Capítulo 4: En Cair Paravel

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Pasamos cerca de una hora caminando a la orilla de la playa, intentábamos no prestar atención a los paisajes tristes y quietos pero fue en vano.

-¿Aslan permitió que todo esto pasara?- preguntó Susan en voz alta.

-Por lo que sé, fuimos nosotros los que llevamos al colapso este mundo.- respondí en un susurro.

No hubo contestación por parte de Susan.
Al cabo de un rato, llegamos a dónde se suponía debería estar Cair Paravel, esta vez, algunas bardas se conservaban, pero había cuerpos de soldados y calormenos por todos lados. El rostro de la mayor de los Pevensie delataba que no tenía conocimiento de lo ocurrido.

-Llegaron por el mar...-dije mientras revisaba las heridas de un centauro.- Tirian, el Último Rey de Narnia no estaba aquí. Ni hubo manera de frenar el ataque.

-Fue una trampa.- comentó.- pero quizá aún encontremos nuestras pertenencias.

La sala del tesoro había sido la principal habitación saqueada. Estaba casi totalmente vacío y nuestras estatuas destruidas como si las hubieran volado en mil pedazos.

-No hay ningún cofre.- dijo- creo que será mejor que subamos de nuevo.

Revisamos cada pasillo y habitación destrozada. Al entrar en la que era mi habitación, mis ojos se llenaron de lágrimas y recuerdos. Un cuadro gigante había sido rayado y hasta quemado, pero asombrosamente aún se conservaba la imagen; en ella me encontraba yo, con mi corona y acompañada de los Pevensie, Caspian, Reepicheep y muy sobre lo alto un dragón junto a una gran estrella. Una plaquita de oro resplandecía en la parte inferior:

En memoria de la Reina Arely: La Brillante. Descendiente de la estrella más grande de los mundos.

Sollozé un rato, sentí la mano de Susan sobre mi hombro.

-Tenemos que seguir- dije más tranquila- tienes que alcanzarlos.- la miré.

Fui hasta el armario más cercano y le pedí a Susan que me ayudara a tirarlo.

-¿Para qué?- preguntó.

-Durante un tiempo, tuve la idea de que si llegáramos a ser atacados sería genial tener armas y vestimenta extra detrás de las paredes, como pasadizos secretos- respondí- se lo comenté a Reepicheep en una ocasión y dijo que lo discutiría con Caspian. Tengo la esperanza de que lo hayan puesto en práctica.

Cuando logramos tumbar el armario (ya no estaba pesado debido a que se encontraba vacío), acerqué mi oído a la pared y la golpeé suavemente.

-Está hueco- dijo Susan entusiasmada.

-Voy por algo, espera aquí- dije para salir corriendo.

Fui al pasillo, dónde estaba el cuerpo de un calormeno. Saqué la Cimitarra de su armadura.

-Que Aslan les guarde misericordia- susurré.

Llegué con Susan y con una señal le indiqué que guardara su espacio. Corrí desde la entrada e incrusté la cimitarra en la pared, asombrosamente, se quedó ahí.

-Efectivamente- dijo Susan- no es concreto.

Sonreí. El material era madera de muy buena calidad, resistente pero ideal para crear una entrada a un pasadizo.

-Sellaron únicamente las entradas con madera. El resto es concreto. Muy bien pensado.- dije- Vamos.

Caminamos unos cuantos metros hasta llegar a una estación. Habían varias cajas de metal. Las abrimos con la cimitarra. Ropa, armaduras y espadas.

-Con esto será suficiente.- dijo ella.

Nos cambiamos, cogimos espadas y salimos por la parte trasera del salón principal.

-No encontramos nada- dije- qué raro. Creí que...-

-Aún nos falta revisar un lugar- me interrumpió Susan.

-Te sigo...

Llegamos al salón de los cuatro tronos, y nos acercamos a los destrozados aposentos del que un día los Pevensie gozaron. Había sangre sobre ellos.

"Mueran las Antiguas Leyendas"

Era el lema que se formaba en el piso.

Algo resplandecía detrás de uno de los tronos del centro. Susan se veía ilusionada, corrió hasta su trono pero no había nada, miró hacia la izquierda y se agachó.

-¿Susan?.

La Pevensie se levantó y me miró, entre sus manos tenía una corona dorada y una espada reluciente.

La Pevensie se levantó y me miró, entre sus manos tenía una corona dorada y una espada reluciente

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-¡Las pertenencias de Peter!- grité.

Corrí a ayudarle y cogí su escudo.

-Estaban en el piso- comentó algo desilusionada.- creí que serían los míos.

-Encontraremos los tuyos- dije.- mientras tanto, busquemos dónde llevar esto.

Regresamos al salón y encontramos una bolsa tirada con varias pertenencias dentro, la vaciamos y la encanté para que su interior fuera infinito.

-Me alegra recordar algunos encantamientos- reí mientras introducía la corona y el escudo del Rey Peter en esta. -Vamos a lograrlo- animé a Susan.

Lo último que tomamos fueron un par de arcos narnianos que encontramos tirados, yo cargué con la espada de Peter y Susan con la bolsa encantada. Nuestro siguiente destino aún era dudoso.

NARNIA. La Travesía al Nuevo Mundo. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora