenta es de que no eran "raros" como oía en las calles; ellos eran auténticos- su voz se quebró.

-Y ahora estamos en búsqueda de tu autenticidad; la tienes, pero hay que restaurarla.

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Como habíamos estimado, llegamos antes de dos días: al día siguiente para ser exactos. Lo que fue una sorpresa y una esperanza enorme para todos.

Miré desde lejos la costa, los recuerdos comenzaron a invadirme: cuánto miedo había sentido la primera vez. Ahora, la profundidad del bosque nos presagiaba un reto mayor. Aquellas tierras lucían más lúgubres y peligrosas que nunca. Sin embargo, la sensación dentro de mí no era miedo, sino determinación.

-Encontraremos algo. Y sé justamente a dónde ir- dije a mis compañeros.- tardaremos mucho en llegar, pero lo primero será buscar comida, hallaremos un cause de río grande y seguiremos su orilla río arriba. Susan, prepara tus armas. George, mántente cerca y atento a las copas de los árboles, si escuchas o sientes algo, nos avisarás enseguida... Y lo más importante; no pierdan la fe, visitaremos un santuario por encima de las nubes.
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Desembarcamos al poco rato y seguimos el plan ya establecido. Yo iba al frente, tenía mi arco tensado al igual que Susan. George caminaba junto a nosotras con la vista arriba y sus sentidos alerta.
Pasaron alrededor de 50 minutos para que pudiéramos localizar un árbol de manzanas con tan solo unos pocos ejemplares de aquellas frutas.

George trepó y ayudó a bajarlas, comimos algunas y el resto las guardamos en la bolsa encantada.

-Este sitio es mucho más lúgubre y solitario de lo que recuerdo.- dije.

-Bueno, para ese entonces ya pasaron cientos de miles de años, pues aún había sol. Ahora, solo tenemos este cielo rojo que me produce ansiedad- habló Susan.

-Pueden los árboles caerse; las frutas, perecer; pero aunque un río de esa magnitud erosione, un gran acantilado debe haber- mencioné- ¿Por qué aún no lo encontramos? Ya no tenemos agua.

-No perdamos la cabeza.- respondió Susan- Sigamos con el plan. Quizá encontremos algo más adelante.

Susan había comprendido muy bien mis consejos y fueron efectivos, porque al poco rato encontramos un riachuelo pequeño y silencioso.

-¡Agua!- grité.

Tomamos con ansias aquel líquido fresco. Era espléndido, pero tuvimos que ser pacientes para poder tomar con nuestras manos un poco sin tirar el resto.

-¿Es este el gran río?- preguntó Susan cuando ya hubo saciado su sed.

-Definitivamente no, pero si no mal recuerdo, debemos estar cerca.- respondí aliviada.- habían varios ríos cerca del indicado la última vez.

-Andando entonces, no hay tiempo que perder- se levantó Susan para llenar una extraña cantimplora que no recordaba y recién había sacando de mi bolso.

No le cuestioné sobre la obtención de la misma, no había de necesidad de entender ciertas cosas; al fin de cuentas, aquel objetos nos fue muy útil a partir de ese entonces.

Así como la cantimplora, el mismo arribo temprano a aquellas tierras fueron sucesos extraños pero reconfortantes.

NARNIA. La Travesía al Nuevo Mundo. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora